viernes, 27 de enero de 2012

Carta de una desconocida

En los momentos de más calma. En los que tengo la sensación de tener la mente más abierta y relajada, siempre me siento frente a Zweig. En absoluto silencio, y con un Bombay Sapphire con hielo encima de la mesa, me sumerjo entre unas líneas en las que tengo fe absoluta.
Así fue como en una de las pocas frías noches que ha habido en este invierno me senté a charlar en cómplice mutismo con Stefan Zweig y, ni corto ni perezoso, se atrevió a contarme de un tirón la carta que una desconocida había enviado a un famoso escritor.

En esa carta, una joven le contaba a un famoso y mujeriego escritor, como desde niña se había enamorado de él. Como cada día de su vida hasta el momento de su muerte, motivo por el cual le enviaba dicha carta, lo había dedicado a él. Toda su vida, obra y milagros estaban consagrados a él, y no había pasado un sólo instante de su existencia en que no hubiera pensado en él, pese a saberse no sólo no correspondida, sino por completo desconocida por ignorada. Incluso después de haber mantenido relaciones sexuales, el escritor se olvidaba al poco de su cara, tan licenciosa era la vida que éste llevaba.
Así, tras muchos años amándolo en silencio y a escondidas, había concebido un hijo suyo, en una de las noches, en que como una vulgar ramera, había yacido con él.
Ese niño había sido su nueva inspiración, la oportunidad de tener a su amado en esencia en su casa para siempre.
Pero era ahora, a la muerte de su pequeño, cuando por fin se había atrevido a contarle aquello y a poner, al mismo tiempo, fin a su propia vida.

¿Cómo se os queda el cuerpo? A mi se me quedo blando, seco y sin capacidad de movimiento. Al acabarlo, mi mente no era capaz de reaccionar, pese a haberlo leído hace ya algunos años.
Me parece una obra deliciosa, simple en su ejecución, pero de una ternura tal, que tras las dos primeras páginas ya sientes el dolor de la protagonista.
Una novela que con tan sólo dos personajes, uno, ya que el otro es un mero actor secundario, y con el único trasfondo de unas palabras escogidas sobre un papel para formar una declaración, es capaz de sujetarnos a la silla y sacar a flote los sentimientos de amor más puros, en ocasiones inconcebibles.
Zweig bucea en el sentimiento más poderoso con una historia encaminada a demostrar el dicho de que el amor todo lo puede.
Un amor que me recuerda al idea de amor caballeresco; un amor puro, sin esperanza de recompensa y completamente desinteresado.
Resulta impactante el retrato que el autor hace de una niña y mujer enamorada; cómo será capaz de tirar su vida por tierra por un hombre mujeriego e interesado que la ignora. Tal vez pueda parecer que la actitud de la muchacha es exagerada pero he hecho lo posible por ponerme en su lugar y, pese a los tiempos que corren de liberalismo sexual y emancipación femenina, me he sentido capaz de entenderla y creo que el autor ilustra magníficamente el sentido ontológico de un sentimiento cuya razón de ser se encuentra en la esencia del ser humano.
Para poder apreciar aún más el esfuerzo que supone el amor, Zweig lo hace enfrentar con una negación a dicho sentimiento en la forma de un egocéntrico escritor únicamente interesado en el tema sexual y que abandona por completo de lado temas más profundos al respecto, hasta un grado de dejadez tal, que posteriormente no es capaz de reconocer a las mujeres que han pasado por su lecho. De este modo nos obliga a reflexionar también a este respecto, y a intentar discernir si la persona objeto de nuestro amor y pasión es verdaderamente merecedora de ello.

En definitiva, Una sencilla pero deliciosa y muy triste novela corta. Una autentiquísima joya, aunque reconozco que, tal vez, sólo tal vez, cuando se trata del genial austríaco no sea del todo imparcial.

domingo, 15 de enero de 2012

Viking II: Sworn brother

Un año después de comenzar esta novela, la segunda de la saga de Thorgils Leifsson, la he terminado. La verdad es que salvo el primero y el último mes del año, casi no la he tocado, por lo que mi memoria no guarda todos los detalles, pero al menos, si los suficientes como para dar una valoración sensata de lo que me ha parecido esta segunda novela.

Thorgils es recogido del mar al que lo echaron los monjes en la primera parte, por un barco mercante que lo llevará a Inglaterra. Allí, tras algún tiempo trabajando como guardián de una jauría de perros entrará a formar parte de la nómina de palacio y trabajará como perrero y guardián de los animales del rey Knut. No tardará en enamorarse de la joven reina Aëlgifu.
Joven, voluptuosa y ansiosa de aventuras aprovechará cada ocasión para retozar con el protagonista. Para no despertar sospechas, Thorgils hará de enlace entre la reina y uno de los joyeros reales, con lo que el protagonista adquirirá conocimientos sobre la creación y el acuño de las monedas. Esta relación oculta será desenmascarada por el obispo de Londres, y Thorgils abandonará la isla con destino Noruega. En dicho barco se encontrará con el que posteriormente será su mejor amigo, Grettir, y con quién realizará el juramento de hermano espiritual. La mala reputación de Grettir le precede a donde va y por diversos motivos tendrán que separarse: Grettir se esconderá, pues su cabeza tiene un elevado precio, y Thorgils se reencontrará con su antiguo mentor, Thrand, con quien se encaminará junto a una orden de mercenarios vikingos, los Jomsvikings, a librar una batalla por el rey Knut. Serán traicionados y Thorgils, tras diversas peripecias, volverá con Grettir, hasta el momento de su muerte en un solitario islote. Después no quedará nada a Thorgils salvo cumplir la promesa hecha a su hermano: viajar a la ciudad que se conocerá como Constantinopla, y por un lance del destino acabará enrolado en la guardia varega.

He tardado demasiado tiempo en leer este libro y por ello mi memoria se ha resentido y he dejado muchos detalles sin mencionar, al tiempo que me ha costado recordar la secuencia exacta de sucesos, pero aún así es un libro que me ha dejado un magnífico sabor de boca, muchísimo mejor que el del primero.

El estilo de Tim Severin me ha parecido más pulido aún, dotando a la obra de un ritmo, en ocasiones trepidante y al que no le falta dinamismo en ningún momento. Al contrario que en la primera parte, en la que se sentaban las bases de la vida de Thorgils pero no parecía que hubiera nada que de verdad enganchase, en esta segunda parte, la vida del protagonista va dando vuelco tras vuelco y en cada uno de ellos, además de acción, existe algún suceso interesante o algún dato que nos incita a querer investigar y profundizar algo en el tema.
Thorgils evoluciona como personaje firmemente, aunque dado
el elenco de secundarios que le rodean, se me antoja un personaje que precisa de cierta protección y mimo. Vale que es un personaje cuyo valor está centrado en su aportación como vidente e historiador, pero en una época tan dura y ante compañeros tan aguerridos, me resulta algo flojucho aunque, ¡OJO!, no lo sea realmente.
Tanto Thrand como Grettir son personajes que ya aparecen esbozados en la primera parte. En esta segunda ocasión cobra una importancia mucho mayor y observamos por completo el desenlace de sus vidas, aportando frescura y fiereza y siendo, en ambos casos, de mucho interés.

Se observa la importante labor de documentación del autor que recrea con rigor histórico, la época y los diversos escenarios geográficos, así como la situación social y las costumbr es de un amplio número de pueblos de forma vívida, precisa y muy realista.
De este modo, nos sumerge de lleno en la organización de las jefaturas de los cuerpos al servicio del rey Knut de Londrés; en la fabricación y acuño de monedas; en la cada vez más clara intromisión del Cristo Blanco en la vida de los pueblos del norte; en la importancia de las leyes y valores nórdicos; o en las diferentes clases y castas entre los diferente pueblos del norte.

Una novela que me ha gustado mucho más que la primera. De las mejores novelas históricas que he leído en los últimos tiempos. Espero
no demorarme tanto con la tercera: King's man.

domingo, 8 de enero de 2012

Lecturas 2011

Bueno, una vez más toca hacer balance de lo leído durante el pasado año. No tengo interés en cansar a nadie ni tampoco lo tengo en calentarme la cabeza, así que acompañaré la lista de un brevísimo análisis de lo que me ha parecido en general, y poco más.

1. El adepto de la reina, de Rodolfo Martínez - 8
2. Dos coronas, de Susana Eevee - 7
3. Brooklyn follies, de Paul Auster - 9
4. 1969, de Jerónimo Tristante - 4
5. El sueño de Galileo, de Kim Stanley Robinson - 8
6. La guerra por el Norte, de Guillem López - 9
7. Sherlock Holmes y los zombis de Camford, de Alberto López Aroca - 7
8. Mihai. Mi historia junto a un strigoi, de Macu Marrero lemes - 6
9. El viaje de Hawkwood, de Paul Kearney - 8,5
10. Los reyes heréticos, de Paul Kearney - 8,5
11. El castillo de Eppstein, de Alexandre Dumas - 8,5
12. El mundo sumergido, de J. G. Ballard - 6
13. La investigación, de Stanislaw Lem - 7,5
14. El aliento de los dioses, de Brandon Sanderson - 8
15. Kinshu: Yapiz de otoño, de Teru Miyamoto - 8
16. Sondela, de Rodolfo Martínez - 7,5
17. De mecánica y alquimia, de Juan Jacinto Muñoz Rengel - 7
18. Sukkwan island, de David Vann - 5
19. Fieramente humano, de Rodolfo Martínez - 8
20. El lunes empieza el sábado, de los hermanos Strugatsky - 7,5
21. Los ojos del hermano eterno, de Stefan Zweig - 8,5
22. Mendel el de los libros, de Stefan Zweig - 9
23. Anuncio una casa donde ya no quiero vivir, de Bohumil Hrabal - 6
24. La chica mecánica, de Paolo Bacigalupi - 8
25. Maldito karma, de David Safier - 4
26. Flores de verano, de Tamiki Hara - 8,5
27. El reich africano, de Guy Saville - 7,5
28. El duende del hogar, de Nadezdha Teffi - 7
29. El arte del asesino, de Mary Jungstedt - 5,5
30. Eclipse en Malasaña. Una zarzuela negra, de Jack Mircalla - 9
31. Lavinia, de Ursula K. Le Guin 8,5
32. Fin del mundo en Breslau, de Marek Krajewski - 6,5
33. Bajo el influjo del cometa, de Jon Bilbao - 7
34. Salamina, de Javier Negrete - 8
35. Botchan, de Natsume Soseki - 8
36. Zombi, de Juan Díaz Olmedo - 7
37. Todo lo que muere, de John Connolly - 8
38. Murciélagos dorados y palomas rosas, de Gerald Durrell - 9
39. La perla, de John Steinbeck - 8,5
40. Tangram, de Juan Carlos Marquez - 8,5
41. Carta de una desconocida, de Stefan Zweig - 9,5
42. El jardín de la memoría, de Rodolfo Martínez - 8,5
43. Viking II: Sworn Brother, de Tim Severin - 7,5

A bote pronto, veo que he mejorado algo el número de lecturas con respecto al año pasado, no en mucho, es cierto, pero constituye un avance para volver a alcanzar el nivel de años atrás.
Observo también que casi todo lo que he leído tiene una puntuación superior al siete, lo que me hace pensar que, o me estoy volviendo poco exigente, o me estoy volviendo selectivo y sólo escojo aquello que de antemano sé que me va a gustar (salvo excepciones), o por último, es que estoy algo flojo de criterio.
Por otro lado el porcentaje de novelas españolas leídas también ha aumentado algo con respecto al año pasado, siendo un total de 15 de 43, lo que resulta en casi un 35% del total.

Pero, independientemente de esta pequeña lista, estoy observando un profundo cambio en mis gustos literarios. Si hasta hoy siempre había dejado claro a todo el que me preguntaba que lo que yo leía era literatura de género, pues la "literatura real, la literatura de la vida", la vivía a diario y me la metían por lo ojos en todas partes, por lo que necesitaba de lo fantástico para sobrevivir, cada vez me doy más cuenta de que necesito otro tipo de literatura; una literatura que no tiene nada que ver con bestsellers o premios Planeta (que me siguen echando para atrás), una literatura más sutil, cargada de un fuerte estilo y que me llena por dentro, una literatura que hasta cumplir casi las dos décadas no me había planteado siquiera. No en vano, la editorial Impedimenta ha sido la que, a nivel personal, más me ha aportado este año.
A nivel individual no puedo sino volver a alabar, como cada año, a Stefan Zweig, quien, a fuerza de pequeños cuentos, se ha convertido en mi escritor ideal, y en el terreno nacional a Rodolfo Martínez, cuyas lecturas me hacen vibrar de lo lindo y a Guillem López en segundo término, cuya novela, La guerra por el norte (y espero que su continuación) he disfrutado punto por punto.
Por otro lado, magnífico el ejemplo que ha dado Luis G. Prado, editor de Bibliópolis, sin cuya tesón no habríamos podido conocer una saga tan extraordinaria como la de Las monarquías de dios (comentario incluido a posteriori, tras pensar algo más detenidamente en el año de lecturas)*

Un abrazo a todos y espero que este año, por negro que se pinte el panorama, se pueda ver alguna luz encendida.


* Ya sé que esta reflexión más completa la debería haber hecho antes, pero me caen los recuerdos con cuentagotas.

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