El unicornio es el primer libro que leo de Iris Murdoch. Guiado por la sinopsis de contraportada, la cual me indujo a pensar que me encontraría ante una bella historia gótica de misterio fantasmal (a día de hoy, no sé en que parte del texto resumen fui capaz de entrever esto). No ha sido así y, si bien he de decir que está maravillosamente escrito, desde luego no ha sido lo que esperaba.
Una joven institutriz cuyo futuro laboral ve un tanto incierto, y que alberga cierta frustración en el terreno sentimental, decide aceptar una oferta de trabajo.
El puesto la sitúa en un paraje solitario en la costa inglesa. En una zona que, según los mapas, parece alejado de todo y abandonado en el tiempo. Pese a todo, la oferta le parece una oportunidad que no puede rechazar. Tal vez le aporte una experiencia profesional insustituible, y la separación de su pareja, la ayude a centrar su vida y fijar sus prioridades. Lo único que no sospecha es que su alumnado no será infantil, sino la propia señora de la mansión.
La soltura narrativa de Iris Murdoch me ha dejado patidifuso. Nos encontramos ante un estilo, limpio, completamente transparente, que nos lleva en volandas de una frase a la siguiente; muy sencillo de leer, pero que encierra una gran calidad estética. En cada palabra se aprecia que Murdoch era una escritora perfeccionista que no pegaba puntada sin hilo. Pese a ser tremendamente ágil, se observa una clara tendencia a la elegancia y a la corrección formal.
Al principio de la novela parece entreverse un cierto aire de misterio que lo hace interesante en su contenido. El misterio que encierra a Hannah nos hace creer en algún aspecto gótico pero, en poco tiempo, esto se aleja de nuestra mente al percibir que el misterio en cuestión no es otro que una historia de amor y violencia marital. Tal vez, como consecuencia de infidelidades y celos o, tal vez (y también) por causa de tratarse de un matrimonio inglés cerrado y clasista que debe mantener las apariencias y ceñirse a estrictas normas incomprensibles para la gente normal.
A pesar de esta trama que, ya digo, no es la que esperaba, la novela gana mucha fuerza en el terreno descriptivo. Nos hallamos ante una novela de personajes, de profunda fuerza y que atraen hacia sí toda la carga narrativa, por encima de los devenires de la historia.
Todos los personajes, sin excepción, presentan una fuerza arrolladora, e incluso los que aparecen tan sólo mencionados allende los mares, son capaces de despertar emociones. Dependiendo de la experiencia de cada cual, empatizaremos más con uno u otro, amaremos u odiaremos más a éste o a aquella pero, me atrevo a aventurar que difícil será si los sentimos tal y como Murdoch los pensó, pues nos encontramos ante una doble realidad. Aquella a la que juegan los personajes haciendo que la escena siempre esté entreverada, con las frases a medio decir y las imágenes a medio mostrar, que consiguen el efecto de mantener la tensión constante; y aquella otra, metafórica, en la que la tensión, las emociones, los miedos, el mundo exterior y el sentido de la culpa narran la verdadera historia que subyace bajo la trama, pues me he visto ante una novela de una potente carga simbólica en la que la expiación de los pecados, el sentimiento de culpa, es capaz de nublar el juicio del ser humano, obsesionándolo consigo mismo y encerrándolo en un miedo eterno al exterior. Un miedo que crea un mundo insólito y particular. Extraño, pero hermoso a la vez.
No puedo olvidar mencionar el castillo de Gaze. Ese castillo que se alza imperturbable sobre las personas como un avatar ominoso y guardan de los secretos en los que se desarrolla toda la novela. De nuevo, y como sucede en la novelas en las que la descripción del entorno y el ambiente generado priman sobre la aventura y la acción, el castillo se convierte en un personaje más, que dota de sentido la existencia de Hannah y la novela.
En definitiva, otra novela que recomendar de Impedimenta. Una más de tantas. Reconozco que tal vez me haya defraudado un poquito en lo que esperaba, pero su lectura ha resultado altamente satisfactoria y no puedo sino alabar el estilo de Iris Murdoch, quien me ha parecido una autora de una brillante inteligencia y una pluma exquisita.
¡Hola! Entonces, ¿el unicornio es una figura narrativa o es un spoiler? Es que tengo curiosidad, ^^.
ResponderEliminarCreo que de esta editorial no me he leído nada aún, o al menos no en sus ediciones, pero siempre que los veo me dan ganas de llevarme unos cuantos a casa. Lo bueno es que hay varios en mi biblioteca, así que el año que viene seguro que caerá.
Una estupenda reseña, por cierto, ;), has sabido transmitir muy bien lo que nos vamos a encontrar entre sus páginas. El argumento, como siempre que se nombra a una institutriz, me ha sonado un poco a Jane Eyre, y también con esa relación tormentosa, no?
¡Un saludín!
Esther.
Hola Esther. El unicornio hace referencia a la pobre Hannah. A su sentimiento de culpa que la hace encerrarse en su mundo, de tal modo, que se convierte en un ser de fábula, bello e intemporal; inocente y puro sobre todo.
ResponderEliminarUn saludo y gracias por la visita.