Me encontré este libro en la red por pura casualidad y, como el título me llamó la atención, me fijé instantaneamente en él. La sinopsis me pareció interesante y decidí hacerme con él.
Helen McGill es una cuarentona soltera que después de pasar sus años mozos como institutriz decide dedicarse a cuidar de su granja y de su hermano Andrew, un hombre que a pasado de granjero a escritor de best-sellers de la noche a la mañana.
La vida es dura, monótona y solitaria para Helen, hasta que un día, un pequeño hombre, el profesor Mifflin, acompañado de un perro y de un caballo que tira de una carreta, el parnaso de la cultura, se presenta en su casa. El profesor Mifflin se gana la vida como marchante literario, recorriendo Nueva Inglaterra para vender conocimiento de su librería ambulante, su parnaso, pero ha decidido retirarse y considera que el Sr. McGill, con su amor por los libros debe ser la persona indicada a quien traspasar el negocio.
Aprovechando que Andrew no está en la casa, Helen decidirá comprarlo ella y vivir la experiencia por sí misma. Estás serán sus primeras vacaciones en muchos años.
No me he parado a investigar la realidad o ficción inherente a la novela pero, el enganche de la misma para ser contada, consiste en una edición en tercera persona, es decir, en el texto escrito por la protagonista para recordar esta vivencia que una vez dejado a un tercero decide editarlo pues considera una pérdida irreparable el no hacerlo.
La historia en sí es bastante agradable de leer, pero me ha dejado un tanto frío. Esperaba bastante más pero, claro, la nueva aventura de la Srta. McGill, como tal, apenas dura una semana, por lo que el grueso de la obra queda relegado a las relaciones humanas entre los tres protagonistas principales. Relaciones cercanas entre Helen y el profesor y más distantes con Andrew.
Christopher Morley utiliza un lenguaje sobrio y sencillo para mostrarnos con un tono agradable y jocoso no exento de ironía, la vida rural de Nueva Inglaterra a través de los ojos de la protagonista.
De este modo recorreremos los poblados de la zona acompañados de los personajes principales y de la sombra que se cierne sobre Helen con los impedimentos que su hermano pone en la distancia para hacerla regresar a sus obligaciones como ama de casa. Una experiencia agradable y simpática pero, a mi modo de ver, exenta de la aventura que indica la contraportada.
No obstante, la historia presentará un giro cuando poco a poco pase a convertirse en una historia de amor. Amor que me resultó algo difícil de creer en un principio pero que entendí después desde la óptica de la rebelde novedad, la libertad y la amistad, no desde la pasión.
No se trata fundamentalmente de una novela sobre el amor a los libros, aunque la figura del profesor bien pudiera dar esa impresión, pero si que contiene una intención educadora en función de este personaje y de las numerosas alusiones a autores y citas literarias.
Posee al mismo tiempo un cierto tono moralizante, en la medida en que se muestra la sumisión a que se somete Helen y al trato que recibe por parte de su hermano, quien representa bien su papel de hombre de la casa sin responsabilidad alguna al respecto.
En definitiva, me ha parecido una novelita (por extensión, ¡eh!) interesante con la que me lo he pasado bien (poco más), pero que se lee en un santiamén y que nos anima a perseguir nuestros sueños, por ridículos que parezcan a los demás.
Esta novela también me llama la atención. Pero veo que no te ha encantado...
ResponderEliminarBesos
Hola Marian.
ResponderEliminarSí que me ha gustado, pero esperaba algo más. Quizás sea por la extensión (es muy cortita), y eso haya hecho que esperase una historia con algo más de aventuras que las de una simple semana.
Gracias por la visita