martes, 2 de noviembre de 2010

Aníbal

La novela histórica es un género que me gusta y suelo disfrutar mucho, pero es evidente que lo sitúo en mis gustos por detrás de la C-F y la Fantasía. Tanto, que el libro que voy a comentar a continuación llevaba cogiendo polvo en la estantería más de dos años... y ya iba siendo horita de pasarle un trapo por encima.

Aníbal nos cuenta la historia del famoso general, visto desde el punto de vista cartaginés, de la mano de un viejo banquero amigo de la familia, Antígono, que a lo largo de su vida nos irá relatando la idiosincrasia del Imperio Karjedonio y los avatares por los que han de pasar los miembros del clan Barca.

Aunque es probable que más de uno pueda decir que esta descripción no se ajusta del todo con la realidad del libro, y en parte tendrá razón, pues si bien es cierto que el pequeño resumen pergeñado es correcto, no es menos cierto que el título de la novela resulta muy engañoso; pues no será hasta la página 300 (de las 600 y pico que tiene la novela) cuando en realidad empecemos a conocer a Aníbal. Habiendo estado las anteriores 300 páginas destinadas a narrarnos los pormenores de Antígono, un extranjero meteco en Kar-Hadtha, para conseguir que el clan Barcida y su patriarca Amílcar Barca, tengan un lugar más justo e importante en la vida de la ciudad. Aunque a estas alturas nadie debería sorprenderse, pues Gisbert Haefs ya nos tiene acostumbrados a este tipo de novelas: en Troya o en Alejandro Magno, por citar algún ejemplo.
Es por tanto una lectura ardua y tensa, pues te sientes defraudado desde el principio, y no será sino la calidad como escritor de Haefs lo que nos haga continuar adelante para obtener, una vez acabado el libro, una grata satisfacción y recompensa y reconocer tras 600 páginas que el viaje ha sido duro y largo, pero ha merecido sobradamente la pena.

Gisbert Haefs despliega una técnica de una calidad evidente. Pasito a pasito nos va guiando por momentos emotivos e importantes de la historia de Cartago, empleando siempre un cuidado y correcto lenguaje y describiendo la cotidianeidad de la ciudad de forma que nos resulta muy cercana. De este modo la ciudad de Kar-Hadtha y la vida en la misma constituye el elemento más educativo y recalcable de la obra, e tal forma que realmente nos sentimos transitar por sus calles.
Entremezclados con la apariencia tranquila de la narración de Antígono podemos observar momentos de auténtica dureza, como la tortura del mercenario Matho; de tensión, como las disputas entre Amílcar Barca y Hannón el Grande; de esperanza, como el ascenso a los Alpes; de gloria, como la llegada a Roma; o de grandeza, como la Batalla final con Escipión en Zama.
Como es sabido los cartagineses eran un pueblo eminentemente mercante y por tanto las diferentes conquistas y movimientos se efectuaban según posibilidades comerciales. Algo que Haefs consigue mostrarnos tras las continuas luchas del consejo entre los partidarios de los Barcidas y los de Hannón el Grande, quien ignorará cualquier intento de crear un verdadero consejo democrático participativo y cualquier intento de conquista real para construir un gran imperio y siempre se mostrará inclinado a mostrar sumisión a Roma para su propio beneficio. Un Hannón, debidamente demonizado y al que se le empieza a odiar desde el mismísimo inicio de la novela, aunque es claro un elevado grado de maniqueísmo en el texto por parte del autor.

De este modo, con paso lento pero firme Haefs nos meterá de lleno en la guerra de los mercenarios junto a Amílcar y a Asdrúbal para posteriormente conseguir que caigamos rendidos a los pies de Aníbal, mostrándolo como uno de los generales más importantes de la historia, por encima incluso de Alejandro, Pirro o Darío. Un general que piensa en sus hombres y en su pueblo, que siempre está al lado de los necesitados e intenta dar sus fuerzas a aquellos que ya no la tienen.
"La china tiene suerte. Si el gran Alejandro hubiese sido Aníbal, sus hombres no se hubieran sublevado en el Indo; hubieran seguido avanzando."
Pero esta misma grandeza será la causante de su ruina, pues el consejo de ancianos de la ciudad lo teme tanto o más que Roma, y lo mantendrá con las tropas justas y necesarias para mantener siempre una guerra de posiciones, pero nunca conquistar Roma aun estando al alcance de la mano.
"Los ancianos reflexionaban sobre que sucedería si Aníbal recibía los medios necesarios para terminar la guerra. Los medios estaban allí, todos los sabían, pero ¿Quién contendría a un Aníbal victorioso, endiosado por las tropas y aclamado por el pueblo?"

La conclusión es que es una muy buena novela, con ciertos lastres, por supuesto, como pudiera ser la mistad del libro inicial aunque, como ya he dicho, una vez terminado se ve claramente su trascendencia; y como no, por un detalle importante: la confusión de nombres es pasmosa. Los nombres se repiten a tutiplen; hay un momento en que se juntan en una misma conversación Asdrúbal Barca, Asdrúbal el Bello, Asdrúbal el Cano mientras hablan del comandante de flota Hannón y el segundo al mando, otro Asdrúbal, con respecto a Hannón el Grande. ¿Qué me decís?
Pero en definitiva es una gran novela cuya recompensa es grande si se tiene la paciencia suficiente para acabarla.

domingo, 24 de octubre de 2010

La Cicatriz

Hacía ya varios meses que lo veía mirarme desde la estantería, pero yo no le prestaba atención. Los ojillos de su negro lomo me arañaban la espalda y cada vez que me giraba veía como había cambiado de posición. Me estaba buscando, y siempre se colocaba en el hueco de la estantería que coincidía con mi línea visual aunque siempre lo desechaba; la diminuta tipografía utilizada por La Factoría en este libro me echaba para atrás. Hasta que por fin me decidí a cogerlo. al fin y al cabo, pensé, Mieville es icono de calidad y no me defraudará. Era el tercer libro que iba a leer ambientado en Bas-Lag y estaba seguro de que me gustaría.

La Señorita Bellis Gelvino huye de Nueva Crobuzon tras haber estado relacionada con un individuo considerado altamente subversivo por los dirigentes de la ciudad. Es cuestión de tiempo que la localicen, por lo que decide embarcarse en el Terpsícore, que la llevará a la lejana Nova Esperium, donde permanecerá oculta un par de años, hasta que el barco vuelva de nuevo a la zona.
Pero su destino se truncará por completo cuando el barco es asaltado por piratas, que tras asesinar a los miembros más importantes de la tripulación conducirán a Bellis y al resto de pasajeros a la misteriosa ciudad de armada en calidad de ciudadanos forzosos.

Como siempre, enfrentarse a un libro de China Mieville es enfrentarse a
lo desconocido, a una imaginación apabullante, quintaesencia de la imaginación y a una prosa riquísima en matices. Por eso, al empezar a leer éste (para mí) tercer libro de Mieville ambientado en Bas-Lag, segundo en el orden publicado, no las tenía todas conmigo, pues las dos novelas leídas, aun habiéndome parecido soberbias, las recuerdo con calidades muy dispares. Y que puedo decir, La Cicatriz me ha parecido sublime y la mejor de las tres con mucha diferencia.
Mieville es en la actualidad el escritor con más capacidad para llenarme de infección el corazón y conseguir que mi cerebro se convierta en hediondo petróleo. Adentrarse en sus páginas es caminar entre calles herrumbrosas y sucias, llenas de tuberías parcheadas y chimeneas victorianas supurantes de smog junto a potentes rascacielos. Calles por las que pasea la inmundicia y la corrupción de la mano de seres oprimidos y que ansían rebelarse. Calles infestadas de estrambóticas razas entremezcladas: mujeres con cuerpo de mántis; hombres con cabeza y alas de águila; peligrosísimas mujeres insecto; Hombre con cuerpo de langosta; inteligencias artificiales; hombres transformados en monstruos en virtud de la ley operante; y yo qué sé cuantas cosas más..... Una deliciosa mezcla de ambiente Steam y Neo-gótico Punk. Todo ello estalla en nuestro cortex cuando la argamasa formada por las palabras de Mieville nos permite visualizarlo, pues son estas palabras las que llenan de potencia y oscuro lirismo sus historias. Con una prosa ultrarrecargada y barroca (no tanto en la cicatriz con en el resto), con infinitos matices y un extenso y culto vocabulario, Mieville es capaz de dotar de un fuerte carácter no sólo a los personajes, a cual más impactante y cargado de experiencias, sino también a las ciudades, que cobran vida propia a nuestros ojos y se convierten en entes enfermos, decadentes y esperanzadores a un tiempo, cargados de un ambiente opresivo, fácilmente respirable e impregnado fuertemente de la propia ideología social del comprometido autor.
En este caso, Mieville nos aleja de Nueva Crobuzon y nos sumerge en Armada, una fascinante ciudad construida sobre la base de cientos de barcos y que se mueve lentamente por el océano. Esta novela respira sentido de la maravilla por los cuatro costados, desde la fascinación ejercida por la ciudad, estructurada por barrios con sus correspondientes mandatarios y organizaciones; pasando por la historia tierna, cruel y fanática de los Amantes; la extraña mezcla de fantasía que nos trae la taumaturgia con una avanzada pero anquilosada tecnología que nos acerca más al misticismo que a una ciencia futurista; por la utilización de la magia para invocar a una de las criaturas más sorprendentes que recuerdo haber leído, el avanc; o incluso por lo que representa la propia Cicatriz, un lugar donde impera en todo su esplendor la física de posibilidades; al tiempo que nos avanza datos e historias sobre otras inhóspitas tierras y habitantes del universo Baslagiano. Oír hablar de Las Gengris, del Cromlech Alto o de las guerras Annophelii, no hace sino conseguir que me muerda las uñas queriendo leer algo más sobre ello.
Me sorprende la dicotomía con respecto a la libertad ofrecida por Armada: por un lado priva de ellas a los pasajeros al obligarlos a una vida de reclusión en la ciudad, pero por el otro los dota de total libertad para rehacer sus vidas e incluso otorga una nueva vida a aquellos condenados en Nueva Crobuzon.
Así como también la historia de Los Amantes. Me ha parecido cargada de un impactante romanticismo sado-maso contenida en un potente simbolismo, que sumerge la fuerza del Amor Eterno y el ansía por el poder en el mismo caldo de cultivo primordial.
Así, Mieville ha conseguido crear algunos de los personajes más interesantes e impresionantes que he tenido el gusto de encontrarme: los propios Amantes; el fantástico Brucolaco; el misterioso y poderoso Uther Doul y su "impredecible" espada; el inteligente y despiadado Silas Fennec; o el sensato y emotivo Tanner Sack (siempre bajo mis impresiones, claro).

En definitiva, no quiero enrollarme más: Para mí, absolutamente maravilloso. Ardo en deseos de hacerme con The city and the city.

sábado, 16 de octubre de 2010

El sueño de la razón


La novela de Juan Miguel Aguilera era una de esas a las que le tenía muchas ganas porque, La locura de Dios me dejó un magnífico sabor de boca pero, Rihla me pareció, francamente, excepcional, una novela redonda, llena de un profundo sentido de la maravilla y que me entusiasmo. Pero bueno, no es de ninguna de estas novelas de la que voy a hablar; es el turno de El sueño de la razón, la cual me ha parecido una muy buena novela, aunque no me ha gustado tanto como Rihla.

Luis Vives es un joven humanista valenciano, discípulo de Erasmo de Rotterdam, que trabaja en un tratado filosófico sobre las enfermedades del alma, hasta que le llega la oportunidad de su vida, examinar a Juana la Loca con el fin de diagnosticar su mal.
Celeste, por otro lado, es una joven bruja que en su ritual de iniciación recibirá indicios de una misión desconocida.
Ambos se verán embarcados en la Nao Real que los llevará a España junto a Carlos I (ó V, según se mire) para tomar posesión del trono que ha dejado vacante su madre.
En el camino, Celeste descubrirá en que consiste la misión a cumplir y Luis conocerá de cerca el misterioso "otro mundo". Ninguno sospecha lo que les depara el destino ni lo que esconde su pasado.

Juan Miguel Aguilera es un autor que considera, que siente, que la ciencia ficción se esconde en los lugares más imprevisibles. Es capaz de conjuntar un período histórico con una historia cuasi-fantástica, contada con sencillez y desde un punto de vista cuyo resultado debe encajarse en parámetros Ci-Fi. A mi, personalmente, me encanta.
Tiene varios detalles que poco a poco van deviniendo en sello de la casa y que lo convierten en un autor original y brillante, una rara avis poseedor de una prosa elegante y cuidada sin necesidad de excesos ni recargos. Sus novelas (al menos las tres que he leído) siempre están interpretadas por pensadores, personajes de intelecto en lugar de acción; con tradiciones y períodos ibéricos como telón de fondo; y con un desarrollo tecnológico tal, que lo que a nosotros nos resulta algo normal y corriente, parece algo mágico visto desde la perspectiva de los habitantes de las novelas.
Del mismo modo, nos encontramos ante situaciones propias del genero cuando Ramon Llull en La locura de Dios encuentra la ciudad del Preste Juan; cuando Lisán Al-Aysar llega a la América precolombina en Rihla; o cuando Luis Vives toma conciencia de que el mundo de los espíritus realmente existe en El sueño de la razón. Si extrapolamos los contextos históricos de estas situaciones a nuestra era, nos encontramos con escenas parejas a vérnoslas cara a cara con un alienigena: el encuentro con el otro, con lo desconocido. Esto, propio de la Ciencia Ficción se nos antoja a nuestra experiencia lectora disfrazado con un velo de fantasía, lo que quizás haga tan difícil la clasificación de este libro, que suscita muchas opiniones al respecto.
Sin embargo, Aguilera dota de tal verosimilitud sus obras, que el marcado carácter
ucrónico de las mismas nos invita a introducirlo en nuestro acervo cultural y considerarlo meta-histórico, quizás porque de este modo la historia sería mucho más atractiva.
Y así, un período de la historia de España que nunca me ha parecido particularmente atractivo (a mí, claro) se convierte en una cita mágica, misteriosa y llena de matices que ansío explorar.

Podemos dividir el conjunto de la novela en dos partes claramente diferenciadas: una visceral, mágica y aventurera, dominada por Celeste, en la que desde el principio debe buscar su misión en el entramado literario y se encontrará con multitud de impedimentos para que lo consigue; y por otro lado, una parte lógica y sentimental, representada por Luis Vives, como un personaje no tan carismático como Celeste pero que aporta el toque racional, emotivo e ingenuo propios de una persona cultivada que no cree en lo que no puede ser demostrado, a pesar de que prepara una tesis sobre el alma como parte integrante de la buena salud del ser humano.
Así nos encontramos con una novela plagada de aventuras que nos hará recordar la antigua grandeza del Imperio Español, pero también con toques emotivos que nos harán revivir episodios bochornosos de la historia del país; con unos personajes carismáticos y llenos de fuerza a los que se unen los encuentros con personajes famosos de la época (algo a lo que los escritores son muy dados a acudir como efecto de choque), como el Bosco, Erasmo de Rotterdam o un guerrero Iñigo-Ignacio de Loyola.

En definitiva, una muy buena novela, personalmente no me ha satisfecho tanto como Rihla, pero en la que se observa la continua evolución en la escritura de Aguilera con una prosa cada vez más cuidada y elegante y la capacidad para convertir patitos feos en bellos cisnes, tan sólo menoscabado por una edición decepcionante, por un texto plagado de errores, palabras repetidas, letras comidas, voces y nombres equivocados que lastran enormemente la lectura, algo que una editorial como Minotauro debería haber cuidado más con una buena corrección. Imagino que no fue así, pero da la impresión de que se ha utilizado software corrector más que un profesional.

viernes, 8 de octubre de 2010

¿Buena política?


Hola, no suelo hacer este tipo de comentarios, pero la verdad es que me he quedado flipado.
Hoy mismo he recibido una nota de prensa de la Factoría de Ideas indicando que ponen a la venta la tercera parte de una saga que he ido reseñando: Los diarios de la Familia Drácula. Pues bien, tras leer los datos que me proporcionan se me ha caído el alma a los pies. ¿Cómo es posible que cambien al traductor en el libro que finaliza la serie? Teniendo en cuenta que además de la historia en sí, lo que me había fascinado era la traducción de Ester Mendía, ahora me encuentro que la cambian por David Cruz. Con todos mis respetos hacía él, no digo que sea un mal traductor, pero el resultado de los dos primeros libros era magnífico. ¿Por qué cambiarlo? Por supuesto, imagino que tendrá alguna explicación, pero de verdad que yo no la encuentro. ¿Es esto una buena política? ó ¿La Factoría vuelve a lo de tiempos atrás con el tema de las traducciones? No me canso de repetirlo, pero, de verdad que no lo entiendo. Vosotros ¿Qué pensáis?
A lo mejor pensáis que soy un poco friki o tiquismiquis con lo de los traductores pero, ¡joder!, es que me parece que un buen traductor se merece un respeto y tiene un mérito casi tan alto como el de un buen escritor.
Tal vez sea una pataleta, no digo yo que no, pero por lo pronto este será un libro que no compraré, me da igual quedarme con la saga a medias, a no ser que lo encuentre en alguna biblioteca.

lunes, 4 de octubre de 2010

Las aventuras de Ulises


Desde hace ya 8 años, y digo bien, son 8, tengo la costumbre de leer un cuento a mi pequeñajo (10, 20, 30 ó 50 páginas según el día) a la hora de ir a dormir. En los últimos años nos hemos tragado juntos la serie completa de Cuentos infantiles del País, la de Bat Pat, la de Kika Superbruja, y la de Gerónimo Stilton entre otros. Esta última, la verdad es que la leemos con total disfrute, pues son libros cargados de humor y aventuras a cual más disparatadas, y bien, leyéndoselo yo, leyéndolo él o leyéndolos juntos, la verdad es que nos lo pasamos pipa. Pues bien, hace poco leímos una versión de la Odisea en clave Stiltoniana y es un honor para mí presentaros la primera colaboración de este pequeño duende de 8 años y tres días que atiende por el nombre de Álvaro.


Se titula Las aventuras de Ulises. Geronimo cuenta una historia de cuando estuvo en el Olimpo. Ulises se va de Itaca y Poseidon le impide volver a Itaca. Se enfrenta a Polifemo, a Caribdis, a la maga Circe, a las vacas sagradas de la isla del sol, etc... Al final llega a Itaca y para que no lo reconozcan Atenea le convierte en un mendigo. En la casa de Penelope su mujer hay muchos pretendientes. Ulises lucha contra ellos y los gana y vuelve a ser el rey de Itaca y está feliz con su familia.
Lo que más me ha gustado ha sido cuando han luchado contra Polifemo y lo que menos me ha gustado ha sido que los pretendientes han sido muy malos.
Es un libro muy bonito y ha sido uno de los mejores que he leído.

Álvaro G. (Alien Force)

Bueno, y ¿Por qué decido subir una nota sobre este libro? Pues evidentemente porque me parece parece un gran libro que logra con creces su función: la de entretener a la vez que educar. Y esto es así porque consigue acercar a los niños a la literatura, no sólo a la lectura de cuentos de perros y gatos, de animalillos y frases para niños, sino a la lectura de los clásicos, a una literatura en la que se obtienen valores y conocimientos, en la que se ha de pensar para intentar comprenderlo todo y en la que, por supuestísimo, te diviertes mucho leyendo. Ya sé que en la actualidad hay libros que han conseguido atraer al redil lector a un grandísimo número de jóvenes: sagas como la de Harry Potter o Crepúsculo, el problema a mi entender es que todo queda reducido a eso, cuando han acabado de leer estas novelas
o sagas, las vuelven a leer de nuevo una y otra vez sin dar oportunidad a nada más o, en el peor de los casos, abandonan la lectura. Es decir, creo que son obras que no crean lectores definitivos, sino ocasionales. Esto sólo es posible con esa literatura de siempre que nos hace viajar y conocer nuevos mundos o partes exóticas de este en el que vivimos; esa literatura que nos hace reír y llorar, que nos hace olvidarnos de todo y nos convierte por un momento en un náufrago en una isla desierta o nos pone en la piel de un pequeño niño Rey de un planeta igualmente pequeño; pero que a la vez nos hace comprender mejor ciertos hechos de nuestra vida cotidiana.
Esa literatura que, desgraciadamente, está cada vez más alejada de la sociedad actual, no sólo de la infantil aunque, es bien cierto, que es ya en esta temprana edad cuando se empiezan a sentar los hábitos lectores, y que para educadores profesionales y padres en general parece no tener excesiva importancia una vez superados los primeros cursos de primaria, en los que las erróneas políticas de fomento de la lectura consiguen ahuyentarlos de
los libros en lugar de conseguir el objetivo esperado.
Yo no estoy de acuerdo, La lectura conseguirá hacer que nuestros hijos sean mejores estudiantes al ayudarles a entender mejor, permitidme la redundancia, lo estudiado, y ¿Por qué no? a ser mejores personas, al ser capaces de conocer muchas experiencias diferentes que los pongan en el camino de tomar las decisiones más correctas.
Pues bien, cómo decía, está colección de libros de Gerónimo Stilton editada por Destino, cumple sobradamente esta función y los acerca a Homero, a Verne o a Stevenson, retocando las obra de estos genios para que resulten atractivas a los pequeños y, para ser sinceros, a los no tan pequeños: yo me lo he pasado teta.

viernes, 24 de septiembre de 2010

El Círculo de Jericó


Hace ya más de un mes que terminé este libro, pero es que no me apetece mucho escribir, la verdad, lo siento, deben ser los efluvios de llevar ya casi medio año a doble jornada laboral, y se me quitan las ganas de to’.

En fin, no suelo leer mucho relato, craso error, lo reconozco, pero había leído varias buenas críticas sobre Cesar Mallorquí, así que me embarqué en la lectura del Círculo de Jericó. He de reconocer que esperaba mucho más, pero aún así ha sido un gran aperitivo que me sitúa en la senda de alguna novela más extensa y ambiciosa de Mallorquí.

Un escritor y su familia, durante una excursión por Gerona, deciden visitar el cono volcánico de Santa Margarita. Allí los sorprenderá una tormenta y se guarecerán de ella en una cabaña abandonada, donde conocerán a un variopinto grupo de personajes que han corrido la misma suerte que los y dicen pertenecer a un club llamado “Círculo de Jericó” cuya misión es la de contar historias sobre situaciones perniciosas que podrían ocurrir de tal modo que, siguiendo el famoso dicho de los deseos personales, “si lo cuentas no se cumple”, puedan evitar el peligro que supondría para la realidad la constatación fáctica de dicha historia.De esta forma este hilo conductor une a modo de fix-up diversos cuentos que poco o nada tienen que ver entre si y que salen de la boca de cada uno de los integrantes del misterioso Círculo.

  • El escritor, la muerte y el diablo es una nueva versión de la manida historia de pactos con el diablo, solo que en clave de humor y mezclando el ansia de todo escritor por ser famoso con un diablo de la era de la informática.
  • El rebaño es una hermosa historia en la que tras la destrucción de la humanidad, las cosas continuan funcionando por si solas durante un tiempo. Dos líneas argumentales, en la figura de un perro pastor y un satélite ponen la nota sentimental y filosófica del cuento.
  • El mensaje perdido es, quizás, el peor cuento de la colección: Una comunicación alienígena interfiere por error en el cerebro de un recien nacido. El impacto de este rayo cósmico le abrirá la menta hacia una superconciencia que lo convertirá en la mente más poderosa del planeta.
  • La pared de hielo: una multinacional de la bioingeniería prepara un proyecto ultrasecreto con el que pretenden manipular la mente de los hombres, para ello utilizan un conejillo de indias ignorante de este hecho. Lo que podría ser un avance importantísimo en la historia de la humanidad se convierte en la persecución de un interes personal.
  • Materia oscura: Un antropólogo viaja al amazonas para estudiar a una tribu de la que no se sabe practicamente nada. Considerada como una tribu sin motivo alguno para existir, el investigador acabará comprendiendo en sus propias carnes que sin esta tribu el universo no sería tal y como lo conocemos.
  • El hombre dormido: El descubrimiento de un tipo de ondas mentales producidas durante el sueño desconocidas hasta ahora pondrá en marcha un proyecto científico para su aprovechamiento. El resultado será completamente imprevisto y catastrófico para la humanidad.
  • La casa del Dr. Pétalo: Una de las historias estrella de la colección. Novela corta más que cuento y de hecho, finalista del UPC 1993. Trata sobre una casa que desafia los límites del tiempo y espacio y en continua expansión, pues se anexiona estancias de diferentes lugares y épocas. La intención de su dueño de incluir el salón de la casa de la protagonista acabará convirtiéndose en una moderna versión de la bella y la bestia. Aunque así explicado tal vez resulte algo soso, he de reconocerlo.

Cesar Mallorquí emplea una técnica narrativa muy efectiva. Sin emplear un lenguaje ampuloso ni rebuscado (de hay la frase del principio de que esperaba más) consigue dar los golpes d efecto necesarios para que las historias enganchen y resulten facilmente imaginables. El buen ritmo predominante durante toda la obra y el evidente talento como narrador de Mallorquí hacen de esta recopilación una obra muy amena e interesante.

La muestra que nos ofrece Mallorquí es muy ecléctica en su contenido y aunque, en conjunto, es merecedora de un notable, es cierto que presenta serios altibajos, con cotas muy altas, como en el caso de “El rebaño” o “La casa del Doctor Pétalo” que me han parecido auténticas obras de orfebrería, pero también muy bajas, como en el caso de “El hombre dormido” o “El mensaje perdido”, con el que el autor se adentra en una doble línea temporal pero pareja que, como elemento experimental es interesante, pero no ha acabado de convencerme.

Lo que sí es cierto es que consigue hacernos reflexionar en todos y cada uno de ellos, pues toca puntos tan dispares y afines al ser humano como la ambición por el poder, el deseo de superioridad, la realidad escondida tras lo percibido, la soledad, el miedo a la soledad; o tan literarios como los contactos extraterrestes, la venta del alma, la superioridad de las máquinas o las puertas dimensionales.

A mí, personalmente, me ha gustado.

miércoles, 15 de septiembre de 2010

El misterio de la casa Aranda


Victor Ros es un joven y brillante detective que hubiera tenido una también brillante carrera delictiva de no haber sido retirado de las calles por el sargento don Armando. Ahora, años después, famoso por haber desactivado una célula terrorista en Oviedo, regresa a Madrid con motivo del funeral de su querido padrino.
Al llegar se encontrará con un caso que le parecerá muy interesante: la muerte de varias prostitutas con el mismo modus operandi denota que probablemente se encuentre ante un asesino en serie. Al mismo tiempo, un segundo caso, esta vez realmente misterioso le cae encima de la mesa. Una mansión donde una joven aristócrata acaba de intentar matar a su marido tras leer unas frases de La divina comedia, algo que ya sucedió con varios inquilinos anteriores. Esta vez, su interés será mayúsculo, no sólo por lo insólito del caso, sino por que la casa en cuestión, la mansión Aranda, pertenece a la familia de la joven de quien se ha enamorado a pesar de saber que es inalcanzable debido a sus diferentes status sociales.

Primera incursión de Jerónimo Tristante en este género. No está mal. No es que sea una gran obra, pero es una novela agradable y amena que se lee con soltura y rapidez. Tristante emplea un lenguaje llano pero muy eficaz que nos hace avanzar por la novela sin perder comba y moviéndonos por dos casos que resultan muy interesantes, uno con tintes de misterio sobrenatural y otro de menor estofa, pero más sentado en el suelo, y del que sólo cuenta con un par de pistas. En ambos casos el subinspector Ros descubrirá que se remontan a muchos años atrás. Ambos casos, como digo, son interesantes, pero resultan muy previsibles.
De este modo, el Inspector Ros es una suerte españolizada de Sherlock Holmes, con su Watson particular en la figura del inspector Don Alfredo Blazquez, y que realmente ofrece mucho más de lo que da, pues a pesar de presentarse con un inicio brillante, con varias deducciones que nos sitúan en la senda de una investigación al estilo del célebre detective de Baker Street, poco a poco se va apagando y sus deducciones se vuelven bastante simples, a pesar de que maravilla a todos cuantos rodea y de que cuenta con la tutela de Don Alberto, Conde de Razes y que parece un antepasado español de Grissom. Resulta de hecho incongruente y chocante cómo, cada vez que Victor Ros cree haber descubierto una pista importante corre a contar todo lo que ha averiguado a los sospechosos, y no tan sospechosos, en un alarde, para mi gusto, de extrema idiotez.

En la misma línea, los personajes son bastante simples y resultan estereotipados para una época en la que las categorías sociales delimitaban el trato entre personas, y resultan sosos y anodinos en general.

El retrato de esta sociedad madrileña y el marco ambiental constituye el punto fuerte de la novela, plasmando acertadamente los entresijos de una degenerada clase alta a la que no le preocupa lo más mínimo lo que pueda sucederle a la plebe, y consiguiendo de forma exitosa marcar las delimitaciones existentes entre los diferentes status, al tiempo que nos da un interesante, aunque un tanto escaso, paseo por las calles más emblemáticas del Madrid del XIX y nos acerca a una corrida de toros y a alguna que otra fiesta social.

La verdad es que hoy me quedo corto, no tengo más que decir. En definitiva, una novela simple, sin pretensiones, pero perfecta como lectura de verano. No digo que sea mala ¡ojo!, se lee de un tirón y es entretenida, para muchos eso es suficiente.

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