martes, 12 de enero de 2016

La Bobal de Murviedro, Robert Coover, y lo mejor de los últimos diez años

Hace bastante tiempo que soy aficionado al vino, y me gusta apuntar y hacer notas de cata para intentar disfrutarlo al máximo. También es cierto que jamás podré hacerlo bien, pues soy anósmico, o mas que anósmico podríamos decir que carezco por completo de memoria olfativa, por lo que comprenderéis que, teniendo en cuenta que cerca del 30% del sabor que percibimos proviene realmente de los receptores olfativos que complementan a las papilas gustativas, nunca podré llegar,ni a ser un experto, ni a captar por completo los matices organolépticos del zumo de Baco. Pero aun así yo lo intento, y en verdad que disfruto.

Pues bien, estaba saboreando un vino de la D. O. Utiel-Requena, el DNA monovarietal de uva Bobal de Bodegas Murviedro. Y tras la parrafada anterior debéis tener claro que os voy a describir mis impresiones al respecto, ¿no? Claro que sí. 
Este vino se muestra con una coloración picota intenso, con marcados ribetes violáceos y una capa media-alta en la copa. Por cierto, intentaré no ser muy técnico en la descripción, más que nada porque si de literatura sé poco, imaginaos de vino, ¡no tengo ni puta idea!
Como decía, en boca presenta una entrada fuerte, con peso. Se aprecia una cierta densidad y untuosidad, marcada por un exceso de presencia tánica que seca la boca. Es un vino afrutado, con matices herbáceos, ligeramente alcohólico en mi opinión, y con un postgusto muy largo.
Tras apurar dos copas, lo dejé para el día siguiente, pero esta vez lo pase a un decantador, lo dejé 15 minutos en espera, y el sabor del vino cambió por completo. La aireación le sentó de maravilla y lo dotó de cierto equilibrio, o sea que perdió parte de esa fuerza tánica y ganó en sabor: más armónico en la fruta, en definitiva, mucho más rico y menos alcohólico al paladar.

Como decía para aquellos que, a estas alturas y ante tamaña chapa, no hayáis abandonado la entrada, estaba degustando la uva líquida mientras leía El hurgón mágico, de Robert Coover, a quien he descubierto recientemente y que, he de decir que me tiene gratamente sorprendido.
El hurgón mágico es un libro de cuentos. Todos ellos raros por definición, con estructuras, voces y técnicas diferentes cada uno de ellos. Se ve que Coover no quiere encasillarse en un único estilo literario y le gusta experimentar con el presente, pasado y futuro, con saltos narrativos y retruécanos estilísticos que te dejan ojiplático en cuanto te sientes perdido pero, a la vez, despliega una prosa tan exquisita y lírica que te hace gozar de lo lindo, o te sumerge en un lenguaje medio analfabeto y te plantas ante un texto en el que las comas se han esfumado.
Cuentos raros en los que, en todos ellos, crece la extrañeza del lector y que requieren de una concentración inusual, pues Coover gusta de la elipsis y de la escritura parrafal estructuralmente descolocada.
Coover nos ofrece una colección de cuentos en el que el 90% de los mismos son un ejercicio deconstructivo a escala mayor, hasta el punto de que en ocasiones sientes que se le ha ido el Norte (y a ti los 4 puntos cardinales).
Cuentos que, tras estas complicaciones técnicas esconden mensajes, conclusiones y observaciones que hay que entresacar esforzadamente de entre la maraña de giros y revueltas conceptuales.
Independientemente de esta mezcolanza metanarrativa a la que nos enfrentamos, me siento en la obligación de afirmar que Coover tiene un exquisito dominio del lenguaje y las formas, así como de un magnífico manejo de la retórica, de tal modo que, si te atrae esta premisa, independientemente de la comprensión total del texto, te sentirás ganado definitivamente.
Como digo, se trata de una lectura difícil, en mi opinión, pero que resulta una experiencia altamente positiva, y más si eres capaz de encontrar sentido a todos los cuentos (algo que yo no he logrado). Lo que tengo claro es que El hurgón mágico no será lo último que lea de él.

Pero volvamos al tema central de esta larga diatriba. Como decía más arriba: "estaba degustando un rico vino y leyendo el hurgón mágico, cuando..." me vino a la cabeza el hecho de que empecé a listar y valorar mis lecturas en el año 2005, hace exactamente 10 años y me dije "¿Porqué no hago una relación de lo que más me ha gustado en estos 10 años? y Así lo hice. Abrí el ordenador, me metí en la hoja de cálculo y buceé entre las páginas y nombres de libros acumulados durante la última década para ver aquellos que más poso me habían dejado, y me encontré con una lista de 50 títulos a los que les había otorgado una puntuación de 9 o mayor. "Demasiado", me dije. Así que lo reduje a aquellos libros con una puntuación  de 9,5 o mejor, lo que me dio un resultado de 13. Algo mucho más asequible y que me dispongo a enumerar a continuación.
Es necesario recalcar que estos 13 libros, están en esta lista porque, en el momento de su lectura, me llenaron, gustaron o impactaron por determinados motivos que tal vez hoy no lo harían, pero en su momento me parecieron lo mejor de lo mejor. Del mismo modo hay muchos otros que hoy considero imprescindibles y que me encantaron pero no fueron capaces entonces de superar la subjetiva barrera de los 9,5 en mi cabeza, y por eso no están aquí, a pesar de que hoy día, de alguno de ellos conservo mejores recuerdos que de alguno que estará en esta lista.
Sin más preámbulos (que ya van unos cuantos), vamos allá con los 13 magníficos.

La carretera, de Cormac McCarthy: El único libro en 10 años al que le he puesto un 10. Fue tal el terror que me produjo; la identificación que sentí en ese momento con el protagonista, que cerraba el libro cada pocas páginas decidiendo si continuar o no. Absolutamente maravilloso, en mi opinión.

El desierto de los tártaros, de Dino Buzzati: La novela de Buzzati me encandiló desde su soledad. La vida del teniente Drogo me pareció encantadora y triste, pero optimista, dotada de un sentido de la esperanza maravilloso. Melancólico en extremo.
Carta de una desconocida, de Stefan Zweig: De todos es sabido que me encanta Zweig. Esta novelita me parece su obra más desgarradora. Un relato impresionante y descarnado del amor imposible.  Conmovedor y desolador.

Corrección, de Thomas Bernhard: Un autor que conozco hace apenas unos meses, pero que me ha idiotizado. Corrección es una historia abusiva, en la que las frases se repiten de continuo y pareces estar siempre leyendo lo mismo pero, nada mas lejos de la realidad. Ninguna frase sobra y, poco a poco, te vas inundando de imágenes y pensamientos que conforman un cuadro fractal de tamaño descomunal que te impide parar de leer. Hipnótico e inclasificable.

Aegypto, de John Crowley: Una obra compleja que me entusiasmó por su elegante estilo, al tiempo que por una historia de búsqueda de una fantasía y unos personajes magistrales. El estilo casi onírico y los componentes filosófico-académicos y fantásticos de la novela me tuvo embelesado durante meses. Lástima que no he podido leer el resto de la tetralogía. Cautivador.

Titus Groan, de Mervyn Peake: La historia de Titus, heredero del castillo Gormenhast me pareció maravillosa. El estilo de Peake es poderoso y poético, casi barroco. Allá donde mires entre sus páginas, encontrarás algo que te asombrará. Titus Groan destaca por ser un retrato inconmensurable de un castillo extraño y sus más extraños habitantes, dotado de continuas excentricidades y recoveco tras recoveco de maravillas sin parangón. Los personajes son de los mejor retratados y especiales que me he encontrado a lo largo de los años. Ahora mismo, en mi memoria, me parece la mejor fantasía que he leído nunca (sin faltar al Señor de los anillos). Absolutamente indispensable.

Jonathan Strange y el Sr. Norrell, de Susanna Clarke: He de reconocer que leí esta novela en horario laboral, en un tiempo en que trabajaba en un almacén de lencería, y sin compañía humana. Me sobraban 5 de las 8 horas... y aproveché. Me pareció una novela exquisita, extraordinariamente escrita. Llena de fantasía y con una ambientación tan cuidada que era fácil transportarse dentro. Una obra llena de magia y fantasía, de alegrías y traiciones y llena de los hechos y personajes que deparan las Cortes de la luz y oscura faéricas, pero también de los personajes de una Inglaterra alternativa muy atractiva. Original y absorbente.

La cicatriz, de China Mieville: Una novela en la que la imaginación apabulla. El sentido de la maravilla es demoledor y, eso,  acompañado de la exquisita prosa y la opresiva oscuridad de las imágenes que nos muestra Mieville hacen de La cicatriz un indispensable en toda biblioteca. Hiperevocador y fantástico.

Tríptico de Trinidad, de Carlos Gardini: Recuerdo que la original historia narrada (épica y mitológica), unida a una prosa bellísima, casi musical, estuvo mucho tiempo en mi memoria. Tríptico de Trinidad supuso, para mi, un soplo de viento que arrastraba toda la fantasía de copia y pega que había alrededor, demostrando que se pueden hacer buenas historias que irradien fantasía sin tanta acción y sangre, y con bella prosa.

10º La música del azar, de Paul Auster: Después de mucho Auster, me metí con este librito del que no había oído nada (y hoy sé que hasta hay una película) y me quedé estupefacto. Tal vez no sea la obra más redonda de Auster, no lo sé, pero a mi me dejó embobabo. Me pareció, y me sigue pareciendo, su novela más desasosegante y opresiva. Con personajes bien creados y una trama sencilla pero muy bien hilada que me generó cita ansiedad. Espero volver a leerlo algún día, a pesar de todo lo que tengo pendiente de la megapila que amenaza con devorarme.

11º El mapa del tiempo, de Félix J. Palma: Llegué a él de la mano de un amigo que me lo dejó arguyendo que no había entendido nada. Yo flipé. Las historias entrelazadas, la rica prosa de Palma, el homenaje a Wells y el excelente y enrevesado desenlace me ganaron para siempre. Imposible de olvidar.

12º 84, Charing Cross Road, de Helene Hanff: Un librito precioso. Literatura epistolar de amor por los libros que con el paso del tiempo devienen en cariño humano. Me encantó, que mas puedo decir ¿qué soy un ñoño? delicioso y sensible.

13º La sombra del viento, de Carlos Ruiz Zafón: Si, ya lo sé, más de uno me va a mandar al carajo  y me va a decir que qué leches hace aquí una patata como esta pero, lo siento, es lo que hay. Como he dicho antes esta lista no trata de las obras de más calidad sino de aquellas que más me gustaron por el motivo que fuera y, la verdad es que, La sombra del viento me emocionó hasta el límite. Me lo bebí a toda velocidad, me enganchó de tal modo que no paré de leer en toda la noche hasta que lo terminé. Se trata de una historia cercana y muy fácil de leer, con una trama algo ñoña en ocasiones pero que recuerdo muy bien hilada y emocionante (si bien es cierto que lo leí en 2005). Tanto me gustó, que decidí no leer ninguna de las continuaciones para no quitarme el sabor de boca de esta primera parte. Creo que hice bien. Lo que tengo claro es que no pienso olvidar el Cementerio de los libros olvidados.


Bueno y hasta aquí mis mejores puntuaciones. Quedan fuera libros que me han encantado, incluso apasionado, como: Una soledad demasiado ruidosa, Príncipe de Nada, La historia de tu vida, Ubik, La afirmación, Nacidos de la bruma, El ruletista, y tantos y tantos otros pero, como dije al principio, serían demasiados y es mejor acotar por lo bajini hasta un límite razonable. Espero que me comprendáis y compartáis como preferido alguno de estos 13.

La verdad es que tras un año fuera de la onda, me siento muy contento con esta nueva entrada. Creo que voy a seguir con lo de los vinos y, tal vez, con lo de "Lo mejor de..."

3 comentarios:

  1. ¿¿De dónde has sacado ese Titus Groan??
    Ese libro lo vi una vez en el Corte Inglés y me llamó la atención. Pero no lo compré.
    Mucho tiempo después y no recuerdo por qué, lo quise. Pero estaba descatalogado en todas partes.
    Un buen día, lo encontré de segunda mano en el rincón apartado del suelo de una tienda de cómics, en tapa dura y gris por (creo) 1 euro.
    Aún no lo he podido leer. A decir verdad no sé si me gustará, tiene pinta de denso...
    Un saludo.

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    Respuestas
    1. Yo lo he leído en la edición de Minotauro, pero ese en concreto, con esa portada, lo conseguí en una tienda de segunda mano (valenciana, si no recuerdo mal) que tenía una gran cantidad de libros en Inglés que nadie miraba y, de casualidad, lo vi de refilón. Me lo quedé por puro coleccionismo.

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    2. Por cierto, a mi me parece excepcional como poco.

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