domingo, 17 de abril de 2016

Hrabal hubiese disfrutado la garnacha de Nietro

Me encanta Hrabal. Desde que leí hace un par de años Una soledad demasiado ruidosa, me encanta su forma de escribir pero, sobre todo, su forma de narrar la vida que lo rodea. Vale, luego sigo.
Por otro lado, me encanta la garnacha, ya lo he dicho un par de veces. Desde que el año pasado probé El político, de Baltasar Grazian, quedé enamorado de esta uva, ¿Qué dices? ¿Qué si con los ojos vendados sería capaz de distinguir un vino fabricado con esta uva de otro que no? Pues casi seguro, seguro que no (99,9999999%), pero me gustaría pensar que sí. 
¿Por qué digo esto? Porqué si tuviera que pensar quien soy a tenor del vino, me costaría reconocerme, dado que me molestan los postureos y falacias que existen en torno al mundo del vino. Sé lo que me gusta y punto. Del mismo modo podría decir Bohumil Hrabal, quien gustaba de beber cerveza y vino, y cuyas novelas siempre estaban impregnadas de estos dos brebajes, como por ejemplo está que os traigo y que, como no, se titula ¿Quién soy yo?

Se trata de un libro cortito que comporta dos libros en uno. Cada página se encuentra partida en dos. Una mitad superior donde se refleja el libro propiamente dicho; y una inferior en la que Hrabal incluye frases de sus obras más queridas.
¿Qué decir? Nos encontramos ante una obra fundamental para conocer al Hrabal bebedor pero lúcido, depresivo pero esperanzado. Al Hrabal personaje, que observa el mundo como ente imparcial que acumula imágenes de todo cuanto acontece ante sus ojos, y que considera que el mundo es un sinsentido que no es capaz de comprender.
Tan solo es capaz de entender aquello que no entiende, y se da cuenta de que todo lo que sabe es no saber nada y que lo único que lo define es aquello que no ha hecho y no ha dicho.
Hrabal nos sorprende con su fuerza y su pensamiento, a veces difícil de aceptar pero que, aun así, no puede sino seducirnos por la belleza con que construye sus frases.
Estamos ante un escritor que se abre ante su público. Un hombre que nos muestra una mesa repleta de botellas de vino como su Sancta Sanctorum del pensamiento. El lugar donde mejor desarrolla sus ideas.
La obra está dividida en varias partes en las que el autor, o bien diserta sobe algún tema a raíz de su afán observador, o bien se sumerge en su vida para contarnos algo más a fondo de su persona, al tiempo que lo acompaña, como no, de sus impagables impresiones. No dejará de mencionar a algún amigo o personaje importante como por ejemplo Zweig o Nietzsche. Me ha sorprendido conocer algunos detalles al respecto de su opinión hacia ellos pero, sobre todo, la opinión que le merecían sus propias novelas y como alguna de las que consideraba sus peores, son para mi las mejores.

Me gusta este libro cortito que se lee de un tirón pero que requiere una gran capacidad lectora para disfrutar cada hálito de vida que brota de la pluma de Hrabal. Un hombre sencillo, del pueblo, que se mezcla con el vulgo al tiempo que lo vemos culto, letrado y nos muestra su filosofía de la vida de una forma clara y descarnada, sin tapujos.
Es un librito cortito en extensión, pero largo, largo de verdad si se quiere dedicar el tiempo que merece. Corto en extensión como corto en sabor es el vino con que lo acompañé.
De nuevo un vino de uva garnacha, de cepas viejas de más de 80 años de antigüedad. Se trata de Nietro 2013 de la D. O. Calatayud (5,50€). 
Digo que es corto porque el sabor no perdura mucho en la boca, al contrario que el libro de Hrabal que pese a su brevedad se mantiene largo en la mente.

De nuevo con el vino: que sea corto no quiere decir que no esté rico. De hecho, lo está.
Es un vino de color granate muy vivo, con un ribete violáceo brillante que lo hace muy atractivo y una capa media de intensidad.
En cuanto al sabor, decir que se abre en la boca mostrando frescura y potencia. Se aprecia el sabor a frutas rojas maduras y se percibe un tono espaciado procedente de la edad y un toque a regaliz final en la boca. Presenta cierto carácter balsámico que refresca la garganta, aunque quizás no sea un vino para todos los públicos pues su porcentaje alcohólico (14,5%), lo hace algo potente (aunque no se aprecia el alcohol tanto como pudiera parecer teniendo en cuenta la graduación), carnoso y algo astringente al final del trago. Un vino para acompañar asados o una buena carne poco hecha o, ¿por qué no? también una buenas legumbres con carácter.

Por otro lado, y volviendo al libro. Se me olvidaba mencionar la segunda parte. En la parte inferior de cada página, nos encontramos con fragmentos de novelas que gustaban a Hrabal, como Yo que he servido al rey de Inglaterra, Bodas en casa, o Tierno Bárbaro. Fragmentos escogidos por el autor y que no hacen sino acercarnos más a su obra y abrirnos el apetito por ella, si no lo teníamos ya.

Finalmente no puedo sino recomendaros esta joyita de Bohumil Hrabal, aunque creo que no es fácil de conseguir. Yo lo cogí de la biblioteca pues creo que está descatalogado. Si podéis haceros con este LIBRO no lo dudéis, es una auténtica delicia leer a Hrabal en estado puro.
En cuanto al vino, en esta ocasión no os lo voy a recomendar. No es malo, al contrario, es bastante bueno pero quizás sea un poco fuerte para algunos paladares. Bueno, probadlo vosotros mismos y ya me diréis. Rico está, desde luego, pero...

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