martes, 31 de diciembre de 2013

El libro de las almas

Como decía hace un par de meses, el que la editorial Grijalbo me hubiese enviado El fin de los escribas me obligaba moralmente a leer esta trilogía. La reseña de La biblioteca de los muertos finalizaba diciendo que, si bien no me había parecido una buena novela, si que me había entretenido y picado la curiosidad lo suficiente como para lanzarme a por el segundo, algo que, a posteriori no sé si ha sido una buena idea. Esta segunda parte me parece mucho peor que la primera y me cierra un poco la mente para la tercera aunque, sin duda, la leeré dentro de un par de meses.

Ha pasado un año desde que el ex agente del FBI Will Piper descifrará el caso del Juicio Final y descubriera la existencia de una biblioteca secreta que relacionaba todos los nacimientos y muertes hasta el año 2027.
Se ha jubilado felizmente y se ocupa de su esposa e hijo, hasta que la dichosa biblioteca vuelve a llamar a su puerta.
En esta ocasión se trata de un volumen perdido, aparecido ahora y que será subastado. Casi en contra de su voluntad, pues la clausula de confidencialidad que firmó con Área 57 es su única salvaguarda, será contratado para conseguir el libro que, a su vez, lleva aparejado una serie de pistas secretas para resolver el gran misterio de la biblioteca.

Bueno, de nuevo se trata de una novela palomitera. Rapidísima en su ejecución y cometido que, ya casi desde el principio, me ha decepcionado. La trama principal del libro perdido se me antoja una mera excusa para continuar la serie, y el motivo por el que un par de ancianos casi difuntos contratan a Will no me resulta creíble, así como la forma en la que los miembros de Area 57 tratan de hacerse con el tomo, también me resulta de lo más patético.

En esta ocasión, no será hasta el capítulo 17 cuando volvamos a leer acerca de épocas anteriores que traten de esclarecer el misterio de la biblioteca pero, esta vez, me han resultado aburridísimos. Si en La biblioteca de los muertos, fueron estos los capítulos que me motivaron a seguir, aquí se suman a la mediocridad general y tratan de confundir al lector con los típicos guiños ucrónicos en los que personajes famosos no sólo toman partida en la historia sino que su vida cobra nuevo sentido a partir de la propia biblioteca. Esto, que en otras novelas puede constituir un revulsivo, aquí me ha parecido "un repulsivo".

Con respecto a los personajes, más de lo mismo. Siguen siendo más planos que un planisferio y aunque se pretende dotar de más profundidad al protagonista, el intento resulta tan infructuoso que antes de cada escena ya sabes como reaccionará el interpelado.
Por otro lado, tengo claro que se podría sacar mucho más partido de una situación en la que se conocen las fechas de nacimientos y defunciones. La posibilidad de crear paradojas o jugar con el futuro es infinita pero Glenn Cooper se muestra absoluta e indefeciblemente determinista. Los personajes toman decisiones a sabiendas de la fecha de los libros y actúan en consecuencia de las mismas, de tal modo que se elimina toda posibilidad paradójica o especulativa.

En definitiva, una novela que aprueba raspado, raspado por la facilidad de lectura y por que en esta segunda parte me he quedado exactamente igual con respecto a la propia orden de los videntes y sigo queriendo conocer algo más. Sólo por esto se lleva un 5 pelado y mondado.
Probablemente, leer el libro sin ningún tipo de pretensiones sino simplemente leyéndolo por el placer de leerlo, la novela gane enteros.


Con esta reseña finaliza un nuevo año de mojar la pluma en el Sapphire, y os deseo a todos un féliz año 2014 cargado de dicha y felicidad. Espero que estéis ahí a la vuelta.

¡¡¡FELIZ AÑO 2014!!!

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