sábado, 8 de diciembre de 2012

Nacidos de la bruma I: El imperio final

 Tres años llevaba este libro acumulando polvo en la estantería. Tres años en los que al principio pensaba, "a ver cuando está publicada la trilogía completa para leerlo" y, una vez publicada, pese a que ansiaba leerlo, siempre había algún otro libro que se cruzaba en la lista y era preciso leerlo antes. Pero esto se acabó, una vez se ha editado Alianza de Ley, ya no he podido esperar más y me lancé a por él. Dios, ¡qué ganas! Dios, ¡qué gustazo me he dado! Dios, ¡qué portada más horrenda! De las peores que he visto nunca.
No en vano Brandon Sanderson es uno de los autores del fantástico que más consigue hacerme viajar. Tal vez no sea perfecto pero crea auténticas estrellas en mi cabeza que visito con la boca abierta.

Hace 1000 años que el Lord Legislador venció a la Profundidad. Momento en el que se convirtió en Dios absoluto. Desde entonces el mundo ha perdido el color y se ha sumido en el gris: el aire está continuamente poblado de cenizas, nada florece y las brumas nocturnas esconden monstruos de leyenda.
Durante esos 1000 años el legislador es dios y déspota, y con su mandato sobre obligadores e inquisidores de acero mantiene a los skaa esclavizados mientras los nobles disfrutan del poder y de la magia, la alomancia. Pero pese a las leyes del Lord Legislador, los nobles han yacido con las mujeres skaa y algunos bastardos han heredado los poderes. 
En este panorama reaparece Kelsier, el único skaa que ha sobrevivido a la tortura de los pozos de Hathsin y, junto a su grupo de alománticos y a la recién encontrada, Vin, se proponen derrocar al Lord Legislador.

Sanderson es un escritor que escribe para las masa. ¿Qué quiero decir? Que no es necesario tener un nivel de cultura muy elevado ni precisar de un gusto refinado por la literatura para seguirlo. La relativa sencillez de su prosa, unido a la facilidad para la creación de tramas, giros argumentales y su capacidad para la evasión, lo convierten en un autor asequible y disfrutable por todos los públicos, como creo que es. Sanderson posee una prosa sencilla, pero rápida que mantiene la tensión en el lector, y sus novelas plagadas de momentos emocionantes hacen que no puedas parar de leer.

Nos encontramos en esta ocasión con la típica historia de opresión en la que el héroe escapado se opone al sistema y busca la justicia que libere al pueblo. Si bien la finalidad en sí no es nada nuevo, Sanderson se las ingenia para mantenernos en vilo. Por un lado el trasfondo tanto geográfico como histórico de la ficción es más que interesante. Del mundo poco se sabe, ya que la novela se desarrolla casi exclusivamente en Lutadel, la capital, pero se deja entrever la existencia de otras zonas, y no deja de maravillar la tristeza del panorama que produce la ceniza reinante y esas brumas misteriosas que traen, tanto monstruos como magos, de los que hablaré en un momento.
En cuanto a la historia, Sanderson sabe dejar caer las perlas suficientes como para querer saber más, por medio de pequeños fragmentos al comenzar cada capítulo y con la ayuda de un secundario que suele servir de nexo con el pasado. 
Por otro lado están los personajes. Personajes dotados de vida y en los que se puede apreciar claramente como evolucionan a través de las circunstancias. Esto se observa en la transformación general de Vin, que verá como su mundo de miedos y engaños, de miseria, da paso a un mundo en el que la confianza es lo más importante para subsistir. Se observará también en los altibajos de Kelsier, pero también en las dudas que acarrearán sus compañeros de fatigas, así como en las factibles grietas de la nobleza.

Es fácil engancharse a una trama como la descrita en El Imperio Final. Basta leer el inicio, en el que un simple hombre es capaz de acabar con la guarnición al completo del castillo de un noble para intuir que se va a cocer algo interesante.
Un héroe en parte antihérore que pretende derrocar al más poderosos gobernante del más legendario imperio y para ello se rodeará de una cuadrilla de estafadores en aras de conseguir el plan que persigue.
Sanderson se encarga de llevar adecuadamente el tempo narrativo y junto a la elevada carga aventurera nos ofrecerá varios giros en los acontecimientos que obligan a no perder comba y que alimentan la tensión no dejando que se apague. A esto le sumamos un sistema de magia realmente innovador. No ya en los efectos, los cuales pudieran resultar simples y con poca variedad, así como poco originales, sino en cuanto a metodología arcana y la vistosidad conceptual.
Y es éste, uno de los puntos más interesantes de la novela, pues Sanderson inventa un sistema en el que ciertas personas tienen el poder de obtener poderes tras la manipulación de diversos metales. Estos metales, una vez ingeridos son "quemados" a voluntad para obtener determinados efectos "mágicos". Poco más quiero contar del sistema, prefiero que lo descubráis por vosotros mismos (si es que aún queda alguien que no lo haya hecho ya).
Podemos distinguir entonces, dos tipos de utilizadores de magia: los brumosos, aquellos que sólo pueden extraer los efectos de un metal y, los nacidos de la bruma, que pueden utilizarlos todos y que pasean sin miedo entre las brumas nocturnas.
Un sistema, a mi modo de ver, muy original y que constituye uno de los puntos fuertes del autor: el desarrollo de sistemas mágicos simples pero coloristas y llamativos, como la alomancia y la ferruquimia (leedlo para descubrirla) de El Imperio final; la elevación biocromática, del Aliento de los dioses; o la maldición que elimina la magia, de Elantris.

Por último, todo el imperio final está rodeado de un halo religioso que facilita la inquina hacia el Lord Legislador, pues se nos muestra como un ser todopoderoso que en su calidad de redentor tiene, no sólo la excusa, sino también la convicción para oprimir al pueblo skaa. El fervor religioso se observa también en el fanatismo de los inquisidores de acero  y en la lealtad a las normas de los obligadores. También se despierta cierto temor reverencial a la llegada de la noche y a lo que esconden las sombras como parte del misticismo religioso.

Sigo pensando que, pese a que hay mejores escritores y mejores historias que ésta, El imperio final es la muestra clara de por qué (para mi) Brandon Sanderson es el mayor exponente de la fantasía épica actual. Un escritor capaz de alcanzar cotas de maravilla olvidadas hoy en día y que consigue mantener la tensión y el ansía lectora página tras página por muchas que contenga el libro (sin desmerecer a Bakker, Erikson, Sapkowsky, Kearney, Guillém López, y alguno más).

En definitiva, ya he dejado claro lo que pienso. Está claro que me encanta Brandon Sanderson y no puedo hacer otra cosa más que recomendárselo encarecidamente a los lectores de fantasía aunque, a estas alturas, no creo que haya nadie que no lo haya leído.

2 comentarios:

  1. Me alegra ver que no soy el único que piensa que esa portada es horrorosa y no le pega nada de nada al libro...

    Yo me leí la trilogía entera hace muy muy poquito (Alianza de Ley la tengo en la cola de lecturas pendientes) y me dejó un magnífico sabor de boca. Es una fantasía muy fresca, con personajes excelentemente definidos y más de una y dos sorpresas a la vuelta de la esquina...

    Junto con Abercrombie y Brett, de lo mejor que tiene la fantasía hoy por hoy.

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    Respuestas
    1. ¡Vaya! Justo dos que no he leído todavía. A Abercrombie lo tengo en la pila, a Brett no, pero si me lo recomiendas habrá que hacerle un hueco.
      Muchas gracias por la visita.

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