domingo, 28 de febrero de 2010

El libro del cementerio

A estas alturas a nadie le pasará desapercibido que cada novela surgida de la pluma de Neil Gaiman se convierte rápidamente en un éxito, si no siempre de crítica, sí de ventas. El Libro del Cementerio es la novela de moda en estos momentos, hay reseñas sobre él en todas partes y las pilas con sus libros descienden de altura con velocidad en los grandes almacenes así que, por una vez, me sumo a la moda y os presento mi opinión.
Una noche cualquiera un hombre sombrío entra en una casa con la intención de asesinar a los cuatro miembros de la familia. No llega a conseguirlo del todo, pues el bebé al escuchar un ruido se escapa de la cuna y gateando se aleja de la casa en dirección al cementerio cercano. Allí será adoptado por los singulares habitantes del cementerio. Le pondrán el nombre de Nadie Owens, por la familia que lo acoge y por que no tiene parecido con nadie.
Con la ayuda de Silas, su tutor y miembro especial del cementerio; la señorita Lupescu, que hará las veces de suplente de Silas; y los demás ciudadanos del cementerio, asistiremos al crecimiento y formación de Nadie, casi siempre entre los muros que conforman el cementerio. Mientras, en el mundo exterior, el hombre Jack, el asesino de sus padres, no ceja en su empeño de encontrarlo y terminar el trabajo que dejó a medias.

Como él mismo nos recuerda, esta novela es un homenaje a Kipling y su "El libro de la selva", pero arrastrada a la particular visión más tétrica y oscurantista de Gaiman.
Esta vez Mowgly-Nadie no será amamantado por lobos sino por fantasmas (mucho más mundanos y cordiales, por otra parte, que algunos vivos, en mi opinión).
Como siempre, Gaiman es un fantástico creador de ambientes y su prosa es evocadora y sugerente, consiguiendo de forma natural un gran despliegue de fantasía.
De nuevo nos trae una novela para un público juvenil, y eso se nota en un estilo claro, rápido y directo, propenso al entretenimiento sobre todo, aunque de vez en cuando suelta pinceladas que un público más adulto será capaz de disfrutar más, como por ejemplo la aparición de ciertos fantasmas con un pasado real y no demasiado bien vistos.

La novela se estructura en diversos episodios que muestran diversas facetas del crecimiento de Nadie, desde la llegada al cementerio siendo un bebe, hasta su partida, ya como un adolescente, y en los que, en mi opinión y desde una óptica más adulta (por lo que no del todo correcta, dada la intención del autor), Nadie se revela como un personaje algo soso y plano, pues el estar siempre encerrado en el cementerio le hace tener pocos anhelos en la vida y pese a los diferentes encuentros y situaciones que vive suele actuar siempre obedientemente y de forma similar.
La ambientación escogida y los personajes principales podría haber dado lugar a un resultado mucho más jugoso desde un punto de vista tétrico o lúgubre, pero no me cabe duda de que no era esta la intención de Gaiman que, a mi modo de ver, pretende acercarnos a la famosa máxima "No hay lugar más seguro que un cementerio" y así poder acercarnos a ellos y apartarnos ligeramente del miedo que nos impone la muerte, de una forma desenfadada y con determinadas escenas jocosas y divertidas, como las protagonizadas por los ghouls. Y aunque quizás exista una presencia algo más etérea y terrorífica, como pudiera ser el guardián de la cripta, en realidad no es sino una conciencia que ansía cumplir su cometidos y con quien acabaremos empatizando, como con el resto de los habitantes del cementerio, dicho sea de paso.
Resulta además muy interesante la comparación entre la vida en el cementerio y el mundo cotidiano. No cabe duda de que sin la protección de los muros del cementerio todo es mucho más complicado y hostil. Las pocas veces que nadie abandona el cementerio tiene problemas y necesita ayuda de sus amigos del otro lado.
en cuanto a Jack, el asesino, poco puedo decir de él y de su organización, me ha parecido decepcionante, pues además de no sorprenderme el motivo de los asesinatos, me ha resultado un desenlace muy frágil, en el que dos personajes del cementerio, a modo de Deux ex machina, en un plis-plas dan el carpetazo final el asunto.
En realidad, reconozco que prefiero al Gaiman de los comics, al Gaiman de oscuros guiones y siniestros personajes ambivalentes y complicadas voluntades y sinos.
En cambio, al Gaiman de Coraline o El libro del cementerio, al Gaiman juvenil, no acabo de encontrarle el gusto definitivo. Aunque he disfrutado de esa novela, siento que algo me falta.
Pero, al fin y al cabo, Gaiman no hay más que uno, y hay que leerlo.
En cuanto a la edición de Roca editorial, no cabe sino el aplauso: un formato muy cómodo de leer, una traducción muy correcta y unas ilustraciones fantásticas.

En definitiva, una buena novela, en ocasiones algo melancólica, como en el capítulo de la macabré, pero siempre entretenida y de rápida lectura. Recomendado sobre todo para un público juvenil, aunque también es disfrutable por uno no tan joven.

domingo, 21 de febrero de 2010

La hija del dragón de hierro

Hacía tiempo que no leía una novela típica de dragones y saqué de la pila la que da título a esta entrada. Me he encontrado dragones, es cierto, pero de típica no tiene nada.

Jane es una niña humana trocada (algo que hasta bien entrado el libro no queda demasiado claro lo que es) que trabaja en una fábrica en la que todos los obreros son niños esclavizados, de toda raza fantástica conocida y por conocer, junto a jefes trolls y ogros y aristocráticos elfos como altos directivos.
Su trabajo consiste en la fabricación de dragones, máquinas mezcla de dragón, bombardero e I. A., utilizados para lejanas batallas.
La "plantilla" está compuesta por diversas facciones y grupúsculos y Jane convive en este ambiente opresor bajo jefes y compañeros que no dudarían en jugártela para ascender o asegurarse una vida más cómoda. Bajo esta atmósfera de esclavitud, opresión e injusticias, Jane busca la forma de escapar, y lo conseguirá al entablar contacto con un dragón próximo a ser desguazado.
Es a partir de este punto cuando la novela realiza un giro argumental acojonante y el autor parece chotearse de los lectores de fantasía que ya veían venir una buena novela de aventuras. Pues al escapar, llegarán a un pueblo como cualquier otro pueblo. El dragón quedará en estado latente y pasará a un 2º ó 3º plano (hasta casi el final), mientras Jane debe desenvolverse en un mundo con toques fantásticos (claro, debe haber fantasía), pero muy cercano en naturaleza al nuestro. Asistiremos al crecimiento y maduración de Jane. Se enfrentará a las vicisitudes de la vida, las mismas y del mismo modo que cualquier adolescente actual: los estudios, los amigos, el sexo, las drogas, la autoridad, el consumismo, etc.
Habremos perdido el norte y en varias ocasiones necesitaremos mirar la portada para recordar que era un libro de fantasía lo que pretendíamos leer.

El leit-motiv de la novela me lo tomo como "apechuga y continua". La vida es como es, con sus cosas buenas y sus cosas malas y hay que sobreponerse para continuar. Cosa que, como he dicho, no esperaba encontrar cuando empecé a leer.

Michael Swanwick ha creado una novela compleja y atrayente, pero que puede echar para atrás a los lectores más impacientes, a aquellos que buscan la fantasía más típica.
Es una novela muy bien escrita y con un lenguaje muy descriptivo, aunque es cierto que algunos pasajes pierden intensidad.
Podremos encontrar diversas subhistorias dentro del argumento principal, como la historia del hombre pálido, la de la bruja Peg, la de la doctora Nemesis o la de la Lamia, que son una auténtica delicia y para mi han constituido lo mejor de la novela, pues me ha sacado de la lasitud que arrastraba por el mundo adolescente y cáustico de la novela, a través de ecos de otras vidas, muy interesantes, por cierto.
Desde luego hay mucha originalidad en la novela: la fábrica, con su marcada ambientación steampunk que me fascina; los dragones, esas formidables máquinas pensantes y autónomas en las que se imbrican y complementan magia y tecnología pues son gobernadas por grimorios mágicos y, a modo cyber, deben ser manejadas por pilotos que se conectan neuralmente a ellas; la nanosociedad creada por los Meryons, seres diminutos que se comunican con el dragón llegando a ser sustitutos de Jane; el tratamiento de la magia como algo más académico que técnico. He de decir que Jane cursa estudios de alquimia, con una infinidad de asignaturas). De hecho, una vez descubierta la magia sexual, se dedicará casi en exclusiva a ella para obtener lo que desea, llegando a ser una experta tanto en las artes amatorias como en el campo "mágico-tántrico", por llamarlo de alguna forma. No hay más que leer la cantidad de escenas de sexo explícito que protagoniza. Y lo que me pueda dejar en el tintero.
La ambientación en general está muy bien lograda y he disfrutado con un pueblo, una sociedad que se guía por determinadas festividades y llegando a realizar sacrificios humanos al estilo de antiguos cultos. por ejemplo, el pasaje de la fiesta del diezmo es formidable.
Los personajes constituyen uno de los puntos fuertes de la novela, están realmente bien definidos en general, pero Jane se lleva la palma (como debía ser). Su transformación, como el mundo la va cambiando poco a poco y el odio y la venganza van concentrándose en torno a ella al ver la injusticias del mundo hasta descubrir que el suicidio no es la solución.

Aunque también es cierto que a pesar de todo el sabor de boca que me ha dejado ha sido muy agridulce, las últimas páginas se me han hecho eternas y he ido dilatando el enfrentarme a una cantidad de páginas que habría leído en un santiamén, durante varios días. Hay además algún arco argumental introducido por Swawinck que no me ha quedado del todo claro, como es el caso de las reencarnaciones de Acu, si es que esto es lo que son (tal vez porque no he sido capaz de situarlo correctamente en el esquema mental que tengo sobre esto).

En definitiva, una novela rara, muy diferente, extremadamente original y muy, muy atrevida, con diferentes registros de lectura. No dejará a nadie indiferente, para bien o para mal, y en mi caso merece una relectura.

sábado, 13 de febrero de 2010

La tumba (Dresden 3)

Aprovechando que por Reyes me regalaron la primera (y única) temporada de Dresden, decidí echar el guante a alguna de las novelas en que se basaba la serie, y aunque el libro que cayó en mis manos es el tercero de la serie no me importó, ya que son historias autoconclusivas. Desconozco si me pierdo algún dato importante. Yo, por lo pronto, no lo he echado en falta.
Para aquellos que no conozcáis ni la serie televisiva ni la literaria, decir que Harry Dresden es un detective-hechicero que ejerce como tal en un Chicago muy parecido al real. La diferencia es que más allá de lo cotidiano existe un mundo sobrenatural lleno de magia superpuesto en el que seres peligrosos actúan desde las sombras. Harry Dresden ayuda como asesor policial de la detective Murphy para resolver los casos más... "extraños".

Normalmente los textos de contracubierta me parecen engañosos y no todo lo fieles que deberían ser al contenido del libro, suelen resumir una parte que, a la hora de la verdad, es una mínima fracción del total (y casi siempre, no de la mayor importancia), pero en este caso usaré dicho texto como sinopsis del libro, pues me parece perfecto y lo ilustra de una forma que no veo capaz de igualar sin revelar algún dato importante.

En su profesión Harry Dresden se ha enfrentado a algunos enemigos bastante aterradores, pero nunca a algo como esto: el mundo espiritual se ha vuelto loco. Los fantasmas están causando problemas, y no son de los que van dando portazos ni asustando. Están atormentados, son violentos y mortíferos. Alguien, o algo, está agitándolos a propósito para desencadenar un enorme desastre sobrenatural. Pero ¿Porqué? Y ¿Porqué muchas de las víctimas están vinculadas con Harry? Si no lo averigua, y pronto, podría acabar convirtiéndose él mismo en un fantasma.

Con un lenguaje correcto, ágil y medianamente descriptivo, Jim Butcher logra crear una fantasía urbana trepidante y consigue con creces su objetivo principal: entretener.
Magos, licántropos, trolls, vampiros, hadas, fantasmas e incluso dragones, conforman la cara oculta del mundo en el que vivimos, plagándolo de efectos extraños y misteriosos a los que el hombre normal siempre encuentra una lógica que en realidad no poseen.
Sobre este panorama, Harry Dresden, miembro del Consejo Blanco de magos, utiliza sus conocimientos esotéricos como asesor policial en los casos más extraños. Esto es mucho más notorio en la serie de televisión que en esta 3ª entrega de la saga pues, aunque efectivamente aparece la detective Murphy, lo hace de una forma menos relevante que en los capítulos de la serie televisiva. Si bien es cierto que, en este caso, Murphy se convierte en objetivo más que en "contratista" o amiga.
Los personajes están bien descritos y con personalidades bastante definidas, como en el caso de Bianca, la Madrina, Michael y, como no, Harry; siendo Michel, el Caballero de la Fe, el que más me ha sorprendido y con el que más he disfrutado (el uso de la Fe es un arma mágica espectacular). Atemorizan de lo lindo, Bianca (Vampiro) y la Madrina (Hada) con sus oscuridades, perversiones y venganzas. Ambas tienen rencillas personales con el protagonista.
Como he dicho, el estilo de Butcher es ágil y ameno, manteniendo el ritmo narrativo a buen nivel, si bien es cierto que le falta madurez para que el texto tenga calidad literaria.
Es particularmente interesante la imitación al estilo de novela negra en las gotas de sarcástico humor negro tan característico de las novelas de este género. Elemento éste, que me ha resultado bastante grato, así como en el tópico principal del protagonista, un detective bastante cínico, pero buena persona, que atrae a las mujeres, sólo que en este caso el elemento sobrenatural es diferenciador.

Con respecto a la edición de la Factoría de Ideas, decir que la traducción es pasable, pero no la gran cantidad de gazapos y errores gramaticales existentes (imagino que en su mayor parte errores de tecleo), que entorpecen un poco la lectura.

En definitiva, una novela ligera que proporciona buenos momentos de diversión y si, además, te gusta el elemento sobrenatural unido al mundo cotidiano no se puede pedir casi nada más. A mí me ha parecido lo suficientemente interesante como para lanzarme a leer más novelas de la saga.

martes, 9 de febrero de 2010

SGAE, o la guía del terrorismo cultural

Está claro que estamos pasando una crisis económica bastante grave. Unos la estamos sufriendo más que otros, pero hay gente "caritativa" que pretende hacer esta situación más llevadera para algunos (para ellos), pero sin importar que se haga más cuesta arriba para otros (todos los demás). Por eso entre la avalancha de iniciativas que están subiendo ultimamente a la palestra con la única intención de hacer caja, por mucho que digan que si los autores, el derecho a la propiedad intelectual, etc.

Os paso una nota emitida por José Luis Sampedro. ¿A ver qué os parece?

POR LA LECTURA

Cuando yo era un muchacho, en la España de 1931, vivía en Aranjuez un Maestro Nacional llamado D. Justo G. Escudero Lezamit. A punto de jubilarse, acudía a la escuela incluso los sábados por la mañana aunque no tenía clases porque allí, en un despachito que le habían cedido, atendía su biblioteca circulante.
Era suya porque la había creado él solo, con libros donados por amigos, instituciones y padres de alumnos. Sus 'clientes' éramos jóvenes y adultos, hombres y mujeres a quienes sólo cobraba cincuenta céntimos al mes por prestar a cada cual un libro a la semana. Allí descubrí a Dickens y a Baroja, leí a Salgari y a Karl May.

Muchos años después hice una visita a un bibliotequita de un pueblo madrileño.
No parecía haber sido muy frecuentada, pero se había hecho cargo recientemente una joven titulada quien había ideado crear un rincón exclusivo para los niños con un trozo de moqueta para sentarlos.
Al principio las madres acogieron la idea con simpatía porque les servía de guardería. Tras recoger a sus hijos en el colegio los dejaban allí un rato mientras terminaban de hacer sus compras, pero cuando regresaban a por ellos, no era raro que los niños, intrigados por el final, pidieran quedarse un ratito más hasta terminar el cuento que estaban leyendo. Durante la espera, las madres curioseaban, cogían algún libro, lo hojeaban y a veces también ellas quedaban prendadas. Tiempo después me enteré de que la experiencia había dado sus frutos: algunas lectoras eran mujeres que nunca habían leído antes de que una simple moqueta en manos de una joven bibliotecaria les descubriera otros mundos.
Y aún más años después descubrí otro prodigio en un gran hospital de Valencia. La biblioteca de atención al paciente, con la que mitigan las largas esperas y angustias tanto de familiares como de los propios enfermos, fue creada por iniciativa y voluntarismo de una empleada. Con un carrito del supermercado cargado de libros donados, paseándose por las distintas plantas, con largas peregrinaciones y luchas con la administración intentando convencer a burócratas y médicos no siempre abiertos a otras consideraciones, de que el conocimiento y el placer que proporciona la lectura puede contribuir a la curación, al cabo de los años ha logrado dotar al hospital y sus usuarios de una biblioteca con un servicio de préstamos y unas actividades que le han valido, además del prestigio y admiración de cuantos hemos pasado por ahí, un premio del gremio de libreros en reconocimiento a su labor en favor del libro.

Evoco ahora estos tres de entre los muchos ejemplos de tesón bibliotecario, al enterarme de que resurge la amenaza del préstamo de pago. Se pretende obligar a las bibliotecas a pagar 20 céntimos por cada libro prestado en concepto de canon para resarcir -eso dicen- a los autores del desgaste del préstamo.

Me quedo confuso y no entiendo nada. En la vida corriente el que paga una suma es porque:

a) obtiene algo a cambio.

b) es objeto de una sanción.

Y yo me pregunto: ¿qué obtiene una biblioteca pública, una vez pagada la adquisición del libro para prestarlo? ¿O es que debe ser multada por cumplir con su misión, que es precisamente ésa, la de prestar libros y fomentar la lectura?

Por otro lado, ¿qué se les desgasta a los autores en la operación?..
¿Se les leerá menos por ser lecturas prestadas?.
¿Venderán menos o les servirá de publicidad el préstamo como cuando una fábrica regala muestras de sus productos?
Pero, sobre todo: ¿Se quiere fomentar la lectura? ¿Europa prefiere autores más ricos pero menos leídos?
No entiendo a esa Europa mercantil. Personalmente prefiero que me lean y soy yo quien se siente deudor con la labor bibliotecaria en la difusión de mi obra.

Sépanlo quienes, sin preguntarme, pretenden defender mis intereses de autor cargándose a las bibliotecas. He firmado en contra de esa medida en diferentes ocasiones y me uno nuevamente a la campaña.

¡NO AL PRÉSTAMO DE PAGO EN BIBLIOTECAS!

José Luis Sampedro



¿Alguien se anima a opinar?

domingo, 7 de febrero de 2010

La carretera (The road)

¡Ya está aquí! ¡Ya llegó!

Una película que no pienso ver. Fue tal la emoción que me causó la lectura de este libro, la mezcla de sentimientos que aparecían a medida que pasaba las páginas que no quiero ver la película.
Recuerdo que antes de cada página me paraba a pensar si continuar o cerrar el libro definitivamente, tal era la tristeza que me embargaba y al mismo tiempo el amor de un padre por un hijo que me hacía sufrir por su destino. No recuerdo haber tenido el culo tan prieto en muchísimo tiempo.
Este libro consiguió desbancar a todos mis ídolos, alguno de los cuales llevaban asentados en mi altar personal varias décadas.
Me da igual que llegue a ser "la mejor película de todos los tiempos", no quiero que el recuerdo que atesoró en mi mente sea corrompido de ninguna forma, por lo que reitero mis palabras: "NO LA PIENSO VER", al menos, durante los próximos 20 años.
Por supuesto, espero que nadie me la cuente.

lunes, 1 de febrero de 2010

La hermandad de la Sábana Santa

Cualquiera que me conozca personalmente, se extrañará de que reseñe este libro, pues no entra dentro de mis gustos, pero me lo dejó un buen amigo (aunque tras su lectura ya no estoy tan seguro de que sea tan buen amigo, jejeje), pues a él le gustaba mucho y me pidió expresamente que lo reseñará en el blog. Este es el único motivo de que haya sido capaz de acabarlo. Así que, mirando al tendido, le lanzo mi montera ¡Antonio, va por ti!
Que puedo decir de este libro, la verdad es que me ha parecido aburridísimo, de hecho voy a intentar hacer una reseña corta, pues hasta comentarlo me aburre.

Tras el incendio de la iglesia de Turín (donde se conserva la Sábana Santa), un equipo especial formado por policías y académicos (departamento del arte de la policía) se encarga de investigarlo. Determinadas circunstancias hacen pensar al jefe del equipo, el detective Marco Valoni, que no se trata de una coincidencia y que el objetivo real de los culpables es la Sábana Santa. Los investigadores deberán solapar dos caminos para resolver el caso: la investigación policial; una investigación académica pormenorizada de la historia de la Sábana Santa.

En esta novela (no sé en otras) Julia Navarro despliega en la narración un extenso abanico de carencias estéticas que hacen que tenga un estilo practicamente inexistente, con un sentido de la prosa totalmente lineal, simple e incluso vulgar, que en ningún momento incita a seguir leyendo.
Los personajes son más planos que una tabla de planchar, totalmente carentes de personalidad o evolución interior, han sido necesarias muy poquitas páginas para que me importase un pimiento su destino.
Los diálogos son vacuos y abesugados, aburridos hasta decir basta y llenos de frases hechas y topicazos; imagino que con la sana idea de hacerlos coloquiales, el problema aquí, es que la autora se ha pasado tres pueblos con el nivel de coloquialidad obtenido.
La trama es absolutamente sosa e insustancial, sin ningún tipo de giro argumental que sorprenda lo más mínimo, y el sistema de investigación utilizado por la policía es ridículo e infantil; la lógica utilizada para resolverlo no le va a la zaga a la de cualquier concursante medio de GH. A todo esto no le ayuda en nada que hechos e ideas que saltan a la vista y nisiquiera un niño de cinco años necesitaría pensar, aquí se vislumbran como grandes ideas propias de mentes brillantes (como por ejemplo, la idea de seguir a un preso que lleva dos años encarcelado para que les lleve al núcleo de la organización ¡Por Dios!), hasta el nombre de la operación es ridículo y utilizado hasta la saciedad: "Caballo de Troya", Ufff que alarde de imaginación.
La estructura utilizada consiste en una alternancia de episodios de la investigación actual con los "acontecimientos históricos" concernientes a la Sábana Santa, de tal modo que poco a poco vayan confluyendo y ayuden a esclarecer un misterio, que no es tal, pues desde muy pronto se intuye o averigua casi todo.
Esta estructura me ha recordado a la utilizada por K. Neville en "El ocho". La diferencia es que en el libro de Neville, los episodios históricos me parecieron sumamente interesantes (que no el resto), y aquí sin embargo, son más insulsos que el menú de un hipertenso. Ninguna de las distintas partes de la historia de la Sindone me parece digna de mención.

En fin,poco más, pues no me quiero cebar.Conservo un recuerdo especial de una frase en la que Pietro (uno de los investigadores) le dice a Marco (el detective Jefe): "Hay mucha literatura basura con historias esotéricas sobre la Sabana Santa, no nos dejemos contaminar por ella".
Lo suscribo por completo.

En definitiva, un libro que al final del año estará, sin duda, en el Top Five de lo peor leído este año. Si habéis seguido mis comentarios habréis visto que algunas no han sido buenas, y en algunos casos bastante duras con respecto a determinados libros, pero "La hermandad de la Sábana Santa" es quizás, a mi juicio, el libro más prescindible que he leído en los últimos años.

Como siempre una última aclaración, aunque creo que a estas alturas ya no debería hacer falta: Todo lo comentado es de mi personal y exclusiva cosecha, no pretendo sentar ningún tipo de cátedra sino, simplemente, dar mi opinión.

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