lunes, 30 de agosto de 2010

Tríptico de Trinidad

AIRE

Como todos los años, hace un par de meses me acerqué por la Feria del libro (la de Madrid, claro). Como todos los años, algún libro al que le tenía ganas cayó en mi saco. Pero este año en concreto, los señores de Alamut / Bibliopolis y su talento comercial (aunque también es cierto que no hace falta tirar mucho del hilo para convencerme cuando de libros se trata) consiguieron que se enganchase en mis redes un libro que no tenía ninguna intención de comprar, ni siquiera estaba entre la lista de los que me interesaba, pero que acabe comprando. Ahora, varios meses después, puedo decir que no me arrepiento y dar las gracias a Luís y Daniel por “persuadirme” para que lo comprase. Es un libro maravilloso. Complejo, pero maravilloso. Complejo en todos los sentidos, me resulta difícil incluso hacer la reseña.

Veo dos formas posibles de hacer una sinopsis:

Una amplia, extensa, con el conocimiento que da el libro terminado. Quizás la preferible para quien quiera hacerse una idea clara antes de gastarse los dineros, pero para mi, incorrecta, pues desvelaría desde el principio una trama que se debe degustar despacio, como un terrón de azúcar.

La segunda (y elegida) más reducida y en la que me hago cómplice de los giros y desvelo lo mínimo imprescindible.

AGUA

La Ducásima, más que Emperatriz de Trinidad, la ciudad que alberga el Eje del Mundo, ha sido envenenada. Mástruca, Méstruca, Móstruca. La muerte de la Ducásima supone un grave peligro para Trinidad y sus habitantes, pues tan solo ella tiene el pode de visionar y profetizar el destino y, de esta forma, mantener estable la estructura de la realidad.

El Consejo decide poner en marcha una investigación para encontrar el antídoto y, para ello, como en una cadena, diversos personajes enfrentarán diferentes etapas, lo que supondrá el descubrimiento de la gran verdad ya olvidada.

TIERRA

La prosa de Gardini es evocadora y sensual, como una voz aterciopelada que, agradable y pausadamente, te susurra al oído palabra hermosas, (a lo mejor suena tonto, pero es que ha sido así, he sentido una voz suave que me llevaba en volandas a lo largo del libro). Más de una vez me he sorprendido releyendo páginas enteras por el sólo disfrute de volverlo a leer.

Gardini es capaz de evocar potentemente imágenes que a su vez nos harán rememorar viejas leyendas y nos sumergirán en un mundo antiguo pero muy moderno, estandarte de la luz pero que encierra mucha oscuridad, un mundo, una historia de la que al finalizar el libro quisieras saber mucho más y ansías volver a leer. Mástruca, Méstruca, Móstruca.

El autor utiliza dos conceptos muy interesantes para abordar esta novela. El primero de ellos es el trío.

Toda la novela se estructura en torno al número tres: 3 secciones, 3 palabras importantes, 3 ministros, 3 razones de ser, 3 mundos enfrentados, etc. incluso en la forma de escribir, Gardini utiliza la musicalidad del 3 para crear efectos o párrafos tripartitos. Podríamos ahondar más allá y someternos a la Trinidad de los elementos naturales básicos: el agua, el aire y la tierra cobran una importancia especial, como símbolo de creencia, autoridad y forma de ser, incluyendo al 4º elemento, el fuego, como lo diferente, lo apartado pero esperanzador. Creer en el fuego te convierte en un paria, has abandonado Trinidad y has dejado de creer en ella y en lo que promete.

El otro es el figmento: Gardini va desgranando, a lo largo del libro, pequeñas gotas de un néctar exquisito: canciones leyendas, fábulas que nos acercan a la sociedad de una ciudad y un mundo que ansío conocer más en detalle.

Un mundo, como he dicho antes, luminosamente oscuro y que nos retrotrae a los mitos clásicos, no sólo por su estructura arquitectónica, que es uno de los puntos fuertes de la novela, sino también por su estructura social y política donde, por ejemplo, los locos son abandonados en un barco que siempre surcará el mar y, los peligrosos para la sociedad serán encerrados para siempre en los abismos de la ciudad; por sus leyendas, que nos recuerdan a escenas míticas como, por ejemplo, vemos un reflejo claro del Hades en la gema del olvido con el río Estigia separándolo de Trinidad e incluso con Caronte el barquero; por sus personajes, por ejemplo, la Ducásima recuerda en cierta medida a las moiras.

Trinidad se hace piedra viva ante nuestros ojos: la luz del Eje del mundo, el Arco de Urantia que separa el reino de los ángeles, la Gema del olvido, el Redentor de almas, la Triple ópera, el Barrio de la bazofia, etc. Todo confluye para crear una obra armónica absolutamente atrayente. Mástruca, Méstruca, Móstruca.

Y desde luego, cuando vamos llegando al final y descubrimos la resolución al misterio, todo cobra un nuevo sentido, tu boca forma un aro y piensas… “Espera un momento. Voy a leérmelo todo otra vez”.

EPÍLOGO

Bueno, aquí lo dejo, porque me enrollo como las persianas y me tiraría horas y horas hablando de lo que ha supuesto este libro para mí, pero no quiero aburrir. Pero ¡ojo!, esta reseña debe ser vista como un whisky de malta que ha apasionado a su autor que, dicho sea de paso, se raya en exceso, pero aviso que no será una novela del gusto de todos, ni siquiera de muchos. Lo será para aquellos que crean en el fuego.

Hasta ahora no había leído ningún libro de Carlos Gardini, pero que me aspen si no voy a repetir muy pronto.

Cabe la posibilidad de que al acabar el año algún libro me haya gustado más, pero tengo la certeza de que Tríptico de Trinidad será el libro más bello que haya leído este año. Mástruca, Méstruca, Móstruca.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Las ciudades invisibles


Italo Calvino es un escritor que siempre tengo en mente y que, sin embargo, leo muy poco, bastante menos de lo que debiera y me gustaría, así que ya iba siendo horita de subir algún comentario al respecto.

Los libros de Calvino son libros que se beben en un momento, pero que esconden maravillas que nos incitan a querer leer más obras suyas. Así, éste “Las ciudades invisibles” que reseño a continuación es un libro con una potente magia que se desprende del lirismo de Calvino, pero que como una canción se puede degustar rápidamente.

Ante la enormidad geográfica de su imperio, el gran Kublai Khan solicita a su consejero y explorador, Marco Polo, que le describa las ciudades que ha visitado.Marco Polo irá desgranando sus recuerdos para hablarle de 55 ciudades, todas ellas con nombre de mujer. Ciudades en las que Marco mezclará detalles arquitectónicos con otros más intangibles, como la personalidad de las gentes o el aroma de los pensamientos, para describir ciudades que en su conjunto forman una gran ciudad, pues una ciudad no puede ser sino la suma de todos los pequeños fragmentos que la conforman, reciban el nombre que reciban.

Italo Calvino despliega un abanico lingüístico impresionante, capaz de atrapar al lector desde la primera página con una prosa evocadora y sugerente cuyo lirismo penetra en el subconsciente. La novela está estructurada como dos secciones concatenadas, por un lado como series de ciudades agrupadas según determinadas propiedades que las caracterizan: los sentidos, las emociones, la muerte, etc. Y por otro, como un conjunto de diálogos, a veces casi socráticos, entre dos personajes en los que se intercalan las experiencias de uno con las reflexiones del otro tras escuchar las maravillosas ciudades descritas por Polo. Y es en estas deliciosas ciudades donde vemos el elemento clave de la novela, pues se convierte en el personaje más importante de la misma, sirven como nexo de unión entre Marco y Kublai y son motivo de su posterior evolución.

De este modo, podemos observar que todas las ciudades, en sus aspectos, están intrínsecas en el presente, y cómo a través de el desarrollo de estas ciudades antiguas se va configurando la ciudad moderna, creando un marco arquitectónico que a veces asombra por lo atemporal. Todas las ciudades están formadas por dos versiones antagónicas de la misma ciudad y que, poco a poco, iremos intuyendo que, en realidad, son distintas facetas de una misma. Constituyen una representación desglosada del mundo. Finalmente llegaremos a la conclusión de que la descripción de las ciudades las dota de vida propia, de la deslumbrante esencia de un ente vivo, mucho más poderosa que la de Marco Polo o el Khan y que acaba dotándolas de un marcado carácter metafísico, pseudo-ontológico, quizás.

Pero no por ello hemos de olvidar a Polo y al Khan. Marco Polo se muestra como un aventurero y explorador, como un observador capaz de captar el más mínimo detalle y entresacar la importancia implícita incluso en lo más nimio y sutil. Se muestra como una persona pausada y tranquila, con un fuerte carácter reflexivo e introspectivo. Kublai Khan será, sin embargo, el personaje de mayor proyección. Comenzará siendo un ente lacónico y sumido en la melancolía, alejado de la vastedad de su imperio, y terminará siendo un personaje firme y seguro, de nuevo integrado en su mundo. Descubrirá que los informes de Marco Polo, frente a los de sus otros consejeros, son los únicos que le producen un gran placer y le acercan a una realidad diferente. Poco a poco comprenderá que las vívidas descripciones de Polo no constituyen sino metáforas de la vida real, e irá abandonando el laconismo y sumergiéndose en el juego que le propone el consejero. Juntos explorarán ciudades con nombres de mujer; ciudades del pasado y del presente; ciudades que aún no han existido. Jugarán a antropomorfizar las ciudades dividiéndolas en dos, la superior y la subterránea, y finalmente, volverá a pensar en las posibilidades de un presente y un futuro que había comenzado a olvidar.

En definitiva, hablamos de una búsqueda, la búsqueda de la identidad expresada a través de ciudades metafóricas, cuyas características encierran referencias filosóficas hacia una condición humana más sana y perceptiva, casi utópica (o al menos esa ha sido mi impresión, jeje). La recuperación de la identidad y de la ilusión encerradas en unos límites geográficos.

No es ni mucho menos el párrafo más importante pero, si el último y, por belleza ideológica merece aparecer aquí:

“El infierno de los vivos no es algo que será. Hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos. Dos maneras hay de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es más peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar, y darle espacio”.

En mi modesta opinión, Italo Calvino debería ser referencia para cualquier lector. Para cualquiera.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Diarios de la familia Drácula II: Hijos del vampiro



Tras el magnífico sabor de boca que me dejó “Pacto con el Vampiro”, no albergaba ninguna duda de que caería el segundo, como ha sido. Quién no haya leído la primera parte está avisado de que aquí encontrará varios spoilers que pueden llegar a chafarle su lectura.

Han pasado los años, y Mary vive en Amsterdamn donde su actual marido, el doctor Van Helsing, ha fallecido. Éste será el momento que aprovechará Arkady (ya transformado como recordaremos del final de la primera parte), para presentarse tras 20 años y advertir a Mary y a sus hijos, Stefan y Abraham, de que Vlad los ha conseguido localizar y los persigue para poder continuar disfrutando de la vida eterna a través de la maldición del Pacto. Ante la aparición de Zsuzsanna todo se acelerará y tras el rapto de Stefan y Jan, su sobrino, Abraham deberá abandonar su escepticismo y viajar al corazón mismo del mal, al castillo de Drácula para enfrentarse a él y rescatar a su familia.

Esta continuación sigue la tónica de la primera parte en cuanto a una buena labor editorial y de traducción, así como de intriga pero, a mi modo de ver, decae en cuanto a contenido, y creo que rompe la lógica que debería haber seguido la trilogía y que, a modo de símil gastronómico, podríamos decir que ha pasado de ser un esperado primer plato a un simple pero esperanzador pre-postre. Si bien es cierto que es una continuación muy interesante y coherente, ya que Kalogridis ha sido capaz de crear una obra que parece haber salido de la mente de Stoker y nos hace entender aspectos del libro de este último como si de una precuela verdadera se tratará. En este sentido Chapeu. Pero sin embargo, me parece que ha perdido fuerza en cuanto a la ambientación: el clima no es tan sobrecogedor ni oscuramente obsceno como en la primera parte aunque, es cierto que, hay un par de escenas escalofriantes. El clima respirado al sentirse plenamente en Transilvania, en el castillo de Vlad, o en el desfiladero del Borgo que me parecieron tan evocadores y tétricos en su momento, se han difuminado en este libro que sólo recorre estos parajes en apenas una cuarta parte del libro.

Esta vez Kalogridis, dentro de su buen hacer, me ha recordado más a la mejor Anne Rice que a Bram Stoker, sobre todo en la escena de los jóvenes que Zsuzsanna lleva a casa de Arkady. Me ha parecido clavada en su inicio y acometida a cierta escena entre Louis y Lestat y unas prostitutas, aunque en la que nos ocupa el sexo es muchísimo más potente y explícito. Los personajes que vienen del primer libro mantienen su fuerza (aunque Arkady se ha vuelto un poco bipolar, pues recuerda continuamente como ha crecido como vampiro matando gente y al mismo tiempo se ha convertido en un llorón arrepentido); y los nuevos: el Stefan adulto, Abraham y Gerda, aportan un nuevo juego a la novela, añadiendo un trío de celos, locura, traición, escepticismo y sobre todo, amor. Así como también el misterioso Arminius, personaje siniestro en su juventud, de la misma ralea que Drácula, pero que hizo voto de arrepentimiento y se convierte en mentor de Abraham.

Cómo he dicho antes, en esta segunda parte la autora destapa el tarro de las esencias más licenciosas y gores y nos deleita con varias escenas de sexo detallado o nos aterroriza con la narración de un empalamiento al más puro estilo de “holocausto caníbal", que no puede hacer otra cosa sino aumentar el respeto y pavor que desprenden los vampiros. También hecha mano de su experiencia en historias de intrigas y traiciones palaciegas y hacia el final del libro introduce un giro argumental que nos hace ver que hemos sido engañados durante toda la novela y que da un nuevo sentido a la posterior historia (aunque a mi modo de ver, era innecesario, pero Jeanne K. sabrá, claro).

En definitiva y para no enrollarme más con una continuación de una saga, hay que dar las gracias a la Factoría por continuar con su labor editorial y destacar la buena cubierta de Calderón y la excelente traducción pero, también hay que decir, que esta segunda parte se queda un pelín flojilla (para mi gusto) aunque constituye un esplendido entrante para lo que espero sea el gran cúlmen de esta saga, la ansiada tercera parte “Lord of the vampires”.

jueves, 12 de agosto de 2010

Génesis


Me regalaron este librito para mi cumpleaños. Yo no había oído hablar de él, pero entiendo que quien me lo regalo (mi hermano), debió pensar que me gustaría. ¿Y qué puedo decir? Acertó de pleno. No es que aporte nada nuevo a una historia o, mejor dicho, una idea bastante explotada, pero me gustó sobremanera.
Génesis debería encuadrarse por pleno derecho en la categoría de Ciencia-Ficción, pero Salamandra, tal vez para aumentar las ventas, lo ha editado en su colección de narrativa más generalista, no obstante, cualquier lector curtido en estas lides no necesitará más que unas pocas páginas para ver que la novela no es otra cosa sino una distopía en la que la idea central que subyace en el texto comprende la metafísica de las Inteligencias Artificiales.

En el año 2075 una pequeña isla ha resistido el envite de la peste que ha asolado el mundo. Para ello se han aislado mediante una barrera marina que vigilan cual soldados fronterizos.
La sociedad de esta remota isla ha evolucionado hacia una república utópica, de hecho recibe el nombre de República de Platón. Así, Anaximandro, una joven estudiante se somete a las pruebas para acceder a la Academia, el órgano pensador y de Gobierno de la República. Su especialidad es la vida de Adan Forde y las preguntas de examen oral pondrán a prueba los conocimientos y paciencia de Anaximandro, al tiempo que le harán descubrir una terrible verdad.

Como he dicho, Bernard Beckett no descubre nada nuevo. La idea principal es brillante, pero está hiperviolada, aún así, el tratamiento empleado es muy original y el giro final, aunque se puede entrever, no deja de ser impactante.
Beckett escribe con mucha fluidez y soltura creando un texto fácil y ameno, apto tanto para el público adulto como para un público más juvenil.
La exposición de la vida de Adan a través de las preguntas de examen es bastante interesante, con representaciones holográficas de los momentos más interesantes, de modo tal que dejan de ser narraciones en tercera persona para convertirse casi en hechos reales, digo casi porque están algo manipuladas por la inspiración de la alumna, pero de este modo ganan en efectividad.

Como en toda obra de ficción especulativa que se preste hay elementos muy interesantes, cómo: la utópica civilización enclavada en la distopía presentada, aunque poco a poco iremos viendo que la tan cacareada república está fuertemente manipulada por los estratos más poderosos del estado, que sólo piensan en lo mejor para el pueblo; los diálogos entre el hombre y la máquina, cada vez más áridos e hirientes y que en determinados momentos ponen los pelos de punta; o la eterna lucha ente el hombre y la I. A. por demostrar que uno está vivo y el otro no, bien sea por las argumentaciones sobre la predominancia del razonamiento frente a las pasiones o por las cualidades que hacen a un ser vivo considerarse como tal, en particular, el siguiente párrafo me pareció muy bello y elocuente y define la postura central de Adan frente a Arte, la I. A.:

" Cuando hablo contigo, puede ser que mis neuronas se disparen, que mi laringe vibre y que se produzcan mil procesos electroquímicos, pero si crees que soy sólo eso, es que no has entendido nada. Tu programa te ha privado de la verdad más profunda.
Yo no soy una máquina. ¿Qué puede saber una máquina del olor a hierba mojada por la mañana, o del llanto de un recién nacido? Yo soy la sensación del calor del sol en mi piel; soy la sensación de una ola fría rompiendo sobe mí. Soy los lugares que nunca he visto, y que sin embargo imagino cuando cierro los ojos. Soy el sabor del aliento de otro, el color de su pelo.
Te burlas de mí por la brevedad de mi vida, pero es precisamente ese miedo a morir lo que me infunde vida, Soy el pensador que piensa en el pensamiento.
Soy curiosidad, soy razón, soy amor y soy odio. Soy indiferencia. Soy el hijo de un padre, quien a su vez era hijo de otro padre. Soy la razón por la que mi madre reía y la razón por la que lloraba. Soy asombro y soy asombroso. Sí, el mundo puede pulsar tus botones cuando pasa por tu sistema de circuitos. Pero el mundo no pasa a través de mí. Se queda en mí. Yo estoy en él y él está en mí. Yo soy el medio a través del cual el universo se ha conocido a sí mismo. Soy eso que ninguna máquina podrá fabricar nunca. Soy el significado".

No obstante, esto no conseguirá amilanar a Arte, que intentará sacar partido de su mayor intelecto y cuya contrapartida me parece muy interesante al intentar demostrar porque las I. As. son superiores a los humanos, por ejemplo, el concepto de la cuarta evolución me ha parecido que hay que cogerlo con pinzas y con dos dedos, pero es bastante bueno.

Los personajes son muy emotivos y están bien desarrollados, observándose notoriamente su evolución personal a lo largo de la novela, especialmente la de Adan y en menor medida la de Arte, aunque como se verá no todo es lo que parece y no podremos dejar de preguntarnos si realmente estamos tan cerca de la tan cacareada singularidad tecnológica.
Poco más puede decir pues, aunque la reseña queda un poco corta, todo lo que me viene a la cabeza deviene es spoiler. En definitiva, una novela que atrapa al lector desde el principio y que va incrementando en intensidad hasta un final impactante y muy logrado. Recomendable.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Eva Luna


Isabel Allende es una escritora a la que cogí ojeriza tras ver la adaptación a la gran pantalla de "La casa de los espíritus". Por aquel entonces, no me planteé leer la novela, la película me pareció un horror y consideré, erróneamente, que todo lo que escribiese esta mujer debería de ser soporífero.
Como he dicho, me equivoqué, pues tras leer Eva Luna (¡qué gran favor me he/han hecho al obligarme a descubrir a esta autora!) me he dado cuenta de que independientemente de que puedan, o no, gustarte sus historias en sí, la calidad literaria de sus obras es innegable.


Eva Luna convive con su madre en casa del patrón para el que ésta trabaja, un médico-taxidermista algo excéntrico.
Ya desde pequeñita su madre le enseña que la realidad es una magnitud dual: todo tiene, además de lo aparente, una proporción mágica.
Así, Eva aprenderá a extraer de la realidad su carácter mágico e inventará historias, convirtiéndose en una gran contadora de cuentos.
Será tras la muerte de su madre y posteriormente del profesor, cuando la vida de Eva dará un vuelco. Su madrina se hará cargo de ella y la pondrá a trabajar como criada en una casa, a partir de aquí, se escapará un par de veces de varios sitios que la harán vivir diferentes situaciones y al crecer conocerá a gente peculiar e importante: una mujer en el cuerpo de un hombre; un militar muy importante; un hombre altruista en extremo; un comandante de la guerrilla; y un periodista cuya vida también ha sido diferente y con quien se acabará casando.

Reconozco que Isabel Allende ha conseguido atraparme, no por lo contado en sí mismo, que realmente no es el tipo de historias que me gusta leer, sino por la forma de narrarlo, la técnica literaria de Allende, que me parece soberbia.
Allende utiliza los avatares de una pequeña huérfana para mostrarnos la idiosincrasia de los países de Sudamérica; de cualquiera de ellos, pues nunca se nombra explícitamente. Y lo hace de tal manera, que consigue que no nos resulte aburrido, pues actúa como telón de fondo: los pasos de la pequeña-adolescente-adulta Eva avanzan con paso firme, pero siempre acunados por la música de la tensión política dominante en el país, que nunca nos deja olvidar por donde caminamos.
Los personajes están muy bien retratados y es sencillo encariñarte con algunos y llegar a odiar a otros, pero la mayoría son simples en cuanto a desarrollo, es decir, en el caso de la protagonista principal, de su madrina, de Elvira o incluso de Riad Halabi, se observa una clara disposición hacia la invariabilidad de carácter o personalidad, entendido esto como un mínimo comportamiento o desarrollo personal diferenciado según el transcurso de la obra. Por ejemplo, Eva Luna es igual de cándida e inocente de niña como de adolescente y adulta, sin importar los sucesos que haya vivido. Tal vez fuera esa la intención de la autora, claro. El tratamiento está, en cambio, mucho más desarrollado en los personajes de Melecio-Mimi y Huberto Naranjo-General Rodrigo, en los que se observa una evolución interior mucho más definida y sugerente. Lo mismo sucede en el caso de Rolf Carlé, para mí, el personaje más interesante de largo de la novela, pues los hechos de su infancia lo hacen ir creciendo profundamente como persona e ir desarrollando una personalidad madura y consistente.
El hecho de desgranar la vida de Rolf en migajas intercaladas entre los capítulos de Eva Luna es uno de lo asuntos más logrados de la historia, pues consigue varios objetivos: escribir varias historias dentro de una misma novela; aumentar la sensación de leer cuentos; ir poco a poco acercándonos a los dos personajes principales (entre ellos, me refiero) sin que seamos conscientes en un nivel superior de ello; conseguir un final feliz y agradable para el lector, que ha ido viendo como la vida de Eva Luna no es todo lo buena que debería ser pero induce a pensar que u unión será la recompensa que les otorgará la felicidad que ambos merecen, pues es este, y no otro, el tema principal de la novela, la búsqueda del amor. No sólo del amor sentimental, sino también de una búsqueda del positivismo en la vida ante tanto sufrimiento y caos. En definitiva, la búsqueda del sentido de la vida.
Y tal vez, junto a ellos, también lo encontremos nosotros.

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