jueves, 22 de noviembre de 2012

El lector

Cuando hace un par de años me senté en el sillón para ver la cinta basada en el libro de Bernard Schlink, el lector, lo hice con la única intención de ver una película que le gustase a mi chica, pues no consideraba que fuese a ser de mi gusto, así que comencé a verla con un libro en la mano. Paulatinamente mi chica se fue quedando dormida y yo fui aparcando el libro hasta que, finalmente, quedé encantado con la película y prometí que leería el libro. Tiempo después, he aquí mi opinión de su lectura.

El joven Michael Berg se siente mal al volver del colegio. Al pararse a vomitar en un portal es auxiliado por una mujer, Hanna, que lo dobla en edad.
Agradecido, Michael volverá para regalarle un ramo de flores. Este será el inicio de una relación erótica con un ritual muy preciso: baño, sexo y lectura. Hanna pondrá como condición el que Michael lea para ella en voz alta antes de hacer el amor y, así, poco a poco, irá conociendo a Schiller, Goethe, Tolstoi, Dickens, etc.
Hasta que un buen día, Hanna desaparecerá sin despedirse de Michael.
Algún tiempo después, Michael volverá a encontrase con su antigua amante. Éste estudia derecho y  Hanna se sienta en el banquillo de los acusados. Junto a otras cinco mujeres se la acusa de crímenes de guerra nazis.

Nos encontramos ante la vivencia amorosa que marcará de por vida a un joven, por mal que le pese, y necesariamente ha de ser él quien nos lo cuente, pues nadie como él mismo puede saber lo que arrostra su corazón.
Schlink nos ofrece la oportunidad de entrar en el corazón de un joven de 15 años y fusionarlo posteriormente con la mente del adulto en que se ha convertido, consiguiendo un tierno pero duro relato, sin fisuras, y en el que tanto los sentimientos más puros como los más egoístas resultan muy creíbles y cercanos, y ofrecen una enorme posibilidad empática durante la transición de sentimientos que abarca una relación fallida en la adolescencia y que, siempre, será recordada.
El libro intercala capítulos de pubertad, juventud y madurez descolocando un poco la primera vez, pero nada que resulte complicado una vez pasado el primer estupor.
De este modo, podemos analizar el lector en tres líneas de reflexión: Por un lado nos encontramos con un joven enamorado de un adulto.
Con ella descubrirá el sexo y, como con todo amor de juventud, se sentirá pleno y pletórico, olvidando por completo la razón y abandonándose al deseo, al tiempo que en su faceta como lector, como estudiante, se sentirá útil y, quizás, algo superior por ello.
En segundo lugar aparece un Michael Berg más adulto, tanto en su fase de estudiante universitario como en la de maduro abogado, ya casado y divorciado. En este segundo intervalo nos encontramos con un hombre que hace todo lo posible por enterrar a su amante, por condenarla y odiarla siempre que es posible, pero con un dejo de amargura subyacente que siempre le hace recurrir a su recuerdo. Un hombre que usa la dureza hacia los demás como un camino hacia la redención de su alma, que siente miserable. Más adelante se habrá convertido en un adulto que nunca podrá abandonar el recuerdo de aquel amor y que, ahora, sabedor de que es un error, lo mantendrá como el ideal inalcanzable que lo obligará a fallar en todas sus relaciones con el sexo opuesto. Ponerse en su lugar resulta duro, sin duda.
Para terminar, todo encaja en un complejo lógico y racional que obliga más que el resto a  reflexiones serias. Una tercera parte centrada en la voluntad de acción del ser humano, en su libertad de elección en cuanto a decisiones difíciles como las planteadas ante los mandatos nazis. El lector nos enfrente ante preguntas de compleja índole moral:  ¿Se es menos culpable ante un acto perverso por el mero hecho de cumplir órdenes? O, por el contrario ¿El ser un subordinado no exime de responsabilidad?  Ante una situación extrema ¿Debe predominar la humanidad frente al deber? Pero, ¿Qué es el deber? ¿Lo qué te ordenan? ¿Lo qué te dicta tu código moral? Un acto bondadoso, por interesado que sea, ¿Elimina todo acto malvado?, etc.
Es importante la reflexión que nos obliga a hacer Schlink, y resulta difícil posicionarse de forma contundente.

En general me parece una novela magnífica. Una novela que ataca los sentimientos. Dulce y picante, a la vez que te obliga a reflexionar duramente.

 Ay!! La mujer, los hijos, la edad, el desempleo... me da que me estoy volviendo muy blandito.

2 comentarios:

  1. Como tú, vi la película pero, a diferencia de ti, no he leído el libro. La verdad es que la película me satisfizo, pero no nació en mí el interés por el libro. Puede que la temática "nazi", aunque secundaria, me echara para atrás, pues suele hacerlo. Besos blandito, jeje

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  2. Hola Emma. Es probable que fuera eso, la temática nazi la que te echase para atrás pero, como suele pasar, se le saca mucho más jugo al libro que a la peli (o eso me ha parecido a mi). Muchos besos.

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