miércoles, 28 de marzo de 2012

El mes más cruel


Escogí la novela de Pilar Adón como lectura por dos motivos: Uno, Impedimenta, editorial que me encanta; Dos, relatos cortos que me permitían compaginar su lectura con novela de mayor enjundia, desde un punto de vista de grosor y famoseos (o marketing, o boca-a-boca, etc).
Desconocía por completo la labor de Pilar Adón. Para ser sincero y peque de lo que peque, no la conocía de nada.

Salvo en un par de ocasiones, la colección está compuesta de cuentos muy cortitos, apenas 5 ó 6 páginas que se leen de un tirón, seguidas de un poema. Tras leer el primer cuento, En materia de jardines, me dije, "Pues vale, vaya historia, ¿qué quiere contar aquí?". No entendí nada. Con el segundo, El viento del sol, me paso lo mismo: no entendía de que iba la pequeña historia, pero me ya gustaba la autora. Esta ha sido la tónica general en la lectura de esta colección de relatos, salvo alguna excepción. Como por ejemplo en El infinito verde que me ha producido un miedo cerval que se ha ido aposentando poco a poco en mi conciencia; o Los seres efímeros, en los que se narra la historia de un niño deforme y por dicho motivo apartado de la sociedad, duro y que contiene una doble y profunda lectura; o también Noli me tangere, en la que se narra de forma cortante y dura , pero muy elegante la emoción, el miedo, la esperanza de una muchacha sometida a abusos sexuales.


Me he encontrado con una autora que escribe con suma delicadeza. Con una profundidad y una lírica perturbadora que me ha encandilado, pero con unas historias que, a mi en concreto, me han dicho muy poco. ¿Por qué? Porque son relatos realmente pequeños, en ocasiones minicuentos, en los que Adón saca a relucir los trapos sucios de la vida, pero de una forma tan exquisita, corta y sutil que no he sido capaz de lustrar por completo la maquinaria cerebral.
De tal modo que, he vislumbrado la intención de la autora pero en la mayor parte de sus cuentos me he quedado diciendo: "vale, ¿y qué?". Si a esto le añadimos que cada cuentos es acompañado de un poema y que, ya sea con rima o asonante, este arte y yo no hacemos buenas migas, pues para que queremos más.
La autora trata multitud de aspectos duros de nuestros miedos: la soledad; la pérdida; la diferencia; el abuso. La mayoría de las veces son situaciones duras y crueles pero que no han conseguido llegarme.

En definitiva, una autora a la que pienso seguir los pasos (en narraciones, que no en poesía) pues reconozco que su pluma me ha parecido exquisita. Pero, hasta ahora, me parece de lo más débil del catálogo de Impedimenta (o ¿tal vez no?)

sábado, 24 de marzo de 2012

La afirmación


Siempre que me siento ante un libro de Christopher Priest lo hago con la convicción de que debo tener todos los sentidos a disposición de lo que leo pues, Priest siempre retuerce sus historias para confundir al lector y ofrecerle una experiencia única e irrepetible. Siempre intento ser uno con el libro. Siempre me pierdo.
Parece que la historia es sencilla esta vez, que te puedes relajar un poco, y cuando te das cuenta ¡zas! pero de que estábamos hablando... páginas para atrás a ver si me entero de lo que me he perdido. Como en otras ocasiones, el libro me ha encantado pero dudo que haya sido capaz de aprehender todo lo que quería decir, siquiera una mínima parte.

El joven Peter Sinclair se retira a una pequeña casa solariega que le prestan unos amigos. Acaba de perderlo todo: su padre, su novia, su trabajo... y dado el estado de depresión y estrés en que se encuentra, necesita de un remanso de paz que le permita ordenar sus pensamientos. La idea es la de relajarse mientras limpia y adecenta la casa de campo, pues lleva algún tiempo sin uso pero, poco a poco, el joven irá abandonando este encargo y entregándose a la idea de escribir la historia de su vida. El problema es que tal vez su vida no sea tal y como él la recuerda.

El señor Priest nos mete de lleno en un viaje hacia la locura, que no es sólo la de nuestro protagonista sino, a la vez, la de todos nosotros pues, quien más y quien menos, tiene entre sus recuerdos, notas y matices que pasado el tiempo no somos capaces de distinguir si pertenecen al terreno de lo real o a un universo ficticio.

El estilo narrativo de Priest es, simplemente, perfecto. Con un marcado acento de corrección y pulcritud, nos sumerge en una prosa culta y rica en matices pero nada densa. Correcta hasta el punto de leer de carrerilla, constituyendo éste uno de los puntos centrales de sus lecturas pues, todo discurre tan fluido que, cuando te quieres dar cuenta, has avanzado tanto que te encuentras ensimismado con el ansía de continuar y, al tiempo, medio perdido entre sus páginas.

La novela está concebida entremezclando capítulos de la vida real con capítulos del diario escrito por Peter, hasta un punto en que la mente se ofusca y es difícil distinguir entre la realidad y la ficción. Llega un momento en que no existe una meridiana claridad entre que personajes pertenecen al mundo real y cuales al ficticio y nos hace plantearnos si la que tenemos entre manos es una novela de corte realista en la que vislumbramos los alardes mentales de un personaje esquizoide en Londres o, por el contrario, se trata de una historia fantástica en la que los personajes pueden convertirse en inmortales en virtud de haber resultado ganadores en la Lotería.
Así, nos encontramos leyendo dos novelas en una, con personajes, lugares y situaciones diferentes y sugerentes a su estilo pero que se entremezclan la una con la otra dando lugar a un híbrido que nos ayuda en la misión de confundirnos, por lo que debemos tener nuestra atención cargada con las mejores pilas posibles para evitarlo (si hacéis como yo y mezcláis la lectura con la bebida, la cosa se complica...).

Priest ahonda de lleno en el mundo de la mente y logra que la confusión del protagonista se convierta en la nuestra mediante giro tras giro, pero nos ofrece reflexiones y críticas interesantes al aspecto neurológico, por ejemplo al juzgar el sentimiento de los celos como la rabia que prende en el celoso al ser consciente de que nunca podrá igualar a aquel que es objeto de sus celos; sembrará la semilla metafísica al presentar la incertidumbre que produce la amnesia y la inconsciencia ¿realmente se existe durante la inconsciencia?; planteará la entidad ontológica de la memoria como ser único al manifestar que la memoria nos hace lo que somos y que seríamos diferentes al cambiarla; y se acercará de puntillas, pues hay que ser un especialista en la materia para hacerlo más, en las bases de la neurociencia actual al declamar que la memoria es imperfecta y que cambia con el tiempo.

La historia es sumamente interesante, instructiva y cautivadores pero, es cierto que, llegado el final es imposible no abrir la boca como un donut y los ojos como si se viese al mismo diablo y pensar "¿pero qué coño es esto?", pues el final es, como siempre en los escritos de Priest, un final a todas luces terrorífico para nuestra psique. El autor la pone a prueba para demostrar si se ha prestado la debida atención y si el lector merece al autor. En virtud de esta atención prestada se estará más o menos próximo a la verdadera intención del autor, aunque me cuesta creer que haya quien alcance el 100 % de comprensión ( yo al menos no, pero me quedo contento con mi porcentaje, jejeje).

En definitiva, Priest lo vuelve a hacer. Una novela formidable, tal vez su opera prima, aunque en dura pugna con El prestigio o El último día de la guerra. Lo repito de nuevo, SENSACIONAL. Es Christopher priest, ¿Qué más se puede decir?

sábado, 10 de marzo de 2012

Una soledad demasiado ruidosa


Ya dije cuando escribí sobre Anuncio una casa donde ya no quiero vivir, que a Bohumil Hrabal lo había conocido gracias a un hilo de Sedice, en concreto quedé maravillado ante la emoción que Knut imprimía a sus palabras al hablar de él. Pues bien, en virtud de dicho hilo, decidí leer Una soledad demasiado ruidosa, libro que desde entonces busco como loco por todas partes: librerías al uso, internet, librerías de viejo, intercambios, etc. Hasta ahora no ha habido suerte, así que no he tenido más remedio que descargarlo de internet, y leerlo a expensas de poder algún día conseguirlo en formato físico. Un libro que seguiré buscando como loco pues he quedado profundamente enamorado de él. Un libro que me ha parecido tan extraordinario que dudo sepa decir algo de él.

El viejo Hanta trabaja prensando papel en los subterráneos de Praga. Lleva 35 años dedicado a dicha tarea. En este tiempo ha adquirido un profundo amor por los libros. De esta forma, entre libros y ratas, se dedica a convertir los bloques de material a prensar, en obras de arte, al tiempo que recuerda épocas pasadas, y nos muestra la realidad que lo rodea. Todo cambiará cuando acuda a ver trabajar a los muchachos de una nueva prensa en funcionamiento.

Sublime. No tengo otra forma de definirlo. Si ya el estilo de Hrabal me gustó en Anuncio una casa.., en esta ocasión me ha fascinado. Una literatura profunda y poética que embelesa frase a frase dejándote boquiabierto, y que constituyen novelas por sí mismas (en alguna ocasión me he quedado pensando una frase y he vuelto a la realidad un buen rato después, observando que he estado completamente ausente del presente. De verdad, no es coña). Una novela sobre el amor a los libros y, en esencia, sobre el amor y la pasión por la vida; por el sentido de vivirla.

Bohumil Hrabal nos sumerge en el mundo de Hanta, un hombre que ama los libros y que consume tanta cerveza como toneladas de libros comprime. Cervezas que toma para ayudarlo a leer, para despejar su mente y asimilar las beldades que surcan su cerebro.
Un hombre que nos mostrará los subterráneos de Praga, pero que al acabar su jornada, paseando por la ciudad nos mostrará la belleza de sus calles y nos llevará a tiempos pasados, donde se relacionara con la gente, al tiempo que nos permitirá soltar alguna pícara sonrisa, por ejemplo con las escatológicas escenas de Maruja. De este modo y, poco a poco, veremos como se ha ido separando de la sociedad y ha constituido un muro en torno a él; un muro que lo convierte en cierta suerte de sociópata, decepcionado con la gente y que ha encontrado una nueva forma de ser feliz en su soledad: una soledad poblada por miles de voces extraídas de los textos, pero cuyas vivencias pueblan la mente de Hanta hasta convertirlos en personajes reales.

Hrabal crea un personaje maravilloso. Dotado de fuerza y de ternura; sin ambiciones y completamente abandonado a sí mismo y su pasión, pero que en algún momento es capaz de conseguir un toque que lo identifica con nosotros mismos y que nos ofrece un punto de esperanza al pensar que el ser humano es, en realidad, mejor de lo que es.
Con la llegada de la nueva máquina de prensar, Hrabal recrea la llegada de una nueva era. Una en la que el mundo se ha capitalizado y donde la pasión y la "dignidad" que dicen produce el trabajo es sustituido por la productividad y el beneficio comercial a corto plazo; donde la pasión se aleja y el objetivo es cubrir un horario dando lo mejor de ti mismo en cuanto a producto se refiere. Nos encontramos, por tanto, también ante una mordaz crítica hacia la deshumanización de nuestra época.
Será a partir de este momento cuando los pensamientos de Hanta cambien de rumbo y se vuelvan más pesimistas, hasta llegar al final, ineludible, pues no podía ser de otra forma. Un final que me ha conmovido profundamente.
Podría seguir disertando ad infinitum pero dudo de mi capacidad para hacerlo, así que os animo a sumergiros en su lectura para saber de lo que hablo. No hay mejor manera de demostrar la belleza de sus páginas que ofrecer un trocito, pero no el trocito que encontraréis en todas y cada una de las reseñas u opiniones que leáis sobre este libro (no hay duda de que es un buen fragmento y que os enganchará), aquel con el que empieza la novela. A mí, de entre los muchísimos fragmentos que me encantan, éste, me apasiona:


Finalmente llego a la penumbra de mi casa, me siento en una banqueta, la cabeza se me cae y acabo dormitando con los labios húmedos sobre las rodillas. A veces me quedo dormido, encogido de ese modo, hasta medianoche y, al despertarme, levanto la cabeza y me doy cuenta de que tengo el pantalón empapado en la rodilla, es la saliva de haber dormido acurrucado como un gatito en invierno, como la madera de un balancín, y es que yo puedo permitirme el lujo de abandonarme porque nunca estoy abandonado, estoy solo para poder vivir en una soledad poblada de pensamientos, porque yo soy un poco el Don Quijote del infinito y de la eternidad, y el Infinito y la Eternidad siente predilección por la gente como yo.

Una novela corta que engaña por sus pocas páginas y que hay que leer atentamente, degustándola frase a frase.
Una novela que ya forma parte de las cosas que más amo y que, por tanto, me obliga a haceros una petición: Por favor, si alguien sabe donde puedo comprarlo le agradecería me lo dijera.
Por otro lado: gracias de nuevo, Knut.

sábado, 3 de marzo de 2012

La leyenda del navegante

Antes de embarcarme con El Navegante, había leído tres novelas de Rafael Marín, a saber: Elemental, querido Chaplin; Juglar; y Mundo de dioses; y, la verdad, las tres me habían gustado pero no lo suficiente y valoraba mucho más su oficio como traductor que como narrador. Una vez leído La leyenda del navegante, sigo considerando a Rafael como un magnífico traductor pero, esta vez, he de reconocer que La leyenda no sólo me ha gustado sino que me ha encantado. A falta de leer Lágrimas de luz, que pasa por ser según las críticas que he leído, la mejor novela de Marín, me quedo con La leyenda como lo mejor que he leído de este autor. ¡Una novelaza!

Ysemeden Elsinor, hija de un próspero comerciante de Crisei nos contará en primera persona la historia de Salther Ladane, autoexiliado heredero al trono de Genave.
De su llegada a Crisei y su matrimonio con ella misma; de como conquistó la espada del brujo Manul Rinn Ghall en la cima de la Torre de Lindisfarne; de como sobrevivirán a la bruja Coridween; de su viaje en el tiempo al continente perdido de Eressea; y de como acabará con la revolución de Genave, antes de su final y de convertirse en eterna leyenda.

Probablemente, el estilo de Rafael Marín en esta novela sea lo más criticable para muchos lectores, un estilo recargado y ampuloso, propio de clases cultas y con reminiscencias renacentistas intensificado, quizás, con el uso de la primera persona, hacen de esta novela una experiencia nada fácil de leer que requiere de la paciencia y la atención del lector. Este punto, es en mi caso uno de los puntos más positivos, pues gusto de este tipo de narraciones recargadas y barrocas en las que cada palabra se queda pegada cono la miel a los dientes y dificulta la pronunciación de la siguiente. De hecho, fueron las primeras frases de este estilo las que me impidieron parar de leer y me fascinaron desde el primer momento en que Elsinore se enfrente a un par de estafadores en el puerto.
El formato de edición que yo he leído es el último que publicó Minotauro hace algunos años, y que coincide con la concepción inicial del autor pero anteriormente, cuando se publicó pro primera vez en los 90's de la mano de Miraguano, lo hizo como una trilogía, algo que no es completamente descabellado pues, además del riesgo comercial que, supongo supondría en aquel momento una novela de 600 páginas, la novela se subdivide en tres libros perfectamente definidos y que coinciden con marcos geográficos e hitos diferentes en las andanzas de Salther Ladane.
En primer lugar conoceremos Crisei, cuna de la casa Elsinore. Crisei se muestra como un trasunto de la Venecia renacentista, plagada de comerciantes y trovadores en calles adoquinadas y con la vista puesta permanentemente en el mar. Primeramente conoceremos a Salther al interceder en una pelea en la que Elsinore parece llevar las de perder y a merced de este duelo, Salther se quedará prendado de la dama e iniciará un incesante acoso de seducción que poco a poco acabará logrando su objetivo.
Salther se hará con el mando del Navegante, el buque insignia de la Casa Elsinore y cargado de sueños y afán de protagonismo se lanzará a la mar para acabar con la leyenda de la espada en la torre, algo que como no podría ser de otro modo, logrará habiendo tenido antes que enfrentarse por casualidad con la bruja de la isla de La Aparecida (en la que no cree) y conseguir escapar de milagro, hechos estos que forjarán el inicio de su leyenda.
El conocimiento de que el príncipe que abandonó su trono (apelativo utilizado en exceso para mi gusto) está en Crisei, correrá como la pólvora y todo el mundo acudirá a proponerle nuevas hazañas, pero Salther decidirá tomarse su tiempo pues quiere vivir una vida tranquila ahora que ha encontrado esposa y próximamente familia. No será así por mucho tiempo pues tras se cruzará en su periplo marino con Ennio Tabbala, a quien vencerán en abordaje y de quien recuperarán una máscara de oro con idénticos rasgos a los de Salther. A partir de aquí, ya entrados en el segundo libro, Marín hace alarde de su buen hacer y mezcla la fantasía con la ciencia ficción mediante un viaje en el tiempo, al trasladar a nuestros personajes de lugar y época. Una época anterior en la que tendrán que derrotar a la bruja que dará lugar a la destrucción de la antigua isla de Arce y que sirve de explicación para la desaparición reciente del material que produce la magia. Una parte que mezcla la fantasía de espada y brujería con la técnica de las paradojas temporales y que nos hará pensar detenidamente en determinados momentos de la trama.
La tercera parte, Genave, supone la vuelta a su tiempo de Salther y su equipo pero, el mundo ha cambiado y se avecinan tiempos de guerra. Salther viajará en solitario a su otrora reino para hablar con su hermano, el Rey, al saber que se ha desatado una guerra civil. Allí descubrirá que la Iglesia de Brecan está directamente implicada como desencadenante de estos acontecimientos. Una situación en la que intentará mediar para su arreglo pero que pondrá fin a su vida y encumbrará a Salther en leyenda. En esta tercera parte encontraremos una nueva evolución de la historia con la llegada de la pólvora, que se mezclará con el acero y dará inicio a una nueva época, consiguiendo un efecto que dota de realismo el viaje en el tiempo anterior y a los cambios que se han producido por los hechos allí acaecidos.

Después de todo esto, como no mencionar el buen trabajo del autor con los personakes: Salther Ladane, un hombre necesitado de aventuras, sobreeducado, descreído en extremo y lenguaraz, que abandona la comodidad de su reino para vivir experiencias excitantes pero que poco a poco irá sentando la cabeza; Ysemeden Elsinore, una dama autosuficiente e independiente, tanto o más grandilocuente que Salther pero mucho más prudente y que se convertirá en el contrapunto que necesita Salther para su osadía.
Amén de muchos otros secundarios sumamente interesantes como: Esnar Lobrod, Jantor Vela,Tenhar Elsinore, Durante Nay Dingel o Tsavonar Fiore.
Marín ha realizado un gran trabajo en este sentido,pues se aprecia una perfecta transición en los personajes en lo referente a la madurez.

A parte de diversión, la novela ofrece también puntos de interés en cuanto a ideas, como bien podrían ser los fanatismos religiosos, con una potente crítica hacia la manipulación que hace la iglesia amparándose en el miedo; o la idea de que la destrucción de una leyenda o la superación de un hito anclado en el tiempo suele traer consecuencias no siempre agradables, por lo que el ansía de aventuras y los intentos e superación son buenos, pero en su justa medida.

Una novela más que agradable, algo difícil de leer pero muy interesante y entretenida y que me anima a leer Lágrimas de luz, que sinceramente había dejado olvidada. ¡Bravo Rafa!

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