lunes, 11 de enero de 2010

El beso de Milena

El título original, "Fairyland", junto con la portada tipo "Matrix" de la Factoría de Ideas han sido los dos motivos que me han inducido a sacar este libro de la pila. Tras leerlo me he quedado a cuadros; el libro es muy bueno, pero no estoy seguro de haberlo entendido todo.

Un futuro cercano. Las grandes multinacionales controlan el sistema económico mundial y los pobres viven hacinados en ghettos. El mundo es un lugar mucho más oscuro y sombrío. Un mundo acuciado por el cambio climático. El mundo del narcotráfico se ha abierto hacia nuevas variantes más lucrativas y "menos nocivas", los virus y sustancias psicoactivas de origen genético. La tecnología llega a sus más altas cotas, la nanotecnología se queda pequeña y da paso a la femtotecnología (o al menos eso deduzco por la utilización de unas "nanomáquinas" de nombre "fembots"). La investigación genética también está en pleno auge, pues además de los virus psicoactivos de moda y la inclusión de memes, las grandes empresas han creado unos seres llamados muñecas, utilizados para efectuar cualquier tipo de trabajo que se les requiera, entre ellos la lucha libre, actividad ésta última ilegal, aunque muy lucrativa. En todo este meollo se encuentra metido Alex Sharkey, un antiguo delincuente poca monta, pero con cierto éxito como pirata genético en la actualidad. Acuciado por las deudas y ciertas amenazas, topará con Milena, una muñeca muy especial, la única en su especie, que lo "hechizará" con su encanto. Alex recorrerá el mundo siguiéndola, y mientras, a lo largo de los años, Milena irá cambiando el mundo, con la creación de las hadas, muñecas especiales. Su idea es la creación de una raza independiente y autosuficiente en un reino propio: El reino de las hadas.

Es la primera novela que leo de Paul McAuley, y me ha sorprendido gratamente. Su escritura enrevesada y envolvente te atrapa desde el principio, aunque para mi gusto, su estilo descriptivo es exagerado, obsesivo, me atrevería a decir, y en ciertos momentos llega a ser cargante, al introducirte tanto en la escena que te hace olvidar el porque de determinada situación. Es una ventaja que en determinadas ocasiones se torna perniciosa, ya que en determinados momentos la tristeza ambiental te satura definitivamente.
La ambientación me ha encantado, quizás con cierto estilo gótico-punk, tanto por lo denso y recargado de las descripciones como por lo opresivo y oscuro de la mismas.
De los personajes poco puedo decir, pues son realmente pocos, aunque el protagonista, Alex Sharkey, está realmente bien definido y podremos observar su evolución por el libro, ya que éste se divide en tres actos, de acuerdo con las 3 zonas geográficas y períodos de tiempo en que Alex continua su búsqueda de Milena.
La novela va ganando en intensidad a medida que avanza en la historia, y aunque al final se puede andar un poco perdido y con la boca abierta debido a lo variopinto de la situación, ya que nos encontraremos inmersos en el potaje formado por licántropos, hadas, elfos, trolls y varios seres feéricos más junto a máquinas Von Newman, ataque meméticos a gran escala, trasvases mentales, etc., es cierto que al escarbar un poquito es fácil observar que McAuley nunca se ha alejado del camino especulativo y ha ido lanzando idea tras idea, pero sin explicarlo todo, dejando, de forma muy inteligente, muchas piedrecitas que el lector ha de recoger para terminar el camino (de ahí mi dificultad en este libro para abarcarlo todo).
Con el paso de las hojas se adivina que la obsesión de Milena es la obsesión de Frankenstein, la obsesión por ser considerado normal e independiente, por no ser tratado como un esclavo o un juguete; pero en esta versión más moderna interviene la tecnología y, por lo tanto, el final será mucho más expansivo y definitivo, ya que dicha tecnología nos permite llegar a muchísimos lugares.

En definitiva, una buena historia, pero hay que cogerla con tiento. No apta para lectores que no gusten de versiones especulativas con engranaje hard.

Por cierto, no me podía despedir sin dar un pequeño tirón de orejas a la editorial, pues el libro está hecho para leerlo con lupa. De hecho, si puedo evitarlo, no volveré a leer un libro con un tamaño de letra tan reducido como el que tiene la presente novela.

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