¡Bueno! Otro libro metido con calzador entre mis lecturas. A pesar de que Philip roth me parece un escritor extraordinario, no entraba en mi lista de próximos posibles pero, de nuevo, una compañera de trabajo insistió en dejármelo pues a ella le había gustado mucho. Reconozco que al principio me costó entrar en materia, tal vez porque no era el tipo de literatura que me apetecía, pero finalmente me ha gustado mucho, no sé si decir que lo he disfrutado o sufrido pues, realmente, al final se hace un poco duro.
Durante el verano de 1944 la ciudad de Newark, New Yersey, se convirtió en un verdadero horno, y Bucky Cantor, director del centro de verano, se preocupaba por que sus alumnos no realizaran un ejercicio excesivo en vistas de dicho calor.
Pero el calor será tal vez colaborador o causante del gran mal que azotará a la ciudad, la llegada de la epidemia de polio. La ciudad será puesta en cuarentena tras la muerte de varios alumnos. Bucky se marchará como director de deportes acuáticos a un campamento en las islas Pocono, de este modo aprovechará la oportunidad para pasar el verano con su novia, que se encuentra allí como monitora.
Los primeros días serán de absoluta felicidad pero, poco a poco, Bucky observará que la pesadilla lo persigue.
Philip Roth siempre me ha parecido un buen escritor; caracterizado por un lenguaje culto y una prosa sencilla pero muy cuidada y con mucha facilidad para transmitir lo que pretende expresar. Un autor cuya marca de la casa suele ser el deseo sexual y la crítica al antisemitismo. En este caso no podía ser diferente en cuanto a esto último, y se vuelve a centrar en su adorada ciudad natal y en la población judía y los odios que ésta despierta.
El libro se divide en tres partes: una primera que nos pone en antecedentes de la ciudad y de la llegada de la epidemia, en la que Bucky se muestra como un hombre seguro y que trata de ser un apoyo para su comunidad; una segunda que nos narra la estancia del protagonista en el campamento montañés y como Bucky se culpabiliza por haber abandonado Newark a su suerte y reniega de dios; y una tercera, triste, triste en la que se nos cuenta el final de la historia. Un final que, a mi, me ha parecido, como ya he dicho, muy triste.
Una novela dura en la que el protagonista se abstrae en muchas ocasiones de la lógica y monopoliza los problemas en monólogos interiores en los que culpa a dios por todo lo malo y a sí mismo por su debilidad. En este sentido observaremos como la llegada de la polio lo hace ir renegando poco a poco de dios y cuestionarse por completo sus intenciones.
Roth traza un paralelismo entre la Guerra Mundial, con diversas notas del bombardeo de Pearl Harbour y el instinto patriótico de todos lo jóvenes americanos, con la muerte de los muchachos de Newark, a modo de guerra silenciosa que se ceba en los inocentes, y así nos sumerge en la paranoia y el terror que imperaba por el desconocimiento médico de la polio en la primera mitad del siglo XX y jugará con este terror para dar rienda suelta ala esquizofrenia que permite culpabilizar de todo a aquellos que son diferentes.
Finalmente, en la vida de Cantor, veremos el pasar de un buen hombre, amante de sus abuelos y que se martiriza constantemente por no haber podido ir a la guerra y en el que veremos renacer la esperanza ante el amor y la decisión de un compromiso que será truncado por su propia frustración. Una frustración hasta cierto punto lógica y valiente, pero que niega la oportunidad de decisión de la persona amada al considerar que se hace lo mejor para ella, pero sin contar con ella.
En definitiva, una buena novela, amena y tensa que pese a lo amarga, me ha agradado leer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario