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viernes, 13 de abril de 2012

Dueños del destino


Hace poquito más de un año que reseñé La guerra por el norte, primera parte de La leyenda de una era. Por aquel entonces me pareció la mejor historia de fantasía que había leído en los últimos años y ardía en deseos de leer la continuación. Unos deseos que, con el paso del tiempo y la amplitud de lecturas, fueron difuminándose algo, hasta el momento en que llegó a mis manos esta segunda parte, momento en que por un lado me afloraron los recuerdos de aquella primera parte y me apetecía mucho volver a explorar aquellos paisajes y, por el otro lado, el grosor del libro me pareció una monstruosidad (de esas tan habituales últimamente), que me echaba para atrás pero con menor peso que la primera apetencia, también es cierto.

Dueños del destino comienza su andadura donde termina La guerra por el norte. Con múltiples líneas argumentales abiertas: el rey Abbathorn sigue obstinado en conquistar el norte y para ello ha enviado a su hijo, el príncipe Browen, a pactar con Brenmanner y sellar su propio matrimonio con la protegida del Duque Rolf Lorean de Brenmaner; por otro lado, nos encontramos con que el reino de Aukana ha sufrido una importante excisión en sus banderizos: la incertidumbre con respecto a la muerte del rey Khymir ha sembrado la duda entre los fieles al Rey; mientras, Vanya, la rebelde hija de Khymir, huida en el primer tomo ha sido capturada y hace frente a los egoístas planes de casas advenedizas que pretenden ascender en poder; Kregar Kikkuril prepara su marcha sobre la capital con la intención de ser coronado Rey, aunque tendrá que enfrentarse a la reina y a sus más fieles seguidores, aun sabedores de que todo está perdido.
Continuaremos también con la peregrinación de Kali y Trisha; en contraposición a la de Eadgard y su banda de descastados.
Los druidas se enfrentan al mayor peligro que recuerdan y que vuelve al continente, esta vez con mayor poder que nunca.
Y en la sombra, los clérigos esperan su oportunidad para dar un golpe de efecto sobre el tablero y volver a poner todo a su favor.

En esta segunda parte se observa el gran crecimiento como escritor que ha sufrido Guillem López. Su estilo es más ágil, no es tan recargado como en la primera parte de la saga, lo que hace que la lectura sea más sencilla y amena, pero también se ha vuelto más efectista, al diferenciar determinados momentos por su importancia, dotándolos de una mayor descripción y detalle, sin olvidarnos de ciertos momentos de fuerte potencia lírica que hacen de este volumen un texto con mayor consistencia y profundidad escénica que el anterior, al permitir una visualización, a mi modo de ver, más realista de los escenarios.

Se observa un perfil mucho más humano de los personajes, como decirlo, menos... "teatrales", más reales y cercanos. En esta ocasión, los protagonistas se encuentran menos solos y, en la mayoría de los casos funcionan a modo de una pareja, con un segundo personaje que actúa como contrapunto y sostén del primero. Esto sucede en el caso de Kali con Trisha; Olen con Reidhachadh; Browen con Leana; Dagir La con Daima La; o Ikaris con Majal entre otros.

Guillem ha querido dar un especial protagonismo al género femenino en esta segunda parte y, así, nos encontramos con que la parte más dura en cuanto a independencia, voluntad y carácter se lo llevan las mujeres, como la serena y paciente Trisha; la asustada pero fuerte Kali; la ambiciosa Anja Levvo; la orgullosa y valiente Ikaris; la rebelde y malcriada Vanya; la, ante todo, soberana y madre Anja Levvo; o la valiente y decidida sacerdotisa guerrera Leana Hornavan, entre otras.

Por otro lado, uno de los grupos sociales más poderosos, inspiradores y seductores de la primera parte fueron, para mi, los clérigos de la orden de Vanaiar. En esta segunda parte la Orden continúa siendo tan importante, pero Guillem se permite el lujo de apartarlos de la escena principal, pues tiene tantas y tan interesantes subtramas abiertas, que cualquiera de ellas crea un libro en sí misma. De este modo, y en esta ocasión, los monjes quedan un poco a escondidas, en la sombra de lo que está por venir, y nos encontramos con una novela que bucea más en la novela de aventuras, al desarrollar de forma más marcada los viajes de Eadgard y Kali, con la inclusión en escena de los pordioseros acompañantes y la rencorosa llegada de Mardha en el caso del primero, y la poderosa y terrorífica aparición del antiguo brujo Geronte en la segunda.
Aunque no por ello dejará Guillem de lado las tramas políticas, esta vez de la mano de la conspiración de la reina Levvo; los patéticos intentos de ascenso al trono de la familia Eana, de Ylarnna; o la llegada del infame Kregar Kikkuril a Kivala con intención de coronarse Rey.
Al mismo tiempo, Guillem se inclina por dar a su literatura una firma única, y une al elevado número de arcos argumentales y a un carismático elenco de personajes, con la fusión de estilos, pues al militar y caballeresco, místico y político-medieval le añade ahora el de espada y brujería, al irrumpir de forma brutal la magia oscura y arcana del libro de conjuros del antiguo consejero Raghalak y la de Geronte, que no tienen nada que ver con la sutil aunque poderosa fuerza mágica de los mutantes razaelitas, pese a que ya se observa de manera inconfundible que los poderes de Eadgard, con la perversión de su poder, y de Kali con el intento de control del suyo, ofrecen un destino ineludible para la llegada de los grandes poderes a que hacen referencia las profecías.
Si a todo esto le sumamos el impactante, arrollador y traicionero regreso de la raza expulsada, nos encontramos ante un mezclum para el que se antoja un climax que se preve ilusionante.

Ante todo esto no puedo sino decir que me ha parecido una muy buena novela, aunque en mi opinión me ha defraudado un pelín con respecto a la primera. Tal vez, sea por que le he encontrado un defecto que para mi es grande, aunque tengo claro que muchos (la mayoría) no estarán de acuerdo conmigo. En mi opinión, esta segunda parte adolece de paginitis, que queréis que os diga, me chiflan las novelas que no pasan de las 400 páginas, 500 como mucho; la mayoría de ellas tal vez necesarias, y que pese a que pueda parecer incoherente, agradezco al autor, pues se observa que está poniendo su alma en la saga, pero a mi, personalmente se me ha antojado largo y me ha agobiado un poco.

A pesar de esto, enhorabuena a su autor y espero que la tercera parte no se demore en demasía y nos ofrezca ratos tan apasionantes como el resto de la saga.

2 comentarios:

  1. Me la acabo de comprar, así que, supongo, en unos meses me la leeré (tengo una cola de lecturas), lo que no sé es si releerme antes "La guerra por el norte" para refrescar la memoria. ¿Se puede uno perder si no tiene fresca la anterior novela?

    Saludos.

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    1. Hola Neo
      Perderte no te vas a perder, pero si no la tienes fresca vas a tener que hacer memoria con la situación en que quedaron algunos personajes en la primera parte.
      No obstante, a no ser que la tengas muy olvidada, le cojeras el ritmo rápidamente.

      Gracias por la visita.

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