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domingo, 17 de abril de 2011

El castillo de Eppstein


Tras extraviarse durante una cacería, el Conde Elím descubre, al desencadenarse una tormenta, un castillo que se alza en lo más profundo del bosque alemán. Es la residencia del noble linaje de Eppstein, excelente lugar que aprovechará el conde para guarecerse de la lluvia y pasar la noche. Una noche que no estará exenta de sobresaltos pues recibirá una fantasmagórica visita.
A la mañana siguiente contará su experiencia a sus compañeros de reunión, lo que dará pie a uno de ellos a relatar la historia completa de la maldición de la dinastía Eppstein.

Aunque Alejandro Dumas es conocido principalmente por sus novelas de Los tres mosqueteros fue también un prolífico escritor, en cierto modo camaleónico, pues se atrevió a cultivar con especial desparpajo todos los géneros narrativos y, en la mayoría de los casos, con una maestría y un éxito notables.
La prueba de ello es esta novelita de 200 páginas que podríamos encuadrar en el romanticismo y no creo errar si la etiqueto también como gótico, pues tiene todos los ingredientes del género.
Así, en esta novela pasearemos por los fantasmagóricos bosques del condado de Eppstein y las oscuras cámaras de su castillo dándonos, en ocasiones, de bruces con las ánimas pero respirando principalmente el aroma de esa presencia ultraterrena sin llegar a verla, flotando en todas partes como un ente que no escapa a nuestro pensamiento y perfuma la narración de principio a fin pues, si bien la novela tiene una trama argumental centrada en el descubrimiento del mundo por parte del príncipe Everard, no será sino la figura de su madre, muerta en Nochebuena, la que ocupe nuestros pensamientos de continuo y espíe nuestros gestos a través de las páginas de la obra.
A. Dumas nos guiará con mano magistral a través de una prosa arcaizante y poética al extremo (cómo sólo en su época se podía conseguir) y en los últimos tramos de la novela con una clara concepción teatral, a través de los oscuros pasillos que el destino ha urdido con respecto a la familia Eppstein y, así, asistiremos al enfrentamiento entre Conrado, hijo menor del conde, y su padre, lo que le valdrá el exilio; a la toma de posesión del condado por Maximiliano, un hijo "de apariencia", pues hace lo que debe hacer como noble sin importar el daño que haga ni a quién (incluso sintiendo satisfacción en caso de causarlo); a la pérdida de la inocencia y de amor de Albina, que finalmente fallecerá a manos de Maximiliano en la fecha señalada por la profecía maldita; al nacimiento de Everard y su exclusión de Eppstein; a la adolescencia de éste
y su romance con Rosamunda; a los enfrentamientos de Everard con su padre, y demás situaciones que harán de esta novela una historia con secretos, con doncellas puras e inmorales y maquiavélicos amantes (bueno, uno); con amores apasionados, lealtad ciega y traición desatada; con inocencia y pureza; con espectrales venganzas, y con historia; sí, he dicho historia, pues la novela toma como fondo la época en que el mundo comenzaba a ver nacer a uno de los mayores generales de la historia, Napoleón Bonaparte, y Europa empezaba a acusar su influjo.
Es ésta una novela que pone un especial acento en las relaciones personales. Con unos personajes que encarnan el ideal caballeresco de los tiempos feudales, tan propio del romanticismo y donde el virtuosismo y la entrega altruista están presentes en la pareja de jóvenes que conducen el hilo de la narración, y metaforicamente nos muestra una sociedad que, de tener permanentemente estos valores, sería mucho más placentera, juiciosa, justa y equilibrada.
Encontraremos así mismo, un fuerte contraste entre los valores y acciones encarnados por estos personajes (y prácticamente por todos los personajes que pueblan sus páginas) con los actos éticamente reprobables y carentes de afecto de Maximiliano, cuyo carácter fuerte e irascible acompaña a su tendencia a sentirse El Señor y, por tanto, omnipotente a su antojo. Se observa así un amor casto y puro, profundo y sin brechas entre dos jóvenes unidos por una infancia común y cuya diferencia de formación académica servirá para unirlos más aún en un amor ideal y verdadero. Un amor impregnado siempre del aura que emana del espíritu de Albina y mancillado continuamente por el terror que despide Maximiliano.
Los personajes, por tanto, están muy bien dibujados. Quizás no presenten un gran desarrollo en cuanto a evolución interior, pues se manifiestan tal y como son de principio a fin, y siempre conocemos de antemano cual será su actitud frente a las diferentes situaciones, algo que puede ser un defecto al no tener capacidad para sorprenderte, pero que en este texto se convierte en una virtud, pues son tan vívidos que despiertan con facilidad las emociones hacia ellos.

Pocas pegas puedo poner al libro, que me ha parecido una delicia y lo he leído de un tirón. Me ha enganchado desde el principio con su lenguaje musical, y me he visto forzado a parar de leer en ocasiones, para no bebérmelo de un sólo trago y poder paladearlo tranquilamente . Quizás las últimas cincuenta páginas hayan sido, para mí, las menos satisfactorias, pues me han parecido mucho más teatrales que narrativas, y no me gusta demasiado este giro en la voz, pero no es algo que perturbe el contenido final de la novela.

En definitiva, una bonita historia que hará las delicias de los lectores de Dumas, Walpole, Shelley, Hoffman o Byron, entre otros y que, aunque un poco menos oscurantista, sabrán apreciar los amantes de El castillo de Otranto, El monje, Melmoth el errabundo, y de todo lo romántico y gótico en general.

3 comentarios:

  1. No conocía la novela ni la edición, así que tomo nota. Excelente reseña.

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  2. Muchas gracias Voro. Si te gustan este tipo de historias no le pierdas la pista. Te gustará.

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  3. Esta novela ya la leí hace algunos añitos. No tengo los detalles muy frescos pero sí coincido contigo en que es una historia deliciosa.

    Un saludo.

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