jueves, 4 de abril de 2013

El sueño del otro

Una nueva novela de Juan jacinto Muñoz Rengel que, tras leer De mecánica y alquimia y El asesino hipocondríaco, se ha convertido en uno de mis autores de cabecera. Una novela que trata un tema que me atrae mucho: la realidad y el onirismo; el discernimiento de la verdadera realidad a través de la percepción de los sentidos o de la memoria consciente.
Una nueva novela que esperaba con avidez y que, para aquellos que quieran un veredicto más rápido, diré que no me ha gustado nada. me ha decepcionado profundamente, no lo puedo negar.

Xavier Arteaga, un profesor sueña que es un famoso presentador de televisión llamado André Bodoc. André Bodoc sueña ser un simple profesor llamado Xavier Arteaga.
El detalle de sus sueños es tal que el primero de ellos se obsesiona por encontrar al segundo.
Sus mundos se van entremezclando de tal modo que muchas escenas soñadas por cada uno son revividas al despertar por el otro.

El inicio de la novela  resulta más que interesante, con dos capítulos que, a primera vista, no tienen nada en común el uno con el otro y que ayudan a crear el misterio que acompaña toda la novela. Misterio conseguido a través de una estructura de capítulos salteados entre los dos personajes en los que, poco a poco, se van entremezclando ambos mundos hasta el punto de resultar confuso y difícil para el lector la distinción entre el mundo digamos, onírico, y el real. Esto hace que nos encontremos en un estado de constante vigilia pues, el sueño del uno es la realidad del otro, y viceversa, pero el lector siempre lo vivirá como realidades alternativas, aumentando el estado de confusión y obligándolo a estar atento a todas las conexiones posibles existentes entre ambos mundos y personajes.

El problema ha sido que, en esta ocasión, el intento por parte de Muñoz Rengel de crear una novela que obligue a pensar acerca del concepto de realidad a través de una novelización más entretenida que sesuda, pese a que, evidentemente, existen sobrados motivos filosóficos, han hecho que la novela tenga un permanente tono de tensión psicológica que no me ha llegado y ha hecho que perdiese el misterio y dejase de interesarme, con el consiguiente desinterés por los personajes, a los cuales he dejado de prestar atención y hacia la mitad de la novela me resultaba bastante tedioso los saltos capitulares y la actitud de dos personajes dispares pero previsibles que, poco a poco, se iban asemejando cada vez más.
Debo decir que, finalmente, he terminado la novela únicamente por compromiso y respeto para con la editorial, que me lo ha enviado, y el autor, a quien admiro.

Cabe destacar la importancia filosófica de la novela, centrada en la duda de una realidad única, del engaño de los sentidos, el yo y el no yo, el hombre como creador del mundo y el mundo como creador de las vivencias del hombre, etc.
También la prosa de Rengel, que siegue siendo muy agradable. en esta ocasión, ligera pero oscura en ocasiones, y siempre plagada de acertados matices médicos (como en El asesino hipocondríaco), que me hacen pensar que el autor está versado en la materia aunque, debo decir, que en muchas ocasiones dichos matices y comentarios me han parecido alardes innecesarios metidos con calzador.
Por otro lado, Muñoz Rengel consigue crear una buena yuxtaposición escenográfica al conseguir concatenar ambas historias de forma pausada y metódica, de tal modo que los hechos se van entrelazando armonicamente, como si de engranajes se tratase.

En definitiva, creo que más adelante, si puedo, mucho más adelante tal vez le de otra oportunidad, pues reconozco cosas buenas de la novela pero, realmente, no lo he entendido y, hoy por hoy, no me ha gustado ni un poquito. Lo siento.

2 comentarios:

  1. Para mí, sin duda, éste es su mejor libro.

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    Respuestas
    1. Hola Adrián.
      Me alegro. Para mi, en cambio, no lo es.
      Muchas gracias por la visita.

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