Sabedor de mi histórico rechazo a las novelas con protagonistas animales (no me gustó La canción de Cazarrabo, ni tampoco La colina de Watership, y todavía tengo pendiente en la estantería Las ovejas de Glennkill), me aventuré con Firmin a ver si me llevaba una sorpresa.
He de reconocer que quedé gratamente sorprendido al principio, y claramente decepcionado al final.
Firmin es un roedor que nace entre los papeles del almacén de una librería de viejo.
Allí, rápidamente se distanciará de sus 12 hermanos, pues su naturaleza animal no les permite comprender al ser humano, en cambio, Firmin se sentirá más miembro de esta raza que de la suya propia a medida que empieza a devorar los libros de la tienda. Literalmente al principio, pues el papel es su único sustento (al ser el más débil de toda la progenie no llega a amamantarse debidamente), pero poco a poco comenzará a entender los libros y a aprender de ellos.
Tras un, para él, traicionero intento de asesinato por parte del librero, Norman, decidirá mudarse y, por casualidad, topará con el para él, mejor escritor del mundo, Jerry Magoon, que lo cuidará desde entonces.
Sam savage comienza las andaduras de Firmin con una prosa sobria elegante, muy fluida que apetece y anima a continuar leyendo. En conjunción con la técnica, la formula utilizada consistente en introducir frases de otras conocidas obras literarias a lo largo de la historia, resulta muy interesante e induce a la búsqueda de la información relacionada pero, es cierto que, poco a poco esta línea va decayendo hasta prácticamente desaparecer por completo y convertirse en una novela al uso que pierde esa gracia añadida.
La historia en sí resulta muy atrayente al principio. A medida que conocemos a Firmin no podemos el evitar sonreír ante sus andanzas e intentos por sentirse humano; algunas escenas, como la de observar el trasero de su hermana y posteriormente los neones de las bailarinas son impagables, pero poco a poco, vuelve a perder fuelle y acaba resultado algo aburrido.
El cambio de morada le siente bien a Firmin, y el escritor actúa como revulsivo para impulsar un poco la novela. Con la lectura de las novelitas de ciencia ficción escritas por Jerry, la cosa se anima y la sonrisa vuelve a fluir a nuestros labios, pero ya todo es diferente, por dos motivos: Por un lado porque, a mi modo de ver, el estilo de Savage en esta segunda parte ya no es tan elegante, sino algo más apresurado y por otro, porque hemos ido viendo como la obra va evolucionando, y de ser una historia que despertaba simpatías y parecía graciosa nos hemos dado cuenta de que la historia es más triste de lo que parece ante un par de seres que no encuentran su lugar en el mundo.
En realidad la novela se divide en tres subtramas:
* La historia de un roedor que intentó ser lo que no era, nos muestra el rechazo a lo diferente, la marginación y el miedo a lo incomprendido. La soledad de quien hace lo que siente para ser feliz pese a ser apartado. La felicidad no tiene por qué ser igual para todo, es algo personal y se ha de buscar de forma individual. A veces conlleva grandes pérdidas pero, como en el caso de Firmin, ¿A veces, no merece la pena?
* La historia de un escritor fracasado. Un escritor cuya soledad es tan grande que busca la compañía de una rata y le muestra todo el cariño que puede dar. Una persona dejada de lado y que mantiene la esperanza de que su trabajo sirva para algo, hasta comprender finalmente que no es así.
* Por último, los hechos históricos acerca de la destrucción de una plaza en aras de un mayor beneficio económico. Los momentos de tensión por parte de los comerciantes que intentan parar la demolición también causarán su efecto en nuestro roedor protagonista, que intentará poner su granito de arena para evitarlo.
En definitiva, una historia entretenida, bien escrita y que se lee de un tirón. Con momentos alegres y otros de serena melancolía que invitan a la reflexión.
Pero en general, me parece que el autor no ha gestionado bien sus recursos y la novela ha ido perdiendo fuerza poco a poco, hasta casi diluirse por completo para mi gusto. No obstante, Savage me ha parecido un autor con potencial y ya tengo en la estantería El lamento del perezoso, tardaré en leerlo, pero lo haré pues Savage me ha ganado un poquito.
Pero de momento sigo igual, las novelas con protagonista animales no me convencen.
Hola! me pasó lo mismo con la Colina de Watership, no hubo manera, no lo pude terminar.
ResponderEliminarSin embargo Firmin me llegó, aunque es cierto que la trama no es redonda y que el tono es triste y melancólico de manera evidente (otra característica que no me atrae a priori en una novela) la verdad es que ciertos pasajes me conmovieron, y el ratón Firmin, pienso, no puede caerle mal a nadie!
Hola Guillep.
ResponderEliminarA mi La colina, si que me gustó, pero lo justito, no es algo que recuerde con especial cariño. En cuanto a Firmin, no es que caiga mal, pero el intento por humanizarlo lo convierte, en mi opinión, en algo pedante en varias ocasiones.
Gracias por la visita
Yo no suelo simpatizar mucho tampoco con animales protagonistas pero a este libro le tengo ganas. No sé si lo tendré en casa ...
ResponderEliminarbsos!
Hola Rosalía
ResponderEliminarHombre, una pérdida de tiempo no es, desde luego. Si lo tienes cerca puedes darle una oportunidad. se lee bien.
Gracias por la visita
A mi me ocurre al contrario Guillep; de Firmin me gustó la idea inicial pero se me fue dispersando y con La Colina me ocurrió al revés; creo que es algo paradójico,pero dentro de que los conejos de la Colina no están tan humanizados en sus costumbres me parecen más cercanos en sus comportamientos. Con Firmin, al revés
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