lunes, 4 de enero de 2010

Saint-Germain. Hotel Transylvania

St. Germain es uno de esos personajes que siempre me han llamado la atención. Su vida, o lo poco que se sabe de ella siempre me ha parecido misteriosa e interesante. Así que en cuanto vi que Alamut había editado la novela de Chelsea Quinn Yarbro, corrí a comprarla; dejé aparcada el resto de la pila y me enfrasqué inmediatamente en su lectura.

Le Comte de Saint Germain llega al París del siglo XVIII y causa sensación en la Corte. Su saber estar, su fortuna, habilidades artísticas y el misterio que arrastra tras de si le han granjeado la admiración de buena parte de la Corte. La aparición de Mademoiselle Madelaine Roxanne Bertrande de Montalia hará de nuevo latir su corazón, y entre ambos surgirá un apasionado romance, incluso tras saber que Saint Germain es un vampiro. Pero sobre la joven se cierne un aciago sino: desde su nacimiento está destinada a servir de sacrificio para el Círculo (grupo parisino de aristocráticos adoradores de Satanás), cuyo líder es Le Baron Clotaire Odon Jules Valiance Pieux de Saint Sebastien, antiguo enemigo del protagonista. Mientras El Círculo intenta embaucar a Madelaine para atraerla hacia sus fauces, St. Germain se erigirá como su fiel protector.

Chelsea Quinn Yarbro hace un buen ejercicio especulativo en torno a la figura de Saint Germain, utilizando bien los elementos conocidos de su biografía para añadir una patina de verosimilitud a los más misteriosos, pero se queda corta en lo que a una novela de vampiros se refiere. Si bien es cierto que, tras 23 novelas a la espalda de este personaje, puede que, ésta, la primera que escribió, quede en una mera aproximación y poco a poco vaya desarrollando más los aspectos más oscuros del protagonista.
La novela está estructurada en tres partes. Cada una de ellas con el nombre de uno de los actores principales y que funcionan a modo del esquema básico: presentación de Le Comte de Saint Germain; romance; trama final contra el Círculo.
Cada capítulo viene precedido o epilogado con una carta escrita por algún miembro importante de la Corte. Su estilo barroco, culto y educado en exceso es una auténtica maravilla.
El resto de la obra también presenta un lenguaje barroco y descriptivo, pero centrándose en demasía (a mi gusto) en los coloridos y recargados atuendos de la moda parisina de aquellos tiempos y que hoy en día harían enrojecer a cualquiera. No obstante es un espectáculo la imaginación de dicho vestuario.
Me ha parecido muy interesante la utilización que hace Quinn Yarbro del mito, utilizando conceptos del imaginario vampírico como el no poder cruzar sobre agua corriente o el dormir sobre tierra natal y desechando otros por considerar que no se ajustan de forma global a la tradición, como puede ser lo relacionado con los crucifijos o los espacios sagrados, argumentando en este caso, de forma muy convincente el porque de la no afección de estos artefactos sobre los vampiros.

Los personajes, en general, están bien definidos, dibujando meritoriamente a la aristocracia francesa y definiendo claramente la diferencia de actitud y forma de vida entre ambos sexos. Recalca especial importancia el elenco formado por los miembros del Círculo, a cual de ellos más lujurioso y lascivo, sin olvidarnos de su líder Saint Sebastien, dotado de los calificativos más viles y degradantes posibles.
Merece especial atención el personaje de Robert Marcel Yves Etienne Pascal Marquis de Montalia, padre de Madelaine y antiguo miembro del Círculo, autoexiliado y que refleja el mayor odio hacia la impía orden y sobre el que recae una fuerte carga de arrepentimiento.

La trama deja lugar a pocas sorpresas y todo va saliendo según lo imaginado, salvo quizás, la escena final (la lucha entre Saint Germain y el Círculo), la cual si sorprende, pero en mi opinión, de forma desfavorable, ya que tras haber leído determinadas escenas de la historia en las que ha estado presente el protagonista, se espera una lucha más fastuosa y sin embargo, Saint Germain sólo necesita hacer gala de una celeridad y potencia acumulados durante todas esas centurias para acabar con los malos; amén de que la escena en su conjunto si es entretenida y de rápida acción.

En definitiva, es una agradable y buena novela, pero si Alamut decide continuar la serie, será la lectura de la 2ª parte la que me haga decidirme si continuar o no. De momento la primera entrega me ha llamado la atención, pero no me ha entusiasmado, pues además de lo comentado anteriormente, una de las cosas de las que se alardea en las críticas de esta saga es la ambientación histórica de la misma, pero yo (salvo el ambiente aristocrático existente) he hechado en falta una descripción en profundidad de dicho período histórico.

A pesar de todo ello, no es una mala novela y se merece una oportunidad. Os entretendrá, eso seguro, y eso ya es bastante en estos tiempos.

Ante todo es obligado el reconocimiento a Alamut/Bibliopolis tanto por la cuidada edición como por la estupenda traducción de Manuel de los Reyes.

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