sábado, 26 de diciembre de 2009

84, Charing Cross Road


Hace unos cuantos años, ojeando una revista del Círculo de Lectores, me fijé en un libro cuya temática me llamó poderosamente la atención, el que da título a esta entrada. Pero, por aquel entonces, no lo pedí por determinados motivos que no vienen al caso.

Decidí comprarlo pasado un tiempo, y fue ese mismo tiempo el que hizo que se ocultará entre los recovecos de mi mente borrando título y autor y dejando únicamente el recuerdo de la portada.
Pasaron los años y hace un par de semanas, buceando por Anobii, la casualidad hizo que me topase de frente con la añorada portada. Una vez redescubierto ya no lo dejé escapar, lo conseguí y me lo leí en un día, no porque yo sea un lector especialmente voraz, sino porque el estilo literario y el número de páginas, sobre todo, hace que sea un libro sencillísimo de leer.
Por tal motivo, os dejo este comentario a modo de regalo navideño.

Segunda Guerra Mundial. Helene Hanff es una joven americana que se gana la vida escribiendo guiones para series de televisión. No le va demasiado bien y por ello malvive en un apartamento que no está en las mejores condiciones y con una alimentación y vestuario que también dejan bastante que desear. Pero "sarna con gusto no pica" ya que su gran pasión, los libros antiguos, la hace olvidarse de cualquier tipo de penuria.
Este amor por lo libros la hace ponerse en contacto con la librería Marks & Co., al otro lado del Atlántico, en el 84 de Charing Cross Road de Londrés, Inglaterra, solicitándoles determinados volúmenes a bajo coste.
Está carta será la primera de muchas otras que enviará y recibirá a lo largo de los siguientes 20 años.

No es este un género que haya cultivado, creo que las Cartas de J. R. R. Tolkien y el libro que nos ocupa son los únicos libros de género epistolar que he tenido el placer de leer. He de decir que en ambos he quedado maravillado.

Las cartas que componen el libro en cuestión no fueron escritas con la intención de formar un libro, sino que son los originales que la escritora envió y recibió, por lo que es un estilo llano y formal inicialmente, al dirigirse hacia desconocidos, pero que se van transformando la formalidad en familiaridad al continuar la correspondencia e irse conociendo poco a poco, pero manteniendo en todo momento un estilo llano y coloquial, sin ningún tipo de adorno literario colocado ex profeso. Leyéndolas me he sentido transportado a aquellos tiempos de juventud, en que escribir cartas a desconocidas extranjeras, con la clara intención de buscar un rollete a distancia (a pesar de que se dijese que era para perfeccionar el idioma) estaba de moda. Lástima que aquello haya quedado atrás y el romanticismo que desprendía una carta escrita en papel se haya diluido en la frialdad y mala escritura de un e-mail o sms.

Es apasionante ver el amor que Helene siente por los libros, como los acaricia y susurra, con que ternura los trata. Al otro lado del Atlántico, Frank Doel, su partener epistolar, muestra la misma disposición y amor a los libros, pero en este caso se muestra con un interés más comercial.
Es éste otro hecho remarcable, la profesionalidad de los libreros, capaces de ayudarte en lo que haga falta y de aconsejarte sabiamente aquello que de verdad te iba a gustar, algo que, desgraciadamente hoy en día, se ha perdido.
La humanidad de la señorita Hanff queda patente en las cartas emitidas: como una persona que vive al día, se desvive por enviar lo poco que tiene para aliviar la carga a que están expuestos los empleados de la librería debido al racionamiento alimentario.
De esta forma es una maravilla ir observando como la imagen de Helene se va mitificando en las mentes de los libreros, que se animan a mantener correspondencia personal con ella. Siempre a escondidas de Frank, pues éste parece considerar a Helene como su clienta exclusiva. Resulta gracioso ver como incluso su propia esposa escribe a escondidas, contándole cosas que posteriormente su marido volverá a contar.
Estos regalos de Helene, unidad a la familiaridad de las cartas hace patente la ilusión de todos por conocerla, al tiempo que ella ansía viajar a Londrés y observar por si misma la librería y el romanticismo de una tierra que ve a través de sus amados libros. No obstante, por una cosa u otra, nunca es buen momento para ir, y cuando por fin cruza el océano es demasiado tarde, pues... bueno, no puedo revelarlo pues perdería parte de la emotividad que suscita dicha escena.

Es éste un libro que da muchísimo, no sólo por lo que dice, sino por lo que no dice; por lo que se adivina tras las palabras, por los sentimientos que encierra.

Un libro maravilloso, de facilísima lectura y que enamorará a cualquiera con un pelín de corazón y, por supuesto, amor a los libros.

¡FELIZ NAVIDAD A TODOS!

jueves, 24 de diciembre de 2009

Avatar

No soy buen crítico de películas, de hecho soy bastante malo: si algo me entra por el ojo, me gusta. Simplemente.
Soy, además, bastante purista con lo que conozco de antemano y si me gusta mucho, no soporto que se toque nada. Así me pasó con Las dos Torres de Peter Jackson, que acabé marchándome del cine a mitad de la película.
En definitiva, que siempre me predispongo a buscar algo que me pueda decepcionar, con lo que como dice el refrán, "busca y encontrarás". Casi siempre salgo decepcionado.
Pero no era este el caso. He ido hace un par de horas a ver Avatar de James Cameron únicamente guiado por el trailer televisivo, nada más. Y he de decir que he salido entusiasmado del cutrecine al que he ido. No la he visto en 3D, cosa de la que ahora me arrepiento, pero aun así, me lo he pasado pipa.

La película viene a contar una historia bastante manida y con una moralina muy acorde para estos tiempos que corremos:
La humanidad ha acabado con los recursos naturales de La Tierra y se ha lanzado al espacio para explotar otros planetas. Pandora es un planeta especialmente importante, pues posee un mineral de escasa gravedad, lo que hace que su precio sea desorbitado. Como es natural, los humanos (con una pinta de americanos que no hay por donde cogerlos) pretenden extraerlo todo, cueste lo que cueste y pasando por encima de lo que haga falta.
Los nativos se rebelarán y combatirán para mantener vivo su planeta, y nunca mejor dicho, pues todo el planeta en sí, está vivo, creando una compleja red neural que une toda forma de vida. Hasta tal punto que acabará proporcionando ayuda en la batalla definitiva.

Evidentemente mi resumen es demasiado simple y omito detalles importantes de la trama, pero sólo pretendo dar una idea general de lo que, al fin y al cabo, va la peli.

Son muchos los elementos hard interesantes, como el desarrollo de la biosfera, la evolución de las especies, las conexiones neurales mencionadas, etc. que pueden estar mejor o peor desarrolladas, pero lo verdaderamente llamativo es el escenario: Pandora es un planeta dotado de una riqueza visual espectacular, con unos efectos vegetativos y geográficos espectaculares y unos efectos fluorescentes por la noche que te dejan con la boca abierta.

¿Qué la historia es simple? Es probable.
¿Qué hay fallos? Por supuesto, ¿dónde no los hay?
Pero sin lugar a dudas, Avatar es un festín visual, una maravilla para los sentidos con una plasticidad de imágenes inusitada. Una fantasía ecologista, que a modo de Ferngully, te arrastra escena tras escena.
Es una peli que merece la pena ir a ver (aunque sólo sea por la belleza visual). A mi me ha encantado, y a mi hijo de 7 años no te digo ná', incluso se levantaba de la silla para dar palmas en el desenlace final.

martes, 22 de diciembre de 2009

Mundos en la eternidad

Cuando escogí Mundos en la eternidad como próxima lectura no tenía muy claro que podía esperar; por varios motivos: uno, nunca he leído nada escrito a cuatro manos y por lo tanto no sabía si se notarían mucho los cambios de estilo entre los escritores; Dos, tanto Rihla, como La locura de Dios (únicos libros que había leído de JuanMi Aguilera) me parecen soberbios, pero la temática es completamente diferente a la de Mundos, y además, éste es uno de los primeros libros que escribió e imaginaba que su estilo no estaría del todo depurado.
Más de uno, al leer esto, pensará: "pero éste tío que dice. ¿Acaso no ha oído hablar de Mundos en el abismo e Hijos de la eternidad?". Y sinceramente, he de responder que no había prestado atención a estos títulos, ya que aunque uno ya es talludito y peina canas (de la barba pues los de la cabeza están en indiscriminada retirada) , siempre había sido lector de Fantasía Épica o Medieval y mi incursión seria en la Ci-Fi se remonta apenas a un lustro de antiguedad.
De este modo, es posible que haya quien opine que mi comentario no es del todo completo, al no haber leído los volúmenes originales que darían lugar a Mundo en la eternidad, y tendrán razón, pero ¡qué le vamos a hacer!, me da igual.

Akasa-Puspa es un cúmulo globular formado por millones de estrellas con una distancia entre ellas de apenas un par de años luz. Esta proximidad interplanetaria hace que los viajes interestelares se realicen con cierta facilidad y por ello la cantidad de planetas habitados es enorme, así como las guerras entre los mismos.
Utsarpini, Imperio y Hermandad son las tres grandes facciones políticas que manejan el cotarro y que luchan por obtener la hegemonía.
- La Utsarpini es una Confederación de planetas del cúmulo, en pleno auge.
- El Imperio, es como su nombre indica, el Sistema Imperial, muy avanzado tecnologicamente pero en claro retroceso.
- La Hermandad es la potencia religiosa imperante, formada por una amalgama de todas las antiguas religiones.
Pero la Utsarpini y el Imperio dejarán de lado sus rencillas temporalmente y se unirán en una misión conjunta para esclarecer lo sucedido en un Rickshaw que ha aparecido destruido (sistema de transporte interplanetario). La Hermandad, como no puede ser de otra forma, jugará sus cartas desde la sombra.
El grupo investigador, formado por militares y científicos, no imagina que se verá envuelto en un descubrimiento de suma importancia: los orígenes de la humanidad en Akasa-Puspa.

Una vez leído, lo menos que puedo hacer es aplaudir y reconocer que mis dudas estaban infundadas.
Mundos en la eternidad es una buena novela Hard con alma de Space Opera, ya que aglutina en su cuerpo una gran cantidad de información y especulación científica, así como el sentido de la maravilla que otorga una buena aventura espacial, con alienígenas, complots, batallas y demás.
Los autores desarrollan conceptos científicos muy interesantes, y en gran cantidad, prevaleciendo la xenobiología sobre la física, pero sin resultar farragosa en ningún caso. De este modo, son fácilmente comprensibles conceptos como Esfera de Dyson, máquinas Von Newmann o sustitución de bases nitrogenadas por otras en la formación de diferentes códigos genéticos.
En cuanto a los personajes poco puedo decir, ya que salvo el protagonista principal, el biólogo tullido Jonás Chandra, los demás están poco desarrollados y se pierden en la inmensidad especulativa de la obra.
La novela está muy bien llevada, ya que el lenguaje llano empleado otorga una buena velocidad de crucero lector que junto a un desarrollo por capítulos cortos, cortos, cortísimos hace que la intensidad no decaiga en ningún momento, si bien es cierto que al principio cuesta coger un poquito el hilo, debido a la gran variedad de términos hindúes utilizados para castas, jerarquías o hechos históricos, pero las notas a pie de página se agradecen, por una vez, y agilizan esta situación de forma altamente satisfactoria. No obstante, tenía razón en una de las dudas mencionadas al principio del texto: el estilo de Aguilera se ha depurado, y por lo tanto, ha evolucionado y mejorado substancialmente con el paso del tiempo. De Redal no he leído nada más, por lo que desconozco su evolución.
El único pero que le pongo está basado en la escala temporal utilizada, se habla de una evolución de muchos millones de años, pero la mayor parte de las costumbres y la tecnología utilizada es muy cercana a nosotros.
Y poco más. Espero haber despertado vuestra ansia lectora, pues la novela lo merece. Me ha recordado mucho a la archifamosa Mundo Anillo de Larry Niven. La única diferencia clara entre ambas es que Mundos en la eternidad es una obra española, por lo que jamás alcanzará esas cotas de popularidad tan grandes, pero para mi gusto, la calidad de Mundos en la Eternidad está muy por encima de la novela de Niven.
Leedla. Disfrutadla. Yo por mi parte, pienso lanzarme en breve a por la continuación, "Mundos y demonios" publicada por Bibliopolis.

domingo, 13 de diciembre de 2009

Viaje al fin de la noche.


Decepcionante. Soporífero. Es la consideración que doy a un título en el que había puesto grandes esperanzas. Tras leer multitud de opiniones, y cuando digo "multitud" me refiero a muchísimas, no es una forma de hablar, encumbrando este libro: "un clásico de imprescindible lectura"; "Una de las mejores obras de la historia"; "La obra cumbre del siglo XX"; "La lectura perfecta para estados de depresión??", etc. La obra de Celine se me antojaba atractiva y maravillosa, me seducía la crudeza narrativa, que según opiniones, empleaba para describir la maltrecha Europa de la 1ª Gran Guerra. Esperaba encontrar algo parecido a "El mundo de Ayer" de Stefan Zweig, pero desgraciadamente y, en mi opinión, siempre en mi humilde opinión, no le llega ni a la altura de la suela de los zapatos.

Ferdinand Bardammu es un joven soldado al que un obús lo ha dejado inválido. Internado en un hospital militar confraternizará con sus compañeros y observará las crudezas que la guerra va dejando a su paso. Tendrá sobrado tiempo para reflexionar sobre la vida y ver como s pensamiento antibelicista y anarquista se opone constantemente al sentimiento generalizado de luchar por la Patria o la valentía del hombre.
Embarcará hacia Togo para trabajar en Colonias y hacer fortuna, pero descubrirá que la vida del ser humano tiene poco valor y aquejado de mortales fiebres huirá horrorizado de este continente y partirá a las Américas en busca del conocido "sueño americano". Allí volverá a descubrir que la vida del individuo no tiene valor alguno y que la única importancia que parece otorgársele es la de ser productivo.
Volverá a Francia, donde una vez graduado en medicina, trabajará en una consulta de un modesto barrio parisino. Diversos avatares le harán abandonar su consulta y gastar sus ahorros con el viejo amigo a quien se ha encontrado por todas partes a las que ha ido (Robinson).
Finalmente encontrará trabajo en un hospital psiquiátrico, desde el que nos contará sus memorias.

Por diversos motivos la novela de Louis Ferdinand Destouches (Celine) me ha parecido un bodrio infumable, pero no por ello voy a dejar de hacer un somero y modesto análisis de la obra. Visto desde la perspectiva de los motivos que me inducen a decir que no me ha gustado la novela podréis comprender que el análisis sea modesto y no todo lo imparcial que debiera ser.
Celine retrata de forma descarnada y cruel el mundo de la primera mitad de siglo, pero no ha conseguido hacerme verlo como un todo completo, sino solo los bajos fondos y trasuntos de la sociedad. El fresco pintado por Zweig en la novela antes mencionada se refleja de forma nítida en la mente del lector, en cambio, el representado aquí sólo muestra un mundo de vicios, egoísmos y descaros que oscurecen la narración.
Si bien en la primera mitad del libro los personajes me parecen víctimas de una sociedad implacable, en la segunda se me antojan meros pícaros que muy bien podrían haber pertenecido a "El lazarillo de Tormes".
El lenguaje utilizado por Celine ha sido una de las grandes trabas para poder disfrutar de la novela pues, escrita de forma excesivamente coloquial, llana, a veces incluso vulgar, está cargada de groserías, vituperios y continuas frases e interjecciones irreverentes en el tono que, personalmente, en el habla escrita me disgustan profundamente.
El interés por el sexo y la prostitución están presentes en toda la obra y consiguen que me evada de la ambientación para imaginarme a Bardammu como un inteligente sátiro que gusta de la picaresca para vivir, cuando no creo que fuese esa la intención del autor.

Pero no todo son cosas malas, claro está. Me han gustado las fuertes críticas hacia la guerra y la militarización y hacia el capitalismo.
En el primer caso Bardammu observa el horror del Frente y su única ambición es no morir en batalla, pero se encuentra continuamente impelido a luchar; bien sea en nombre del valor, de la patria, de la hombría o simplemente por obediencia.
En el segundo, Bardammu llega a América y busca trabajo, no es admitido en la fábrica de Ford pues es capaz de rellenar correctamente la solicitud de empleo y esto es considerado como un grado peligroso de inteligencia. ¡Puede ser carne de sindicato! Posteriormente encontrará un trabajo que le permite vivir pobremente, hasta encontrarse con una vieja amiga, momento en que abandonará su ocupación y por un tiempo vivirá como un vulgar gigolo. Acabará descubriendo que el ser humano es igual en todas partes y que las mismas miserias nos rodean dondequiera que vamos.
Para amenizar sus días descubrirá uno de los tantos medios que la sociedad ha inventado para atontar a las masas, para adormecer su capacidad de pensamiento: el cine.
Este es uno de los puntos que más me ha tocado, pues me veo reflejado en ello, al observar cómo a medida que pasa el tiempo, cuánto más leo menos libertad de pensamiento me queda; cada vez me sumerjo más en los mundos literarios y me evado conscientemente de la realidad cotidiana; cada vez veo menos entre las líneas de este mundo y cada vez me siento pensar menos, soy mucho menos reaccionario cada día que pasa y n cambio busco con mayor insistencia el entretenimiento externo, pues cada vez me asquea más el ser humano.
Pero bueno, dejémonos de filosofías. Todas estas líneas confluyen holisticamente en la siguiente sentencia: Me ha parecido una novela: malhablada, hedonista (en el sentido más sucio de la palabra), nihilista y misógina a más no poder. Lo siento, no he podido con ella.

Sólo espero que si alguien tiene intención de leerla no haga caso de esta reseña, pues en verdad os digo que debo pertenecer al 0,000000001% de personas a las que no les a parecido sublime. Lo que tengo claro es que, con el paso de los años, a medida que me asiente más aún en la edad de la calma, lo volveré a leer de nuevo.
Bueno, os dejo, y no sé si volveré a escribir más, pues ya puedo oir a la horda de lectores enfurecidos tras mi puerta.

domingo, 6 de diciembre de 2009

Glass soup (Sopa de cristales)


Aunque ha sido publicado en castellano por La Factoría de Ideas, lo tenía comprado desde hace tiempo en versión original, por lo que me lo he leído en inglés y de ahí el título del comentario.

Glass soup, continuación de White apples (Manzanas blancas) también publicado por La Factoría, es a mi modo de ver, la mejor novela de Jonathan Carroll hasta la fecha, y es mucho decir, porque no tiene novela mala, ni siquiera regular.

Se puede leer de forma independiente, pero gana muchísimo como serie, por esto resumiré brevemente la primera parte para aquellos que pudieran estar interesados.

Vincent Ettrich ha sido rescatado de la muerte por su ex, Isabelle Neukor. El motivo: Isabelle está embarazada del hijo de ambos (Anjo). Este hijo nonato está predestinado a combatir al Caos, que intenta usurpar el poder de Dios, destruir el Mosaico y de esta forma obtener poder absoluto sobre la Vida y la Muerte.
Para evitarlo, Vincent tendrá que enseñar a su hijo todo lo que ha aprendido en el reino de los muertos, pero antes de eso, tanto Isabelle como Anjo tendrán que ayudarlo a recordar.
El Caos los pondrá en multitud de situaciones comprometidas, pero conseguirán salir de ellas, pues Anjo los orientará y ayudará desde el seno materno.

En Glass Soup, Anjo ha perdido la capacidad de comunicación, pues está próximo al nacimiento y se ha convertido en un bebe normal que ha olvidado los misteriosos conocimientos que poseía.
Esta segunda parte sigue la misma tónica que White apples, pero se centra más en elmundo de los muertos (idea maravillosa).

El Caos ha descubierto una forma definitiva para acabar con Anjo: convencer a Isabelle para que pase al mundo de los muertos y tenga allí al niño, de forma que nunca podrán retornar al mundo de los vivos.
La experiencia de Vincent ha hecho que comprenda su verdadera esencia y poco a poco conseguirá dominar multitud de poderes que le ayudarán a luchar contra el Caos.
Isabelle será engañada y entrará en el mundo de los muertos, pero con la ayuda de Simon Haden (un antiguo pretendiente fallecido); Leni (una de sus mejores amigas, recientemente fallecida); y su propia inventiva, conseguirá engañar al Caos.
Juntos triunfarán frente al Caos en primera instancia, pues la lucha final debe ser obra de Anjo y eso formará parte de otra historia (o eso supongo y espero ansiosamente).

El surrealismo es un estilo ampliamente conocido en todos los campos artísticos. En literatura, Jonathan Carroll es su máximo exponente.
Todas las novelas de Carroll despiertan un sentido de la maravilla que se da la mano con la máxima capacidad de asombro. Cada capítulo muestra una idea o Imágenes que te deja con la boca abierta, pero de una genialidad tan simple que piensas "cómo nunca se me ha ocurrido esto". Hay escenas, como aquella en la que John Flannery roba un coche tras un accidente, en la que me quede babeando durante casi diez minutos.
Ideas como que al morir, cada uno va a un mundo que ha ido creando con los sueños de toda su vida, de tal modo que, al morir, cada persona "vive" en su propio mundo onírico; como la de que todas las almas se funden en un gran mosaico que es la obra de Dios; un hombre que vende todos y cada uno de los pedacitos de su vida; Dios representado como un oso polar y muchísimas más, no hacen sino que me maraville de este y todos sus libros.

Carroll arrastra un estilo simple y llano. Tanto, que es fácil leer un libro entero de un tirón y antes de que te des cuenta estás completamente enganchado.
Es de esos autores que en aquellos momentos de tedio, en que la literatura no te atrae demasiado, es capaz de renovarte la ilusión por la misma, leer un libro de un tirón, terminarlo con una gran sonrisa y ya no poder dejar de leer otra vez. Al menos, así me sucede a mí.
Para mí (y mis gustos, está claro) Jonathan Carroll es a la literatura lo que Tim Burton al cine.

Aquí lo dejo, pero hacedme caso: ¡Leed a J. Carroll!. No lo olvidaréis. Disfrutaréis sin duda. Para mí, el escritor junto a Paul Auster que más me ha hecho disfrutar en los dos últimos años.
Como he dicho no tiene libro malo, cualquiera que escojáis será una obra de arte.

martes, 1 de diciembre de 2009

Los cronolitos

Cómo dije en la reseña de Mysterium, Robert C. Wilson es un autor a seguir, así que aquí estoy con otra novela suya: Los cronolitos.

Scotty Warden es un informático expatriado en Tailandia, cuya intención inicial era la de hacer fortuna allí. Un día, junto a su amigo Hitch Paley, es testigo de un hecho insólito, un hecho que cambiará el mundo: la aparición, en una zona boscosa, de un monolito de gélida piedra de casi 60 metros de altura y una inscripción en su base: la conmemoración de una batalla en la que Tailandia y Malasia se rindieron ante alguien llamado Kuin. La fecha de dicha batalla SERÁ 20 años más tarde.

¡Joder!, ante este inicio se te enciende la sangre en las venas y sólo quieres saber más. ¿O no?

En el momento del "aterrizaje" del pilar, Kaitlin, la hija e 5 años de Scott, padece una grave infección vírica que le hará perder la audición de un oído. Scott no es localizado, pues ha ido a ver el monolito, y este será el desencadenante final para que su mujer lo abandone y se vuelva a E.E.U.U. con su hija.
Scott volverá también a los Estados para tratar de recuperar su matrimonio, pero no será posible. Encuentra trabajo como analista informático y llegará a cosechar un gran éxito profesional, hasta que Sue Chopra, una experta en física y Cronolitos (nombre que se ha dado a los monolitos que han ido apareciendo a lo largo de todo este tiempo), lo contrata para formar parte de su equipo.
Su objetivo, conseguir identificar y definir las pautas de estudio necesarias para cambiar el futuro que predicen los cronolitos.

Al igual que en Mysterium, Wilson utiliza una estructura formada por capítulos cortos e intensos, lo cual no hace sino fomentar el ansia lectora, pero en este caso la narración es en primera persona y, por este motivo, al principio me costó un pelín entrar en el libro, pero no demasiado.
De nuevo el punto fuerte son los personajes. Wilson consigue que, por momentos, la trama se vuelva secundaria y desarrolla la vida de cada uno de los protagonistas de tal modo que los hechos que acontecen en ellas crean nuevos fines y subtramas realmente interesantes.
  • Scott Warden es un hombre atormentado por el sentimiento de culpa, y vive para expiar su pecado. No esperéis, por esto, un personaje depresivo, al contrario, el continúa su vida de forma normal y consigue que epatemos fuertemente con él, llegando a ser un gran padre.
  • Sue Chopra, la doctora en física, lesbiana irreductible y carente de toda emoción o sentimiento, pues ha dedicado su vida a su trabajo y no puede permitirse el lujo de sentir. No obstante, es capaz de infundirnos ternura en varias ocasiones.
  • Kaitlin, la hija que ama a su padre en la distancia. Se unirá a un grupo Kuinista y necesitará ser salvada.
  • Ray Mosely, brillante científico y poco sociable; a sabiendas, imposible enamorado de Sue, que llegará a dar su vida por ella.
  • Hitch Paley, Morris Torrance, Whit Delahunt, Ashlee y Adam Mills, etc. Todos me parecen buenísimos.
Wilson consigue dar credibilidad a los encuentros entre personajes que llevan años sin verse, por medio de lo que denomina "Turbulencias Tau", una especie de efecto temporal que predispone a pensar de modo causal, de tal forma que las personas están interconectadas en el tiempo por diferentes causas, lo que viene +/- a decir que las casualidades no existen.
Se recrea un mundo distópico muy cercano (tanto, que hay una similitud muy fuerte con el actual). Los cronolitos se escribió en el 2001 y ya vaticina que el mundo sufrirá una fuerte crisis económica, los recursos naturales se agotan a pasos agigantados y la carestía es cada vez más fuerte y obliga a grandes migraciones y locuras continuas para poder ganarse el sustento diario.
La llegada de los cronolitos ha cambiado la visión del mundo, y se ha creado una pseudoreligión en torno a Kuin, con millones de admiradores, ultrafanáticos y, como no, detractores.
El mundo parece vivir a la espera de los acontecimientos prescritos en los cronolitos, de tal modo, que la llegada de cada nuevo cronolito crea un efecto de dependencia sensible o efecto mariposa, que va creando una especie de retroalimentación positiva en la gente. Así, el eco cada vez mayor de las voces que se alzan a favor de Kuin los acerca cada vez más a ese futuro, por lo que ejercen una gran influencia psicológica. De ahí el esfuerzo de Sue Chopra y su equipo por conseguir derribar un cronolito, pues consideran que de esta forma se sembrarán dudas y se obtendrá una pérdida de confianza, creando progesivamente a su vez, una retroalimentación, pero esta vez negativa, que desencadene en un futuro diferente.
Wilson, como buen escritor de Ci-Fi, siempre suele introducir algún elemento hard. En este caso, la flipada cuántica consiste en acariciar de pasada los espacios Calabi Yau, los cuales, después de informarme levemente he de confesar que soy incapaz de entender.

Ya para terminar, decir que el final queda abierto y puede resultar algo confuso, pero tratándose de una novela de paradojas temporales es bastante acertado.

Me reafirmo al decir que Wilson se perfila como uno de mis escritores de Ci-Fi favoritos.

In memoriam... Robert Holdstock

Sólo he leído Bosque mitago y algún que otro cuento, pero es más que suficiente para que quede en mi recuerdo.

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