Las guerras de hierro es el nombre de la tercera entrega de la saga de Paul Kearney, Las monarquías de dios, una serie cuyos primeros dos volúmenes me parecieron fantásticos y que, como se suele decir, por h o por b, la tenía abandonada desde hace un año, algo que he decidido arreglar por completo a la mayor brevedad posible.
Con cada nuevo libro de la saga, la pluma de Kearney se vuelve más sólida, centrando la atención en uno u otro punto, comprimiendo unos hilos y ocultando otros con el fin de dar una mayor cohesión al conjunto y creando la tensión necesaria al tiempo que genera expectativas y misterio por las líneas argumentales que permanecen en la sombra.
En esta ocasión Kearney se centra en la mitad de la historia, principalmente en Corfe y el asedio Merduk a Torunna, y en el estado en que ha quedado el rey Abeleyn de Hebrión tras reconquistar su capital, dejando aparcados por el momento a Himerius, Hawkwood y, por ende, a ese misterioso continente que nos hace babear de gusto.
Esto, de hecho, queda patente desde la misma portada, en la que podemos apreciar al general Corfe Cear-Inaf con su armadura Merduk pintada de rojo sangre, lo que nos avanza quien es el protagonista de esta entrega.
Además de la acción inherente a Corfe y sus Catedralistas, que tendrán que demostrar su valía de continuo e incluso pondrán en un brete al mismísimo ejército merduk, existe una línea política patente durante toda la obra. Por un lado, Corfe tendrá que pelear duro para hacerse valer por encima de un rey que no ha aprendido a reinar y que se opone a todo lo que abandere su madre, y frente a una corte aduladora del rey pagada de si mismos, salvo varios militares ya ancianos que saben lo que de verdad está en juego.
Por otra parte, Golophin y Lady Isolla, la prometida de Abeleyn, tendrán que vérselas con Lady Jemilla y el supuesto heredero que porta en su vientre, la cual sigue conspirando con los nobles de Hebrión para, aprovechando el estado del rey, manipularlos con el fin de poner a su futuro hijo en el trono.
Sin olvidarnos de Albrec y Ávila, los dos monjes que llegarán a Torunna para entregar el manuscrito a Macrobius, un manuscrito que puede cambiar el futuro de las religiones.
Al estar concentrada la acción en varias tramas se nos permite conocer mucho mejor a los personajes protagonistas: Corfe, el cual no es capaz de olvidar a su esposa aunque comienza a entender la vida sin ella. Un personaje con un gran carisma que se gana el respeto por parte de todos aquellos a quienes dirige, incluidos los mismísimos fimbrios; Lofantyr, un "rey de papá" que ha estado demasiado tiempo bajos las faldas de mamá y considera que es lo suficientemente maduro para reinar en solitario y que nos mostrará a un niño malcriado con un gran poder; Odelia, reina madre de Torunna, quién quiere lo mejor para el reino, y que añora a los hombres que lucharon por él. Ve en Corfe a sus antecesores y, sin pretenderlo, se va enamorando poco a poco de él pese a que esto le costará la enemistad definitiva con su hijo; Lady Jemilla, la ambición que vimos en la anterior entrega no para de crecer, y hará lo posible por dar lo mejor a su futuro hijo aun a sabiendas de que sea merecedor del trono; y, como no, Albrec y Ávila, que se afianzan en la nueva fe que les otorga el conocimiento del manuscrito y dotados de un deber divino se enfrentan valientemente al enemigo más temido.
En esta ocasión Hawkwood y compañía quedan abandonados, salvo por el último párrafo del libro y por una extraña fuerza que recibirá misteriosamente Golophin y que nos promete un desenlace épico de la saga pues esta fuerza surge allende los mares.
Esta fuerza misteriosa avanza la vuelta de la magia a los reinos, una magia que se ha ido extinguiendo poco a poco en favor de la pólvora, la cual también ofrece el contrapunto a los antiguos sistemas de guerra operantes, mostrándonos el choque de culturas.
En definitiva, una obra que no para de crecer, y que sigo pensando se muestra como una de las sagas fantásticas más apasionantes e interesantes de los últimos tiempos y que me parece, por lo tanto, de lo más recomendable por estos pagos literarios.
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