jueves, 24 de mayo de 2012

El asesino hipocondríaco


 Cuando hace unos mese leí los cuentos de De Mecánica y alquimia, de Juan Jacinto Muñoz Rengel, me quedé con ganas de seguirle la pista pues, si bien se le nombraba como uno de los cuentistas más laureados del panorama nacional, yo no había tenido el placer de leerlo anteriormente. La edición de su primera novela, El asesino hipocondríaco, me brindó la magnífica oportunidad de conocerlo en distancias algo más largas.


El señor Y, asesino profesional y hombre de moral kantiana, fue contratado hace algún tiempo para acabar con la vida de Eduardo Blaisten. Aquejado por múltiples enfermedades que lo dificultan para lleva a cabo el encargo, el Sr. Y tendrá que ingeniárselas para idear un método de asesinato que cumpla el objetivo y lo eximan de culpabilidad pues, eso sí, tiene que hacerlo rápido ya que, como bien dice, este será, casi con total seguridad, el último día de su vida.

Personalmente me ha encantado la historia del Sr. Y narrada por Muñoz Rengel. Por un lado ya conocía su estilo, pero no sabía como lo haría en un texto de mayor longitud. Bajo mi punto de vista Muñoz Rengel pasa el examen con nota. Con un tono sobrio, donde ninguna palabra está de más y todo tiene su porqué; elegante pero con un ritmo rápido gracias a la cadencia que aporta un elevado número de capítulos de poca longitud que hacen que sea difícil para de leer.
Como siempre, de acuerdo con mis gustos, son varios los puntos interesantes de esta novela:
Por un lado la formula narrativa de Rengel me ha parecido originalísima. El utilizar anécdotas reales entremezcladas con la historia que se quiere contar, teniendo en cuenta, además, que estas anécdotas sirven de sustento para la misma, contadas de forma concisa y muy ilustrativamente, me ha resultado un conjunto altamente atractivo a la par que educativo.
Por otro, la estructura y el tono. La consecución de capítulos realmente cortos interconectando las anécdotas de ficción constituyen un elemento agradable y de rapidez lectora, manteniendo un tempo tenso que motiva la lectura en la forma del "venga, sólo otro capítulo más. Es tan cortito..."
El tono distendido y cómico de las peripecias profesionales del Sr. Y resultan altamente entretenidas, aunque encierran un trasfondo de tristeza y seriedad bastante más profundo.
Por que no debemos olvidar que por encima de todo, lo verdaderamente grande es la personalidad de nuestro protagonista.
El Sr. Y es un hombre recto, justo, como suele recordarnos en varias ocasiones, de moral kantiana, algo que en estos días que vivimos, hay que reconocer que no es muy habitual. Un hombre que es en sí mismo un glosario de enfermedades raras, reales e inventadas: Síndrome de ondina, Afasia de Wernicke, Síndrome del acento extranjero, de la enfermedad profesional, Síndrome de Proteus, de Moebius, y muchas otras, sin olvidarnos ¡como no!, del gemelo extirpado que aún subsiste en su cabeza. Enfermedades que lo hacen sentirse importante en su minúsculo mundo, gracias a la justificación que encuentra en la similitud que presenta con personajes importantes de la cultura, como Kant, Voltaire, o Jonathan Swift entre muchos otros.
Y es un hombre perdido en su soledad, que hace de Blaisten su único amigo y que con sus ridículos intentos de asesinato se asegura día tras día el volverlo a ver, pese a que cada día "pueda ser el último día de su vida". Intentos estos que al final nos harán entender como el protagonista prolonga su vida día a día, pues la verdadera muerte es demasiado triste y definitiva y el deseo de vivir del Sr. Y es mayor que su moral, a pesar de que él se empeñe en mostrarnos lo contrario.

Me ha encantado también el marco geográfico escogido por Rengel para ubicar la acción. Las calles de Madrid me parecen muy sugerentes, e imaginar la escena resulta sumamente sencillo, si conoces las zonas claro. Pero más aun, tras las últimas fotos que Rengel ha colgado en su muro de "feisbuk", de varios lugares de la novela, se alcanzan nuevas cotas de realismo y nitidez, y he deseado volver a leerla; algo que , sin duda, volveré a hacer antes de que acabe el año.

Tal vez porque palabras como Proteus, síndrome, desinfección, tratamiento, etc, me rodean a diario en el trabajo, esta novela me ha enganchado más si cabe, y la labor de documentación realizada por Muñoz Rengel me ha parecido más que adecuada, consiguiendo crear una impresión nítida y real de lo que debe ser la vida de un hipocondríaco extremo: escenas como la desarrollada en la hamburguesería, cuando el Sr, Y empieza a experimentar múltiples sensaciones ante la conversación de una familia que se sienta a su lado, me parecen impagables y me han hecho reír de lo lindo pero, reconozco que, tal vez, para ciertas personas pueda resultar repetitivo y en ocasiones tedioso el observar, por ejemplo, el cuidado continuo en la desinfección minuciosa de los objetos por parte del protagonista explicándolo cual prospecto.

Entiendo que habrá opiniones para todos los gustos. A mí, personalmente, me ha encantado. Me parece una novela muy entretenida, rápida de leer, que promueve la risa al tiempo que enseña anécdotas curiosas y esconde un fondo mucho más serio.
Para que decir más, ha sido la novela que más he disfrutado en lo que va de año.

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