La que
tenía prevista fuese la última entrada del 2012 ha acabado convirtiéndose, por
diversos problemas que me han acuciado últimamente, en la primera del 2013.
Bueno, no hay mal que por bien no venga, ya que mi intención era cerrar el año
con una novela importante del 2012 pero tampoco pasa nada por reseñarla la
primera del nuevo año.
Bacigalupi
vuelve a sumergirnos en el post-apocalíptico mundo de La chica mecánica (o eso
creo), pero esta vez retratando una zona diferente, lo que otrora fuera el
golfo de México donde, merced al calentamiento global, las aguas han subido lo
suficiente como para inundar las ciudades.
En esta
ocasión nos encontraremos con Nailer y Pima (entre otros). Dos muchachos que
viven en la playa. En una zona donde tras las inundaciones, las ciudades han
quedado sumergidas, creando arrecifes artificiales donde los barcos quedan
encallados con facilidad. Esto, unido a la escasez de combustibles fósiles ha
ocasionado el que en dicha zona se hayan creado cuadrillas especiales cuya
única misión y forma de supervivencia, es la obtención de utensilios de dichos
barcos con el fin de venderlos a las grandes multinacionales. Cobre, plomo,
hierro, chatarra en general y, muy ocasionalmente, algo de petróleo son las
mercaderías que los permite seguir viviendo.
Sin
embargo, la suerte los sorprenderá al descubrir un barco. Un veloz clipper con
un gran botín que los haría ricos, si no fuese por la muchacha aún viva a bordo
del barco. Es el momento de jugárselo todo: si la matan se harán ricos, si la
dejan vivir y la ayudan a regresar con los suyos, les esperará una aventura por
delante que, quizás, consiga salvarlos de la mísera vida diaria.
Estamos
de nuevo en el distópico futuro de su anterior novela pero en una zona distinta
del planeta. La costa del golfo de México. Una zona muchos más pobre que la
anterior y donde se aprecian diferencias significativas. Aquí no veremos
neoseres, ni ningún tipo de tecnología superior. No oiremos hablar de ninguna
de las compañías alimentarias que controlan el mundo. Parecemos estar en un
lugar diferente, donde se ha producido un cataclismo y la gente lucha por
sobrevivir recogiendo chatarra para vender a otras multinacionales, o vendiendo
su propia sangre a cambio de algo de dinero, y con una evolución de las drogas
líquidas a la que es fácil ceder cuando estás al límite.
No
veremos grandes ciudades, sino chabolas en medio de una playa. No oiremos
hablar de religiones, de grupos organizados, ni de espionaje industrial; tan
sólo de personas corrientes y molientes que compiten entre ellos mismos para
sobrevivir. Donde nadie cuida de nadie y siempre gana el más fuerte.
No
veremos energía motriz humana para mover mecanismos, sino que veremos barcos
que se desplazan a gran velocidad, de barcos encallados con bolsas almacenadas
de petróleo y de trenes de alta velocidad y, al respecto he de decir, que me ha
resultado confuso teniendo en cuenta que nos encontramos en un mundo con los
combustibles fósiles prácticamente agotados. es lógico entender que las pocas
reservas disponibles estén en posesión de grandes empresas pero no me ha
resultado demasiado creíble.
Estamos
ante una novela más ágil que la anterior. Con una lectura más asequible, tal
vez con un cariz más juvenil. Sin los parones que producían la política y la
complejidad global de La chica mecánica (LCM a partir de ahora). Una lectura
más ágil digo, pero en mi opinión, la de Bacigalupi es una narrativa lenta.
Como me sucedió con LCM, me dio la impresión de que al leer a Bacigalupi, las
escenas transcurren despacio, parece no suceder nada, de tal modo que te
mantienes alerta, pendiente del momento en que se desencadene la acción. Una
acción, como tal, que es potente en su concepto, pero descafeinada en narrativa
pues también transcurre sosegadamente por efectista que hubiera podido ser con
otro autor. Parece como si Bacigalupi dosificase palabras y escenas para que
queden grabadas en la mente no como un rápido flash, sino como un escenario de
360 grados. Aquello de ver el bosque a través de los árboles.
Pero es
que, en realidad, dicha acción es toda la novela. Cada detalle próximo a los
personajes o lejano en la geografía, completa una serie de datos que consiguen
crear una imagen clara del mundo y sus interrelaciones, por lo que el mero
hecho de respirar un día más, se convierte en un acto heroico. Y es este uno de
los aspectos que más me gusta de Paolo Bacigalupi: su creatividad al definir un
mundo distópico de forma tan realista y creíble, pues creanme que lo es; pero
también el hecho de querer transmitir una idea en sus novelas. Ideas que son
capaces de despertar sentimientos y otras ideas en cadena, que se despliegan
cual racimo y nos permiten ver el conjunto como algo grande, opresivo, fatal,
plausible y muy original.
Los
personajes de la novela resultan menos complejos que en LCM pero están bien
desarrollados y aportan un punto de ética, supervivencia, y violencia necesarias
para hacer que el lento conjunto esté bien engrasado sobre el personaje único y
demoledor que es la ambientación. Tal vez chirría un poco algunos de los
momentos del propio Nailer. Quiero decir que es muy creíble tener sentimientos
tan encontrados entre la moral personal y el propio instinto de supervivencia,
así como entre este último y las relaciones familiares cuando la vida es tan
dura, pero hay algún momento donde, pese a resultar creíble, no me ha parecido
bien desarrollado y me ha costado entrar en la mente del protagonista de modo
convincente.
En
general el cementerio de barcos es una novela bastante alejada, en cuanto a
estética y trama, de LCM. El ambiente de industrialización,
hambruna y religión queda aquí sustituido por la lucha por sobrevivir y por
lejanas empresas casi legendarias. Y el sentido policíaco-persecutorio de LCM
queda aquí minorizado por una huida en tren en la que "los malos"
simplemente aparecen en destino, y por una persecución en barco que no me ha
convencido en cuanto a abordajes se refiere.
Aun así
es patente el claro mensaje ecologista y de crítica política y social de la
novela.
En
definitiva, es una buena novela que gustará si gustó la anterior, pero no si lo
que se busca es adrenalina o un mayor pesimismo al tratarse de una distopía.
Por mi
parte, me encanta el futuro ideado por Bacigalupi y continuaré leyéndolo
siempre que pueda.
Esperemos que su colección de relatos Pump six & other stories no tarde demasiado en ser publicado en castellano.
Esperemos que su colección de relatos Pump six & other stories no tarde demasiado en ser publicado en castellano.
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