viernes, 1 de agosto de 2014

El brillo de las lanzas

Las buenas críticas de la anterior novela de Ramón Muñoz, unido a una portada muy atractiva, y a tratarse de un fragmento de la historia del que no conozco nada (uno de tantísimos), me hicieron desear leer El brillo de las lanzas. Raudo y veloz me lancé a solicitar un ejemplar a la editorial Pamies, que me lo enviaron rápidamente. Bastante más de lo que he sido yo al escribir esta reseña que me ha costado dios y ayuda. Casi tanto como acabar la novela.

Siglo X d. C.
El califa Abderramán III está acabando una por una con las rebeliones que pusieron en peligro la integridad de Al-Andalus, pero aún quedan algunos rebeldes que, impulsados por el deseo de venganza o el ansia de libertad, están dispuestos a desafiar la autoridad de Córdoba.
Uno de ellos, Álvaro de Monterrubio, pretende reavivar en la mismísima capital del califato el fuego de la insurrección que encabezó el legendario Ibn Hafsún, mientras la beréber Dihya y los demás habitantes de Badajoz se preparan para resistir el asedio de las tropas del soberano, que pretende acabar con su independencia.
El destino acabará reuniendo a estos personajes, inicialmente distantes entre sí, para conducirles a una aventura que les llevará mucho más lejos, en todos los sentidos, de lo que ellos nunca hubieran imaginado.

Y quien hubiera imaginado que con estos mimbres pudiera encontrarme con algo que me haya decepcionado tantísimo.
¿Por qué? Por todo.
Los dos primeros párrafos de esta sinopsis se resuelven rápido y de un modo bastante descafeinado.
al principio, si no conoces la época, resulta algo confuso entender el motivo que guía a Álvaro y las diferencias entre clanes. Poco a poco se hace la luz cuando le comenta a su amigo su plan, pero este plan se verá reducido a cenizas rápidamente y, a partir de aquí, por más que personaje y autor se lo crean, se acabó lo que se daba en cuanto a venganzas hafsuníes.
El 2º párrafo se ve reducido a un par de encontronazos y reuniones, y antes de que nos demos cuenta, Badajoz ha sido tomada. Así, sin más.

Ramón Muñoz escribe bien, no tengo ninguna duda al respecto. Su estilo está muy cuidado y su lenguaje es elegante, pero la historia pierde fuelle a pasos agigantados. La que esperaba fuera una aventura me ha producido un estado de sopor continuo.
La llegada de los personajes a África parece que va a aportar la verdadera chicha de la novela, y pensé, "Si señor, ya era hora de que empezase lo bueno. Voy a seguir a ver que pasa". Pero me he ido comiendo las uñas esperando que empezase y vas pasando las hojas, y lees más y más líneas y nunca sales del letargo al que has sido inducido.

Reconozco que me he perdido en demasía ante la gran cantidad de tribus o clanes existentes y las rencillas entre ellas. Reconozco que me ha sorprendido la historia de los dos califatos (básicamente porque lo desconocía), pero en conjunto me ha parecido una historia muy pobre que no cumple con lo esperado. Me ha dejado completamente frío y no veía la hora de acabarla. Entenderéis ahora que me se me haya resistido la reseña.

De los personajes poco puedo decir. Me han parecido completamente desdibujados y sus motivaciones y fines me han resultado poco creíbles pero, también es verdad que, ante lo que me estaba aburriendo la historia, les he prestado poca atención. Me importaba bien poco su destino.

A pesar de todo, le daré una oportunidad a La tierra dividida pues, como dije al principio las críticas son buenas y, el propio Pedro Santamaría me dijo que era bueno.

Como siempre no puedo dejar de recordar que esta es mi opinión particular y debéis perdonarme si hablo en segunda persona en lugar de en primera pero así me resulta más fácil.

No puedo decir más, para mi ha sido un ladrillo de plomo, un auténtico tostón. Lo siento.

2 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Hola Isma
      Últimamente ando bastante crítico. Es más lo que me disgusta que lo que me gusta. De leerlo, tal vez tu visión no fuese la misma que la mía
      Gracias por la visita.

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