Por un lado la novela Oscuro bosque oscuro, del mexicano Jorge Volpi que, si he de ser sincero, os diré que tan solo lo cogí porque me moló su portada y porque hacía mucho tiempo que no leía nada de Salto de página (pero sobre todo, porque era muy cortito); por el otro, un vino de la D. O. Cariñena, Cutio, un vinazo ideal para disfrutar sólo o con amigos, y para divertirse con una cena de sabores atrevidos.
Teniendo en cuenta que
ya me habían hablado bien del vino, voy a comenzar hablando de la novela, de la que no sabía nada a priori. De este modo, si a alguien no le gusta el vino (Dios no lo quiera), puede saltarse la parte del final de esta entrada.
La novela de Volpi es rara, para que negarlo. Nos narra los hechos acaecidos en una pequeña aldea de Polonia, en la que un grupo de 500 obligados voluntarios, a los que se les da el nombre de Batallón 303 de la Policía de Reserva, acabó con la vida de 1800 niños judíos en el corto tiempo de 6 horas.
La historia comienza con una fábula al más puro estilo Grimm. Una fábula de todos conocida pero con un final oscuro y tétrico que nos prepara para lo que habrá de venir, al tiempo que nos deja completamente descolocados. Mi primera impresión fue levantar la cabeza del libro y decir: "¿Pero qué es esto?". No obstante el estilo narrativo de lo leído me pareció tan lírico y fluido que continué leyendo.
Y es que este estilo narrativo del que hablo es uno de los puntos, a mi modo de ver, fuertes de la novela. Volpi utiliza una prosa que no sé muy bien como definir. Es una prosa rasgada, o cortada, formando una especie de poemas átonos. No sé, una especie de prosa poetizada, de poesía a caballo entre el cuento y la música pues, en cierto modo, su lectura resulta muy musical y en algún momento te sorprendes (al menos yo) siguiendo el ritmo de la historia como si de una letra musical se tratara y poniendo ritmo en tu cabeza (de nuevo, yo).
Poco a poco se va entrando en la historia, de la mano de un panadero, un carpintero, un fabricante de juguetes, el capitán o tú mismo lector, pues Volpi juega a convertir al lector en un personaje más de la trama, a meterlo de lleno en la brigada policial y a mirarse dentro de uno mismo para ver lo que se siente, si bien s cierto, que aunque a veces lo consigue y el experimento es altamente satisfactorio, en otras ocasiones resulta importado, y no se alcanza el objetivo perseguido.
Volpi va entretejiendo la historia con diversos cuentos populares infantiles, como Hansel y Gretel, Caperucita o Garbancito, a los que ha entregado un final oscuro acorde al cuento para adultos que nos narra y que sirven como alegorías del mismo, ofreciendo situaciones metafóricas a las que cuesta entrar pero que ofrecen un conjunto realmente evocador y, en ocasiones, de desarme emocional.
Se trata sobre todo de una historia sobre la psique humana. Una obra en la que Volpi pretende bucear en los entresijos de la mente de alguien capaz de cometer tamaña atrocidad ofreciéndonos la oportunidad de convertirnos en uno de ellos, ya que si bien los personajes comienzan su andadura de forma sencilla y humilde, poco a poco va apareciendo la cara de la deshumanización hasta el punto de convertirse en asesinos de niños. No obstante, eso no quiere decir que todos disfruten de la tarea y nos recuerda sabiamente que en toda guerra, los vencedores y los vencidos se hallan entremezclados y que entre los vencedores pueden encontrarse vencidos cuyas acciones los arrojan a un abismo sin fin.
Esto me hace hablar de esos vencedores, pues en esta novela todos los protagonistas pertenecen a ese grupo, aunque casi todos terminarán siendo del otro. Es una novela de personajes reales, de gente que vive, ama y sueña, de gente que acata ordenes, gente que siente placer, sufre, obedece, siente remordimientos o alegría, y vuelve a soñar.
Resulta fácil epatar con los personajes; encariñarse, odiar o permanecer indiferentes, pues las frases de Volpi que salen de la boca de cada uno de ellos o del ser omnipresente que narra los hechos, se convierten en aforismos lapidarios que, además de la belleza estética, definen a cada uno de ellos y que nos invita a reflexionar sobre la crueldad, no sólo de este acontecimiento en cuestión, sino de los que han derivado de toda guerra, o régimen totalitario en los que personas corrientes han tenido que seguir órdenes para cumplir con un cometido que otros consideraban un deber superior. Aquellos actos que nos alejan de la inocencia, la bondad animal y nos acercan al verdadero monstruo que es el ser humano, en mi opinión.
Y siempre, siempre con el ominoso personaje de fondo en los cuentos, tanto en el adulto general como en los infantiles, el Oscuro bosque oscuro del título que puebla todas las páginas de la novela y crea un ambiente de oscuridad incontrolada. Ese oscuro bosque oscuro en el el mal se esconde y que ha ramificado como la red neuronal que alberga nuestro cerebro.
Se trata de una novela con altibajos, claro que sí, no es redonda. En ocasiones se pierde la fuerza narrativa y en otras emociona realmente pero, sin duda, es una novela altamente recomendable.
Y partiendo de la base de que leer reseñas es aburrido (sí lo reconozco) y de este anticlimax literario cortado de golpe os animo a leer la novela, pues es rápida de leer, que no fácil, bellamente escrita y, si se quiere, muy dada a la introspección.
Pero, como dije al principio de la entrada, hoy no entendería esta novela sin el maravilloso vino que acompañó su lectura. En esta ocasión si que puedo decir que el maridaje entre ambos es perfecto.
Cuando piensas en un vino de cariñena te imaginas un vino recio, de fuerte sabor y que permanece en la boca durante mucho tiempo y que amarga al final. Cutio no es nada de esto. Vale que mis gustos pasan por los sabores más fuertes a tenor de mi anosmia y, por eso, me suelo inclinar por garnachas, mencías, monastrelles y demás calaña de esta pero es que, en este caso, Cutio creo que es una delicia para cualquiera. De hecho, ha sido la primera vez desde que recuerdo mi defecto olfativo que, tras olerlo, me he quedado alucinado y les he dicho a mi mujer e hijo "No sé si huele bien o mal, NPI, pero me encanta este olor. Lo estaría oliendo toda la vida". A lo que ellos, cogiendo rápidamente la copa, me han confirmado que huele increíblemente bien, ¡Yujuuuu!
Como ya he dicho es un vino de Cariñena, barato dentro de lo que cabe (6€) siendo la añada de 2014 la que yo he probado. Con una graduación alcohólica normalita tirando a alta 14% y un intenso y brillante color picota con un ribete violáceo-rosado y una lágrima media-alta.
El sabor es fantástico, a frutas rojas maduras, frambuesa, cereza, grosella, con un toque avainillado y un equilibrio perfecto entre la acidez y la tanicidad, que deja un toque final en boca de taninos dulces que invita a seguir bebiendo más. En definitiva, es un vino equilibrado, amable, redondo para mi gusto y muy refrescante pero, sobre todo, riquísimo y divertido: ideal para iniciarse en el mundo de la garnacha. Por favor, no dejéis de probarlo, está riquísimo y, por supuesto, no os olvidéis del libro, merece la pena.
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