La desaparición, de Tim Krabbe, es otra de esas novelas que, por azar del destino, encontré en una librería de viejo de Madrid, en concreto en una de las Ábaco, tienda a la que suelo ir casi todas las semanas. No sé que me llamó la atención de ella, tal vez una portada sobria, de colores oscuros y un dibujo que decía poco pero mucho a la vez; o tal vez fue la poca extensión de la misma, que me hizo pensar que sería un libro de rápida lectura; o tal vez la sinopsis de la contraportada, la cual me llenó de una morbosa incertidumbre. No lo sé. El caso es que, para variar, la acabé comprando por un par de eurillos.
Una pareja que está haciendo un viaje decide parar a hacer un pequeño descanso en una gasolinera. Será el último lugar en que se vean, pues ella desaparecerá como tragada por la tierra.
Ni más, ni menos. Son necesarias apenas 100 páginas para que el autor, Tim Krabbe, nos describa sin recovecos ni artificios lingüísticos toda la tensión, miedo, pesadumbre y rabia que produce un hecho tan misterioso como atroz.
Es una novela corta, pero muy dura en la que el autor logra involucrarnos en la misma y hacernos partícipes del sufrimiento del protagonista.
Como he dicho no necesita artificios, la lectura es muy fácil, pero no rápida, pues cada frase cae como un jarro de agua fría y nos acerca a una ficción que nos acecha tras cada esquina. Unos hechos mucho más cotidianos y cercanos que aquellos que leemos en las novelas al uso, con crímenes rebuscados y espectaculares a manos de un asesino despiadado que tiene motivos soterrados en lo profundo del alma y que quiere vengarse de alguien por una nimiedad. Aquí no encontraremos eso. Una desaparición; la angustia de no saber que ha pasado, de perder en la nada a la persona amada, sin saber porqué, sin pistas, y no volver a encontrarla nunca.
Esta pequeña novela está dividida en tres partes: la primera, en la que la desaparición es el centro de todo; una segunda parte que nos acerca a la nueva vida del protagonista pero que nos muestra como el recuerdo de la persona perdida persistirá pese a que se vuelva a ser feliz; y una tercera apoteósica, en la que el protagonista ansía descubrir que pasó y mueve los hilos para conseguirlo, pese a lo que le pueda deparar.
Es en esta tercera parte en la que conoceremos al asesino y sus motivaciones que para no desvelar nada no contaré, pero que resultan de lo más creíble y normal. Normal, de normal.
En este punto he de reconocer que al cambiar la temporalidad entre las tres partes, es necesario entrar un poco en cada una de ellas, pues al principio descoloca un poco el paso del tiempo de golpe.
Tal vez se eche de menos la investigación policial, pero es lo de menos. Esta es una novela de sentimientos perdidos, y ocultos; de personajes que intentan extraer un porqué y que te obligan a sentir lo mismo.
Una novela que ahonda en el dolor, en el recuerdo y en el deseo reprimido; en la motivación de actuar por una experiencia, por un "yo que sé que será".
Una obra que me hizo sentir angustia, miedo, certeza de la incertidumbre, y me hizo pensar en la frugalidad de la vida, en como un simple acto de terceros te puede apartar de todo y de todos, (a ti o a cualquier ser querido) y echarlo todo por tierra.
Una novela para agobiarte, para pensar, para emocionarte. Una novelita que recomiendo sin el menor asomo de duda.
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