Tenía ganas de reencontrarme con Cesar Mallorquí, pues El círculo de Jericó me dejó con ganas de más, pero mi pila es tan larga que me ha costado encontrar el hueco. Ha sido la reedición de El coleccionista de sellos, por Alberto Santos, quien me ha proporcionado el interés suficiente para desbancar a algún otro de su puesto y rellenarlo con el del autor catalán.
La sucesión de varios asesinatos en el Madrid del 39 cuyo único punto de conexión es la afición por la filatelia de los finados pone en marcha al comisario Telmo Vega en busca del asesino. La investigación es difícil, pues son pocas las pistas y la situación político-social anda más que revuelta, pero poco a poco será guiado hasta su resolución, encontrando un móvil que dista mucho de ser creíble.
Mallorquí teje una original ucronía en tres actos. Tres que son uno y tres a la vez, pues todos ellos narran la misma historia pero desde diferentes perspectivas.
usando como base el mismo móvil para el asesinato y los mismos personajes, modifica la situación política de España en aquella época, alterando la personalidad de los protagonistas y, por tanto, sus metas.
Si bien una vez queda resuelta la primera historia ya conoceremos el trasfondo de las dos restantes, la alteración del hilo argumental en base al conocimiento adquirido por el relato anterior modifica los detalles y la personalidad hasta el punto de parecer historias diferentes. Historias con un trasfondo especulativo más que interesante y que nos obligan a preguntarnos con respecto a la alteración de nuestro pasado y de nuestra personalidad al conocer hechos futuros: Será el conocimiento del pasado o futuro reciente el que nos conduzca a la siguiente narración de la misma historia, bordeando el peligro de la paradoja pero sin entrar en complejidades técnicas y, por lo tanto, no dejando un amargo sabor de boca sino todo lo contrario.
Otro punto favorable estriba en la prosa de Cesar Mallorquí, que con su característica elegancia logra que, a pesar de conocer el argumento, en ningún momento se pierda la fluidez ni se genere pesadez pues, en cada caso, el autor sustituye tan sólo los detalles suficientes como para captar la curiosidad del lector con objeto de conocer el desenlace el caso.
Constituye esto último un ejercicio muy interesante, el observar como con cada narración cambia la personalidad de los protagonistas y, por tanto, su modo de actuar obliga a efectuar comparativas entre las tres historias y visualizar las diferencias entre ambas de forma muy sutil.
De esta forma, podemos observar el progreso en la personalidad del comisario Vega, de un policía amargado y hundido por la muerte de su esposa, a uno cínico y vengativo por el mismo motivo, y a otro que huye de la involucración personal en el caso, en aras de salvarse junto a su esposa. Igualmente se puede hacer con el resto de los compañeros del comisario y observar sus cambios.
Como he dicho antes, nos encontramos ante una ucronía en la que sorprende por su originalidad el tratamiento que Mallorquí hace de la misma, al encararnos en primera instancia con una España que nunca existió, para posteriormente, en la segunda historia hacer que las cosas vuelvan a su cauce y los hechos sean más conocidos por todos.
En definitiva, estamos ante una novela que se lee de una sentada, no exenta de originalidad en su concepción y rica en matices pese a su corta longitud. En mi opinión una novela muy agradable y bien escrita, que no es poco.
Muchas gracias por tu reseña. Es una historia increíble (valga que lo digamos sus editores). En todo caso César Mallorquí es un gran autor y los premios cosechados por El coleccionista de sellos lo atestiguan. Una obra de ciencia ficción imprescindible dentro de los autores españoles.
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