domingo, 7 de febrero de 2016

Pioneros y Novellum

 Recientemente he cambiado de biblioteca pública a la que acudir para aprovisionarme de libros que cojo por casualidad al ojear entre las estanterías. A pesar de tener una pila pendiente en casa de cerca de 150 libros, me da por acercarme mensualmente a por libros que ni me he imaginado leer y, por tanto, la pila continúa igual que siempre, o más si cabe, pues sigo comprando religiosamente cada mes. 
El caso es que me di cuenta de que la biblioteca vecina es infinitamente mejor que mi habitual, y no sólo porque se encargan de renovar el fondo mensualmente, sino porque hay personal especializado en asesorar buena literatura en lugar de recomendar únicamente literatura comercial o no recomendar nada en absoluto y simplemente hacer las veces de recepcionistas.
Me aconsejaron leer a Willa Cather, a quien hace un par de años recuerdo haber tenido en el punto de mira al haber sido editado uno de sus libros por Impedimenta, pero al final no lo hice. Pues bien, las elogiosas palabras de S., uno de los bibliotecarios, me decidieron por coger Pioneros (aunque no era el libro que me había recomendado, pero la primera impresión me pareció que sería perfecto para empezar con Cather, pues parecía corto y fácil de leer).
Lo llevé para casa y me dije: " ya que voy a leer un libro de hace la torta de años, y que hace un par de años que pensé en la Cather, me voy a abrir el vino más viejo que tenga". Y dicho y hecho; cogí un Novellum de bodegas Rejadorada (10€), de la Denominación de Origen Toro, que tenía guardado desde el 2012 y que había comprado en un viaje de fin de semana a Zamora.
Mi impresión ha sido parecida con ambos, tanto con el libro como con el vino: buenos, pero podrían mejorarse.
En el caso del libro, tal vez esperaba otra cosa; en el del vino, tal vez no le he dado la mejor guarda y ha perdido propiedades. En ambos casos... tal vez.

Como podéis ver en la foto, la sobriedad de la etiqueta del Novellum, blanca y negra, contrasta con la multicoloreada portada de Pioneros, en una edición preciosa de Alba Clásica.
Se trata de un vino con crianza, embotellado en 2008, algo que se aprecia en el color del vino. Como es normal por los meses de envejecimiento, su color es intenso, una fuerte tonalidad picota muy madura con ribetes color teja y una lágrima densa en la copa.
El aroma, eh... NPI, pero al beberlo te sientes inundado por la complejidad sápida. Unos potentes taninos que te secan la boca, pero con una perfecta acidez que te hace salivar, quizás mucho más apreciables los primeros que lo segundo debido a la vejez del vino. La boca se inunda de fruta madura en la que se aprecian sabores a cereza, ciruela, regaliz y un pequeño toque final a cacao que pesa en la boca ( incluso me recordó a la castaña asada, y aquí, he de decir, que flipo, porque probablemente se trate más de que me retrotrajo al invierno y al recuerdo de comer castañas calentitas en un atardecer frío, no a la percepción del sabor en sí, así que no me hagáis caso. Cada uno tiene sus recuerdos, ¿no? ¿Pero acaso no forman parte estos personales recuerdos de las impresiones recibidas en en cuanto a sentidos se refiere?). Desde luego no puedo decir que sea refrescante, sino maduro, y se aprecia el cuerpo del vino en la lengua, que te pide algo de acompañamiento sólido.
Tal vez no sea el mejor vino para narrarlo con Pioneros pues es bastante intenso, mientras que Pioneros en más flojo de lo que esperaba, o al menos lo es en la distancia corta pues, rebuscando bien, se ve que presenta un cuerpo con mucha fuerza pero que, en mi caso, no ha sido suficiente para convencerme por completo.
Pioneros narra la vida de una familia de emigrantes suecos en la inhóspita Nebraska de finales del XIX cuya hija mayor, Alexandra, quedará a la cabeza de familia tras la muerte del padre. Se trata de una vida dura, la de los colonos europeos llegado a Norteamérica.
Alexandra se enfrenta no sólo a la dureza del terreno sino también a la de las mentes tradicionalistas y anticuadas que consideran que el papel de la mujer es secundario, o terciario si me apuras, al del hombre. A pesar de todo, Alexandra conseguirá sacar adelante a su familia, e incluso hacer que prospere cómodamente.

Willa Cather escribe realmente bien, con ese estilo literario que hace que parezca que se trata de una literatura muy sencilla cuya complejidad resulta fácilmente observable en lo que no se cuenta.
Y es este punto, el de la elipsis narrativa, el que para algunos será el punto fuerte de la novela y a mi, en cambio, me ha parecido el débil, el que me ha decepcionado. No quiero decir que no me guste como está hecho, sino que esperaba conocer más.
La novela está estructurada en tres partes, cada una de ellas separada de la anterior por un período cercano a los cinco años. Tiempo más que suficiente para que hayan sucedido cosas importantes; cosas que se nos contarán de pasada pero, claro, nos perderemos el meollo de la cuestión ,esos años de incertidumbre, de dureza en el que la familia progreso y consiguió todos sus logros. De tal modo que se pasa de un período de total incertidumbre, con tan sólo una idea en el aire, a otro en el que la familia es ya una de las más ricas del pueblo, y pese a que todo esto se entrever y no es difícil imaginarlo, habría estado bien entrar algo más en detalle.
Sobresalen muchos detalles de la pluma de Willa Cather:
- Por un lado se aprecia su pasión por la naturaleza y el espacio geográfico, convirtiéndose este en un personaje más de la historia; el personaje omnipresente por encima de todos los demás que siempre está ahí para demostrar su dureza y que únicamente admite ser domeñado por la inteligencia creativa y biosaludable. Personaje principal y agobiante al estilo de los grandes autores americanos del siglo pasado como Faulkner o Caldwell por ejemplo.
- Por otro lado se observa su lado más humano y feminista, al mostrar las injusticias que sufren las mujeres, así como su fuerza interior y hacer de Alexandra el caballo de batalla que arrostrará consigo la suerte de una familia y que, a pesar de todo, su propia familia no se lo reconocerá. De hecho, los mejores momentos de la novela son aquellos en los que las mujeres son parte única de la escena y se sienten completamente libres para hablar y recordar tiempo pasados.

La obra entera está perfumada con el aura de dureza que les tocó vivir, pero esta narrado de forma tan sutil, y las elipsis están tan bien medidas, que parece que todo sucede solo, sin el esfuerzo de nadie.
De este modo nos encontraremos metidos en una novela de superación, tanto desde el punto de vista social, como del personal e individual y, al mismo tiempo, en la segunda parte se empieza a advertir la transformación de la historia en una oda de amor, y la tercera, en una tragedia en la que cobra vital importancia el hermano pequeño de Alexandra y que nos muestra lo ciega que está a todo lo que no sea el bien de la familia en general, olvidando lo individual pues, esta tragedia, se ve venir a años luz para los lectores que, evidentemente, lo vemos todo desde un plano omnipresente.
Así, esta superación de la que hablo a nivel individual se encuentra marcada sobre todo en la segunda parte, en la que Alexandra tendría que soportar la injusticia de tener 40 años, haber dedicado toda su vida a los demás y no recibir el menor crédito. Es esta la parte con mayor carga reivindicativa por parte de la autora, que manifiesta claramente su opinión al afirmar que las mujeres fueron una parte muy importante, si no la mayor en la colonización americana.
Es una historia de personajes bien creados y, ahora que lo pienso, que casan muy bien con el vino que he escogido. Un vino potente para una tierra dura y solaz; unos protagonistas rudos para un vino maduro que seca la boca; un vino de matices complejos pero con un buen fondo, como la protagonista de esta novela, que lucha contra viento y marea y guarda su corazón en un cofre.

A pesar de los aspectos negativos que, para mi, tiene la novela, y los positivos, que son muchos, Willa Cather nos ofrece un canto al futuro, pero sin olvidar el pasado. Un canto de esperanza, truncado hacia el final por la tristeza y el abandono pero que nos intenta mostrar que no se debe olvidar de donde venimos cada uno.
Es evidente que se trata de una novela costumbrista al uso, pero más que interesante. Realmente buena y fácil de leer pero que no me ha terminado de convencer, esperaba mucho más, pero que me deja claro que se trataba de una autora valiente, con las ideas muy claras y que me anima a leer algo más. De hecho ya tengo pensado el qué.

Añado ahora que hace un par de meses que terminé esta novela y mejora cada día más en mi mente.

2 comentarios:

  1. Los mejores libros, así como las mejores películas, son los que mejoran con el paso del tiempo, incluso en forma de recuerdos y sensaciones.

    Saludos

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    Respuestas
    1. Tienes razón Neo. Películas o libros con los que, en un primer momento, no te habías sentido del todo cómodo, o no te habían terminado de convencer se descubren como imprescindibles con el paso del tiempo. Van dejando poso en tu memoria sin que te des cuenta y, de repente, te encuentras recomendándoselo a todo el mundo.
      Muchas gracias por comentar, de verdad.

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