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jueves, 22 de diciembre de 2011

La perla

La perla, una historia de la que nunca había oído hablar pero que, ante la insistencia de una compañera de que debía leerlo, no pude resistirme a comprar cuando la vi a precio irrisorio en una librería de segunda mano.

En esta novela se narra la historia de Kino, un joven pescador-buceador que un día encontrará la perla más perfecta, la perla del mundo. La obtención de la perla hará soñar a Kino y a su familia con una nueva vida de posibilidades. Pero no todo es lo que parece, y su vida no será todo lo dichosa que esperaba. En menos que canta un gallo la codicia se apoderará de mucha gente que intentará matarlo para robársela.

En las pocas páginas que ocupa la perla podemos encontrar toda la fuerza y las inquietudes del mejor Steinbeck.
Con su elegante y precios estilo, meticuloso al extremo, la lectura de la perla nos adentra en un escenario de marginación y la desigualdad y nos hace darnos de frente con ese mundo que pretendemos ignorar, el de la injusticia, el racismo, la discriminación y la codicia insana.
Steinbeck relata con absoluta crudeza la historia de Kino y, ya antes de encontrar la perla, nos muestra la senda que seguirá la obra cuando el médico blanco local se niega a atender la picadura de un escorpión al bebe de Kino por no poder cobrar.
Como digo, ya desde el principio se ve que será una novela dura y potente.
Kino siente la vida de forma humilde. La canción que lo arrulla es la del trabajo duro y el sacrificio, la de la familia y la honradez, pero la llegada de la perla a su vida transformará esta canción, que verá como se puebla de temores y de sueños febriles. Kino no puede dejar de pensar en el futuro de su familia y en su hijo que, por fin, irá al colegio para convertirse en alguien de provecho, pero al mismo tiempo, no puede evitar sentirse odiado por todos los que ahora buscan su buena fortuna a toda costa.
En este mar en el que peligra la integridad física de Kino, su mujer lo instará continuamente a deshacerse de la perla en un afán de retornar a la tranquilidad cotidiana del que nada tiene salvo la felicidad y la paz que otorga el saberse buena gente, pero Kino ha escuchado la canción de la perla y no puede escapar a su influjo, pues la perla se ha convertido en su alma y Kino cree que también perderá esta si se desprende de la otra.
La lírica prosa de Steinbeck unida al rápido ritmo de la misma hacen que la novela se lea de un tirón y consigue que nunca decaiga el interés de la misma en espera de que sucederá a Kino y su familia, pues el autor consigue pervertir la intrínseca inocencia de la piedra más perfecta, la perla del mundo y convertirla en una mancha maldita que con su radiante pureza corrompe todo lo que toca a modo de brujería. Un poder que hunde sus raíces en la realidad de dos mundos encontrados: el mundo del opresor hombre blanco y el del indígena oprimido. Un mundo donde la discriminación, el racismo, la violencia, la codicia y la perversión campan a sus anchas y donde es practicamente imposible salir de uno para entrar en el otro.
Es por tanto ésta, una obra que admite múltiples lecturas y significados. Una lectura de pesaroso entretenimiento y muchas otras lecturas de pesimismo y de anhelos imposibles de cumplir. Una novela que muestra la imposibilidad de burlar al destino y de prosperar y salir del ghetto por medios lícitos.

Es una obra que me ha encantado y que puede ser leída como si de una parábola se tratase como dice el autor al comienzo de la misma, pero una parábola, en la que si leemos entre líneas observaremos diferentes grados de complejidad según queramos o no involucrarnos en su pensamiento.

Una novela que si en algo me ha fallado ha sido en el error cometido al leerla justo tras una obra tan sumamente divertida como Murciélagos rosas, lo que ha hecho que perdiera parte de su encanto al reducir en mi ánimo el dramatismo de la perla.

La perla es, tanto por su nombre como por su calidad, una auténtica joya a la que el tiempo le ha sentado bien y que aún hoy sigue siendo de vigente actualidad.
De verdad, imprescindible.

2 comentarios:

  1. Uno de esos libros, entonces, que se ven con óptica distinta dependiendo de la edad a la que se lean... A mí me obligaron a leerme este libro en el colegio con... ¿15? ¿16 años? y me pareció una tortura, un libro aburridísimo.

    Ahora leo en cambio que a ti te parece una maravilla... Y tal vez sea que con la edad a la que tuve que leerlo no lo entendí, o la conjugación con que la lectura fue una imposición, pero el caso es que desde entonces siempre que recuerdo este libro lo recuerdo como uno de los mayores petardos que me he leído jamás.

    Igual sería cuestión de darle una nueva oportunidad, a ver si con la nueva forma de ver el mundo que diez o doce años de vida le dan a uno ahora lo veo diferente...

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  2. Tienes razón. A mi, casi cualquiera de los libros que leí obligado en el colegio lo recuerdo como un super petardo. No fue hasta que empecé a leer por hobby cuando empecé a disfrutarlo y no ha sido hasta alcanzar una edad más adulta cuando he empezado a leer entre líneas y vislumbrar significados que en otras épocas ni se me habrían cruzado por la mente. Personalmente me ha parecido una joya, pero entiendo que no te lo pareciera a ti, claro.

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