Una noche cualquiera un hombre sombrío entra en una casa con la intención de asesinar a los cuatro miembros de la familia. No llega a conseguirlo del todo, pues el bebé al escuchar un ruido se escapa de la cuna y gateando se aleja de la casa en dirección al cementerio cercano. Allí será adoptado por los singulares habitantes del cementerio. Le pondrán el nombre de Nadie Owens, por la familia que lo acoge y por que no tiene parecido con nadie.
Con la ayuda de Silas, su tutor y miembro especial del cementerio; la señorita Lupescu, que hará las veces de suplente de Silas; y los demás ciudadanos del cementerio, asistiremos al crecimiento y formación de Nadie, casi siempre entre los muros que conforman el cementerio. Mientras, en el mundo exterior, el hombre Jack, el asesino de sus padres, no ceja en su empeño de encontrarlo y terminar el trabajo que dejó a medias.
Como él mismo nos recuerda, esta novela es un homenaje a Kipling y su "El libro de la selva", pero arrastrada a la particular visión más tétrica y oscurantista de Gaiman.
Esta vez Mowgly-Nadie no será amamantado por lobos sino por fantasmas (mucho más mundanos y cordiales, por otra parte, que algunos vivos, en mi opinión).
Como siempre, Gaiman es un fantástico creador de ambientes y su prosa es evocadora y sugerente, consiguiendo de forma natural un gran despliegue de fantasía.
De nuevo nos trae una novela para un público juvenil, y eso se nota en un estilo claro, rápido y directo, propenso al entretenimiento sobre todo, aunque de vez en cuando suelta pinceladas que un público más adulto será capaz de disfrutar más, como por ejemplo la aparición de ciertos fantasmas con un pasado real y no demasiado bien vistos.
La novela se estructura en diversos episodios que muestran diversas facetas del crecimiento de Nadie, desde la llegada al cementerio siendo un bebe, hasta su partida, ya como un adolescente, y en los que, en mi opinión y desde una óptica más adulta (por lo que no del todo correcta, dada la intención del autor), Nadie se revela como un personaje algo soso y plano, pues el estar siempre encerrado en el cementerio le hace tener pocos anhelos en la vida y pese a los diferentes encuentros y situaciones que vive suele actuar siempre obedientemente y de forma similar.
La ambientación escogida y los personajes principales podría haber dado lugar a un resultado mucho más jugoso desde un punto de vista tétrico o lúgubre, pero no me cabe duda de que no era esta la intención de Gaiman que, a mi modo de ver, pretende acercarnos a la famosa máxima "No hay lugar más seguro que un cementerio" y así poder acercarnos a ellos y apartarnos ligeramente del miedo que nos impone la muerte, de una forma desenfadada y con determinadas escenas jocosas y divertidas, como las protagonizadas por los ghouls. Y aunque quizás exista una presencia algo más etérea y terrorífica, como pudiera ser el guardián de la cripta, en realidad no es sino una conciencia que ansía cumplir su cometidos y con quien acabaremos empatizando, como con el resto de los habitantes del cementerio, dicho sea de paso.
Resulta además muy interesante la comparación entre la vida en el cementerio y el mundo cotidiano. No cabe duda de que sin la protección de los muros del cementerio todo es mucho más complicado y hostil. Las pocas veces que nadie abandona el cementerio tiene problemas y necesita ayuda de sus amigos del otro lado.
en cuanto a Jack, el asesino, poco puedo decir de él y de su organización, me ha parecido decepcionante, pues además de no sorprenderme el motivo de los asesinatos, me ha resultado un desenlace muy frágil, en el que dos personajes del cementerio, a modo de Deux ex machina, en un plis-plas dan el carpetazo final el asunto.
En realidad, reconozco que prefiero al Gaiman de los comics, al Gaiman de oscuros guiones y siniestros personajes ambivalentes y complicadas voluntades y sinos.
En cambio, al Gaiman de Coraline o El libro del cementerio, al Gaiman juvenil, no acabo de encontrarle el gusto definitivo. Aunque he disfrutado de esa novela, siento que algo me falta.
Pero, al fin y al cabo, Gaiman no hay más que uno, y hay que leerlo.
En cuanto a la edición de Roca editorial, no cabe sino el aplauso: un formato muy cómodo de leer, una traducción muy correcta y unas ilustraciones fantásticas.
En definitiva, una buena novela, en ocasiones algo melancólica, como en el capítulo de la macabré, pero siempre entretenida y de rápida lectura. Recomendado sobre todo para un público juvenil, aunque también es disfrutable por uno no tan joven.
Mi duda con este libro era precisamente si resultaba muy infantil/juvenil, pero veo que tampoco es para tanto, asi que lo tendré en cuenta, que Gaiman es uno de los grandes.
ResponderEliminarUn saludo.
Me gustan tus referencias.
ResponderEliminarMuchas gracias Enrique. Un orgullo viniendo de ti.
ResponderEliminar