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lunes, 10 de septiembre de 2012

La tierra silenciada

Graham Joyce siempre es una buena apuesta de lectura. Hasta ahora, siempre he disfrutado con sus libros. Me gusta su estilo y la forma de entremezclar la cotidianeidad con algún elemento mágico o sobrenatural al estilo del realismo mágico. De hecho, está considerado como uno de los precursores de está etiqueta en suelo británico.
comencé a leer La tierra silenciada para ver que tal y, en un sólo capítulo, consiguió crear en mi, la incertidumbre necesaria como para considerarla una buena y refrescante lectura veraniega. Esto, unido a la rapidez con que avanzaron las páginas, claro.

Jack y Zoe pasan sus vacaciones en el paraíso pirenaico de Saint Bernard in-Haut. Como grandes aficionados al sky, se levantan temprano para descender la ladera de la montaña con la menor afluencia de público posible. Pero descubrirán con horror el enfurecimiento de la misma con un alud en la que Zoe resulta enterrada. Jack conseguirá sacarla de allí.
Tras el gran susto descubrirán extrañados que no hay nadie por la zona, ni ningún habitante en el pueblo. Alarmados ante lo que creen una evacuación ante un próximo y más grande alud, intentarán abandonar el pueblo pero, misteriosamente, siempre son devueltos al mismo.

Graham Joyce es un autor con una extraordinaria habilidad para introducir elementos fantásticos en un escenario más realista, siempre de forma sutil y difuminada que promueve la duda acerca del verdadero sentido de lo narrado pero, en esta ocasión, la verdad es que aunque la novela mantiene la tensión durante todo el tiempo, es cierto que este elemento fantástico es discernible desde el principio y, aunque, en un par de ocasiones Joyce da un algún rodeo con intención  de despiste, rápidamente se vuelve a coger el sentido verdadero, por lo que el final no resulta sorprendente sino esperado al fin y al cabo, lo que resta, en cierta medida, la incertidumbre que siempre acompaña a los libros del inglés.
A pesar de este aspecto que, en mi opinión, hace que no esté a la altura del resto de su producción literaria, la novela se lee con gran facilidad y resulta altamente adictiva, algo que consigue la rápida prosa y un par de pasajes escabrosos.
Con respecto a la prosa he de decir que, en esta ocasión, Joyce me ha parecido algo más laxo que en sus anteriores novelas y el buen hacer de Los hechos de la vida queda aquí como un vago recuerdo de lo que el autor es capaz, y nos lo muestra en apenas un par de pasajes, como el recordatorio de las muertes de los padres de los protagonistas, los cuales me han parecido realmente buenos. No quiera esto decir que el libro no esté bien escrito, no es eso. Para alguien que no conozca a Joyce éste será, sin duda, un gran libro. En mi caso, lo considero bastante bueno pero no puedo evitar compararlo con los anteriores, y en dicha comparación, sale perdiendo.

Los personajes resultan creíbles en general, quizás demasiado tranquilos o abandonados a su suerte para hallarse en la situación en que se encuentran pero, al fin y al cabo, no desentonan. Sinceramente, creo que Joyce no ha creado una novela de personajes, pues resultan algo planos. Para suavizar algo esta linealidad, se nos intenta acercar a ciertos momentos del pasado con el fin de profundizar  algo en su personalidad pero, para mi, para lo que es esta novela, están suficientemente bien sin más miramientos. En mi opinión no se necesita una mayor complejidad de los mismos, pues la gracia está en la situación, en el escenario, en la descripción de los paisajes, que puede resultar tan bella como aterradora.

En mi opinión Joyce nos ofrece una alegoría sobre la vida y nos insta a aprovecharla al máximo.

"Debes aferrarte a cada momento de la vida, Zoe, porque la vida se escapa, se escapa muy deprisa."

En repetidas ocasiones nos recuerda acciones del pasado que se podían haber evitado; cosas que no se han hecho; o sabores, olores y experiencias que se han perdido. De hecho, el final no es sino esto: una nueva oportunidad de vivir la vida, ahora sabiendo que en cualquier momento se puede acabar.


En general, y aunque pueda no parecerlo, me ha parecido una bonita novela. Agradable, entretenida, con su puntito de tensión, muy amena, fácil de leer y, bien escrita. En definitiva, una novela muy recomendable.

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