Primera incursión de Jerónimo Tristante en este género. No está mal. No es que sea una gran obra, pero es una novela agradable y amena que se lee con soltura y rapidez. Tristante emplea un lenguaje llano pero muy eficaz que nos hace avanzar por la novela sin perder comba y moviéndonos por dos casos que resultan muy interesantes, uno con tintes de misterio sobrenatural y otro de menor estofa, pero más sentado en el suelo, y del que sólo cuenta con un par de pistas. En ambos casos el subinspector Ros descubrirá que se remontan a muchos años atrás. Ambos casos, como digo, son interesantes, pero resultan muy previsibles.
De este modo, el Inspector Ros es una suerte españolizada de Sherlock Holmes, con su Watson particular en la figura del inspector Don Alfredo Blazquez, y que realmente ofrece mucho más de lo que da, pues a pesar de presentarse con un inicio brillante, con varias deducciones que nos sitúan en la senda de una investigación al estilo del célebre detective de Baker Street, poco a poco se va apagando y sus deducciones se vuelven bastante simples, a pesar de que maravilla a todos cuantos rodea y de que cuenta con la tutela de Don Alberto, Conde de Razes y que parece un antepasado español de Grissom. Resulta de hecho incongruente y chocante cómo, cada vez que Victor Ros cree haber descubierto una pista importante corre a contar todo lo que ha averiguado a los sospechosos, y no tan sospechosos, en un alarde, para mi gusto, de extrema idiotez.
En la misma línea, los personajes son bastante simples y resultan estereotipados para una época en la que las categorías sociales delimitaban el trato entre personas, y resultan sosos y anodinos en general.
El retrato de esta sociedad madrileña y el marco ambiental constituye el punto fuerte de la novela, plasmando acertadamente los entresijos de una degenerada clase alta a la que no le preocupa lo más mínimo lo que pueda sucederle a la plebe, y consiguiendo de forma exitosa marcar las delimitaciones existentes entre los diferentes status, al tiempo que nos da un interesante, aunque un tanto escaso, paseo por las calles más emblemáticas del Madrid del XIX y nos acerca a una corrida de toros y a alguna que otra fiesta social.
La verdad es que hoy me quedo corto, no tengo más que decir. En definitiva, una novela simple, sin pretensiones, pero perfecta como lectura de verano. No digo que sea mala ¡ojo!, se lee de un tirón y es entretenida, para muchos eso es suficiente.
Hubo un día, no hace mucho tiempo, que tomando un café un buen amigo mío y yo mismo, nos sorprendimos enórmemente al comprobar que compartíamos la misma afición (aunque yo en m enor medida que él): la lectura. Y también compartíamos el gusto de tener un personaje común entre los dos: Sherlock Holmes. Leer novelas de Doyle, me llevan a adentrarme en el Londres gris y sombrío, culto y racional, separador de clases... Aquí tenemos una reseña de un género que tanto me gusta como es el policiaco. Si al autor de esta reseña le ha parecido una novela entretenida, para mí será candidata a lectura. Como siempre, el análisis claro y conciso de Tintero, desgrana sin fisuras el libro y nos permite conocer los entresijos del mismo, sin dejar de darnos un espacio en el que nosotros mismos podamos analizar y hacernos un juicio de valor, una vez que lo tengamos leido. Gracias por introducir reseñas de este género, que a mí particularmente tanto me hace disfrutar.
ResponderEliminarGracias macho. Este es un libro que estoy seguro te gustaría.
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