lunes, 25 de julio de 2011

Anuncio una casa donde ya no quiero vivir

Descubrí a Bohumil Hrabal en un hilo de Sedice, en éste en concreto. No tenía ni idea de quien era este hombre pero las palabras de Knut, su forma de describirlo me llegaron al alma y no sólo decidí que debía leer a Hrabal, sino que desde ese día sigo el blog de Knut, "La espiral tangencial" y siempre me quedo alucinado por su bello pesimismo algo que, a mi modo de ver, comparte en cierta medida con el autor de la novela que hoy comento.
Basándome en las recomendaciones del hilo anterior, mi intención era conseguir Una soledad demasiado ruidosa pero, viendo que me resultaba harto difícil hacerme con él en castellano, me llamo muchísimo la atención el título de Anuncio una casa donde ya no quiero vivir, y decidí comprarlo. Se trata de una colección de relatos que, si bien no es lo que esperaba (no me ha maravillado como soñaba), sí que ha conseguido que su estilo me haya calado hondo y me anime a leer algo más importante de este autor.

Este volumen presenta un total de 7 relatos independientes entre sí pero que comparte varios puntos en común, como son el trasfondo político, el tono semihumorístico o la ubicación en el marco geográfico.

Mediante un estilo soberbio, plagado de bellas descripciones metafóricas, además de con la conveniente carga de dureza de acuerdo a los temas que trata, pero salpicados con una elegante ironía, Hrabal no sumerge de lleno en las calles de la Chequia comunista y nos muestra sin tapujos una sociedad esclavizada por un gobierno que pretende o dice pretender la libertad de su pueblo.
Mediante varios cuentos en los que prima el diálogo y la relación social entre los trabajadores comunes y empleados del régimen observaremos las opiniones de unos y de otros, y asistiremos a una clara crítica hacia un régimen que propugna la igualdad y la libertad pero que no consigue sino empobrecerlo todo y hace sentirse desdichado al pueblo llano. No obstante, y contrariamente a lo que podría parecer no se trata de cuentos tristes, al contrario, Hrabal retrata a la sociedad checa como un pueblo cargado de esperanza y que pretende vivir en un mundo donde se pueda vivir y se deje vivir, un lugar donde al abrir la ventana puedas observar el mundo como un lugar amplio y libre, en lugar de un espacio amurallado y represor. Las palabras del panadero, del guardia, del lechero o de las presas están cargadas de esperanza por un mundo mejor y, con una fuerza irónica tal que ofrecen una dura crítica al sistema que los controla.

Tal vez no haya sido el mejor momento para leer este libro pues no ha conseguido engancharme pero reconozco que, a pesar de la brevedad de los relatos, no he sido capaz de meterme dentro de ellos, mi mente siempre divagaba hacia algún otro lugar.
Los cuentos que componen este volumen presentan un mismo fondo común, sin la característica estructura literaria. Historias que no tienen principio ni fin, sino que pretenden relatar una realidad a través de diálogos de taberna o de descanso de operarios de fábrica a través de sus opiniones. De tal modo que este sería el Leit-motiv subyacente, la vida de simples trabajadores que no entienden ni comparten la visión de quien les gobierna pero aún así sienten la felicidad de su modo de vida frente al de otros pueblos de política diferente.
De entre estos relatos sobresalen, desde mi perspectiva, dos cuentos que me han encantado por su lirismo, en concreto el primero y el último, Kafkiana y Hermosa Poldi. Tan sólo deslizar la vista por sus renglones me ha supuesto una experiencia deliciosa y me ha fascinado la musicalidad de ambas historias, las más poéticas y alejadas del pueblo llano (a mi parecer) pues están formuladas de forma más lírica y armónica, casi surrealista, a modo de odas a la vida y a sucesos comunes, que en manos de Hrabal revierten en maravillosos.
Ya sólo con estos dos relatos, Hrabal ha conseguido ofrecerme la motivación suficiente para seguir leyéndolo.

No puedo recomendaroslo encarecidamente pues, ya os digo, que no me ha enganchado del todo pero, si tenéis la posibilidad, dadle una oportunidad. ¡A ver que os parece!

Y por lo que veo, últimamente me he alejado un pelín del género así que, para volver al redil, lo próximo que reseñe será La chica mecánica de Paolo Bacigalupe.

jueves, 14 de julio de 2011

Mendel el de los libros

Vuelvo con un nuevo cuento de Zweig, Mendel el de los libros. Un cuento tan corto como delicioso, y del que es imposible no enamorarse.

Jakob Mendel es un anciano librero con una memoria prodigiosa. Una eidética y selectiva memoria centrada en los libros. No existe dato al respecto que no tenga almacenado o que no pueda descubrir con rapidez. Un anciano que todos los días visita el Café Gluck de Viena y degusta su café mientras hojea su mundo privado.
Todo cambiará cuando la Gestapo acuda a buscarlo para interrogarlo.

No son necesarias más que 50 páginas para que Zweig haga prender el sentimiento y consiga hacernos reflexionar profundamente. La historia comienza cuando un hombre llega a un Café de Viena y, al sentirlo familiar, recordará que se trata del antiguo Cafe Gluck, donde conoció hace muchos años a Mendel, un tipo muy peculiar. En este cuento Zweig nos relata una historia de exclusión, al tiempo que de esperanza y, en la forma de un humilde librero, nos muestra como la felicidad de unos puede ser incomprendida y odiada por otros.
En el caso que nos ocupa, Mendel es un pobre hombre sumergido en su mundo. Un mundo que únicamente está compuesto por libros, por datos, fechas, autores, tomos, citas bibliográficas y demás componentes del pantagruélico panorama literario; un hombre cuya única existencia está centrada en estos conceptos y que ignora todo aquello que le rodea, hasta el punto de que la realidad social, el estado de guerra reinante le resulta completamente ajeno.
Un hombre que ante el interrogatorio de la Gestapo responderá como respondería a cualquiera y que no entenderá que tienen de malo su nacionalidad o religión así como la actitud de sus interrogadores y que, por tanto, se mostrará tal cual es, ya sea frente al dueño de un bar, a una persona que viene a pedirle ayuda o a un militar del partido nazi. Un interrogatorio breve y sencillo, teniendo en cuenta el número de páginas del relato, pero con el que Zweig ha conseguido ponerme los pelos como escarpias y con el que ha logrado que me encariñe de Mendel.
Es, por tanto, el personaje, el que acapara toda la atención y por medio de la maestría de Zweig, epatará con el lector en grado sumo consiguiendo despertar su simpatía, cariño, tristeza y esperanza.

Otro aspecto muy importante de la obra es la comparación que nos ofrece entre dos épocas. A través del Café Gluck y sus propietarios observaremos como el mundo tradicional, costumbrista y humilde dará paso a una nueva época moderna, industrializada y voraz que utilizará los mecanismos necesarios para devorar todo lo anterior y pisotearlo como a una cucaracha.
Un cambio claro de contraste, en el que el candil dará paso a la electricidad y la solidaridad se tornará avaricia.

Es éste un cuento escrito por un amante de la literatura, acerca de un hombre que ama los libros y que enternecerá a los más sólidos lectores.
Una novela que muestra el amor a leer ya la palabra escrita y que nos acerca a un personaje considerado excéntrico (hiperfriki, hoy en día) y humillado por este amor sin límites.

En definitiva, una auténtica maravilla que debería estar en cualquier biblioteca que se precie de serlo.

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