sábado, 4 de junio de 2016

No hay Espadachinas sin Armas (de guerra)

Hacía mucho que no leía nada de Robert E. Howard, y como tengo 3 pequeños libritos editados hace unos años por Biblioteca del Laberinto cogiendo polvo en la estantería, decidí que ya era año de leer alguno de ellos, por aquello de no tirar el dinero gastado, más que nada.
Así que decidí empezar por Espadachines, un tomo con historias de tres grandes mujeres de la bibliografía del genial escritor texano. De las tres, tan sólo creía conocer a Sonya la Roja, pero he visto que no ha sido como esperaba.
Preparado para enfrentarme a combates sin cuartel y a una lección de espada y brujería, pensé que el nombre del vino Armas de Guerra le veía que ni pintado. Un vino con uva Mencía, de la D. O. vinos del Bierzo.

El presente volumen nos ofrece cuentos de 3 damas, supervivientes y guerreras: la francesa Agnes de Chastillon; la pirata Helen Travel; y la mercenaria Sonya la Roja.
No puedo decir otra cosa salvo que me ha sorprendido la frescura y el buen hacer narrativo de Howard. Esperaba algo menos elaborado, más al estilo del Conan apresurado y rugoso cuyos combates son universales y apasionantes pero, no. Me he encontrado con tres cuentos de un Howard medido y depurado que ofrece mucha importancia a los personajes, proporcionándoles un carisma y fuerza muy interesante.
Es cierto que se ven elementos comunes en los tres: Howard presenta a personajes mujeres menospreciadas por los hombres, como género me refiero. Mujeres que han de forjarse un camino a base de la espada; y con un fuerte carácter que hace que se equiparen a los hombres. No faltará quien pese a su nombre siga pensando que el campo de batalla no es lugar para mujeres, pero la fiereza, voluntad y dureza de carácter que arrostran estas heroínas ya se encargarán de callar a los malpensados.
Evidentemente, para aumentar el poderío, las habladurías y la exacerbación de los deseos, Howard no queda conforme con imprimirles independencia, garra y temperamento, sino que también las hace altamente atractivas -se ve que Howard tenía pasión por las pelirrojas pues todas tienen los cabellos del color del fuego- (aunque pensándolo bien, es comprensible, el cabello pelirrojo denota poderío y pasión a partes iguales; conjugado con un cuerpo de infarto, uy, uy, uy). El amor jugará algún papel en sus historias, ya se trate de una obligación, una evasión de los recuerdos, o del deseo sexual que son capaces de despertar, aunque solo en la imaginación de los hombres.

Los cuentos se desarrollan en períodos históricos reales. Ni siquiera en el caso de Sonya la roja, de quien esperaba algo tipo Conan, se sale de este género. A posteriori he descubierto que la Sonya que yo esperaba encontrar (Red Sonja) es un personaje de los cómics basado en esta Sonya de Rogatino de Howard, pero no la misma. ¡Hasta aquí mi ignorancia!
Nos encontramos ante la historia de una mujer que huye de su forzada boda, en la Francia del XIV; de una mercenaria luchando por salvar el sitio de Viena; por último, una pirata surcando las aguas del Caribe.
Me ha resultado mucho más interesante de lo que esperaba encontrarme con estos momentos históricos y poder participar en mi mente de ellos, más que si hubiera sido una simple fantasía.
Los cuentos son de un protagonismo claro por parte de las mujeres (no hace falta decirlo, ya lo sé). El segundo de ellos, el de Sonya, tarda un poco más en llegar, casi medio cuento. Tanto que ya pensaba que era un error del libro y no salía la espadachín en este cuento. X) X) X) Ha sido el que menos me ha gustado de los tres, también hay que decirlo; siendo el primero de ellos, el de Agnes de Chastillon, el que más lo ha hecho. En este caso, he de indicar también que se trata del personaje más representativo, pues su historia se divide en este volumen, en tres cuentos casi correlativos en el tiempo.

Por último, lo que he dicho al principio: No tengo claro el lugar que ocupa esta novela en el corpus del autor. No tengo, ni he tenido ganas de bucear en su bibliografía para ver en que etapa de su corta pero productiva vida lo escribió, pero me parece una obra de cierta madurez narrativa; muy bien escrito y de tiempos y tonos medidos.

He dejado para el final el vino, pues en esta ocasión no lo voy a recomendar, así no aburro y quien se lo quiera saltar puede hacerlo sin problemas, pues la reseña literaria está durmiendo ya el sueño de los justos. El vino no es malo, claro que no, pero el nombre y la uva (tengo grandes recuerdos de situaciones en los que he bebido Mencía) dicen mucho más del vino que su sabor. Me ha defraudado y, por tanto, no os lo voy a recomendar, pero aun así os contaré un poquito sobre él. Al menos que conozcáis mis impresiones.
Se trataba de Armas de guerra, añada 2014 (4,40€).
Un vino joven de uva Mencía de las Bodegas Vinos de guerra y denominación de origen Bierzo. En copa resulta bonito: granate intenso con ribete púrpura y capa alta de fondo. Al trago se percibe un sabor frutal algo insípido. Ligeramente ácido. Con la tanicidad justa y un postgusto largo con recuerdos ligeramente florales. Me ha resultado un vino bastante plano al que no he sido capaz de sacarle nada especial.
Un vino que no está mal para el día a día pero que no me ha sugerido nada especial. Un vino correcto, sin el empaque de los vinos del Bierzo. 

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