lunes, 23 de noviembre de 2009

Los ladrones de cuerpos

Tendría 11 ó 12 años cuando vi La invasión de los ultracuerpos, dirigida por Philip Kaufman y protagonizada por Donald Sutherland. No sabría hasta mucho después que estaba basada en el libro que ahora reseño y que existía una anterior versión cinematográfica, dirigida por Don Siegel, realmente memorable.
El caso es que por aquel entonces, aquella película me aterrorizó hasta lo más profundo de mi ser. Las imágenes se acumulaban en mi mente y escondía la cara tras un cojín para no asustarme, como prevía, (venga, vale, acepto que siempre he sido un poco cagueta). Aún recuerdo el grito final de Donald Sutherland traicionando a su amiga. Un grito medio vegetativo que me recorrió la espina dorsal y días después seguía electrizándome el vello.

De hecho, a día de hoy, un cuarto de siglo después, sigo considerándola la película más terrorífica que he visto.

Esa sensación es la que perseguía al leer ahora esta novela. Esperaba realizar un viaje mental al pasado a través de las líneas escritas. No ha sido así. No quiero decir que la lectura no haya sido agradable, pero sí no todo lo satisfactoria que esperaba.

Miles Bennell, un joven doctor recibe en su consulta a una amiga que le asegura que su tío no es su verdadero tío. Físicamente no ha cambiado nada, pero está convencida de que no es la misma persona. Miles acude a una cena en su casa para comprobar lo que sucede, pero no encuentra nada anormal en el hombre en cuestión.
El problema comienza a ser inquietante cuando cada vez son más los pacientes que afirman lo mismo con respecto a diferentes familiares.
Miles considera que debe ser algún tipo de trastorno psíquico y solicita ayuda a su amigo, el psiquiatra Mannie Kaufman, quien le dirá que todo forma parte de un proceso de histeria colectiva.
Pero el Dr. Bennell acabará descubriendo que las cosas no son realmente así, y que los habitantes del pueblo (Santa Mira en California) están siendo "abducidos" por algún tipo de organismo extraterreste en estado vegetativo.

Jack Finney escribe una historia sencilla, con un estilo conciso, del que se
ha eliminado cualquier tipo de adorno y que pretende crear una sensación de inquietud en el lector. Esa sensación de mirar tras de ti y hacerte sentir receloso de todo el mundo.
Reconozco que es una buena historia, pero me ha resultado algo insípida, quizá porque me había fijado unas expectativas bastante altas.
Los hechos avanzan realmente poco, se van oyendo rumores de personas cuyos familiares están cambiando, pero poco más. Hay algún toque de misterio, como en el caso de sus amigos Jack y Theodora Belicec o cuando posteriormente duermen los 4 protagonistas principales en casa de Bennell, pero poco más. Me ha parecido que toda la tensión y el misterio existente en el film de Kaufman, queda demasiado difuso en la novela, y desde luego, la incredulidad y pragmatismo del psiquiatra hacen que se diluyan rápidamente. De hecho, la explicación comparativa con el caso del Maniaco de Matton es difícil de creer, pero es realmente interesante.

Se ha escrito mucho sobre la potente carga alegórica de esta novela, a pesar de que Finney siempre negó que fuese ésta su intención. En la época en que fue gestada, la guerra fría cobraba una importancia excepcional y el clima de xenofobia reinante convertía a cualquiera en un comunista, por lo que había que desconfiar hasta de la propia familia. La verdad es que no me he percatado de esto durante la lectura. No ha sido esa mi impresión, quizá porque, como he dicho varias veces, buscaba otras sensaciones, quizá porque para mí, siempre para mí, el autor no ha conseguido crear en mi conciencia ese estado de desconfianza paranoica.

El final es drásticamente distinto al del film de Kaufman, en la que las vainas parecen haber vencido, mientras que en el libro son completamente exterminadas. He de decir que son pocas las veces que me gusta más una película que el libro en el que se ha basado, pero esta es una de esas ocasiones.

En definitiva, no ha sido lo que esperaba, pero es un buen libro para leer sin ningún tipo de conocimiento previo.

Por cierto, respecto al remake recientemente estrenado (2007), Invasión, poco puedo decir. Me parece realmente pésima y el único mérito que le encuentro es el del buen físico de la Kidman.

viernes, 13 de noviembre de 2009

Mysterium

Al rescatar de la pila de lectura el Mysterium de Robert C. Wilson, tenía la intención de leer algo de un escritor del que no tuviese ninguna opinión formada. Me he acercado a este libro sin haber leído opiniones ni, por supuesto, las obras del autor, por lo que estaba completamente libre de prejuicios para afrontar su lectura.

El pequeño pueblo de Two Rivers es el lugar elegido para ubicar un semisecreto Laboratorio de Investigaciones Físicas.
Tras un extraño accidente en el mismo, el pueblo y los alrededores desaparecen por completo de la faz de la Tierra y reaparecen en otro mundo con marcadas diferencias con respecto al nuestro.
Los nuevos E. E. U. U. son un remedo anacrónico de los actuales, con un severo régimen totalitario subyugado por una religión agnóstico-cristiana.
El pueblo de Two Rivers es declarado en estado de excepción y sus habitantes deben acostumbrarse a vivir en un mundo que nada tiene que ver con el que, sin saber como, dejaron atrás.

Robert Charles Wilson utiliza una prosa ligera y sostenida por una rápida sucesión de capítulos cortos que animan la lectura haciéndola muy fluida. Obtiene, de esta forma, el ansia de querer saber más por parte del lector, que ve como las páginas pasan rápidamente y espera conocer más cosas de este nuevo y distópico mundo.

Toda la novela transcurre en el pueblo de Two Rivers, por lo que la ambientación queda practicamente circunscrita a este enclave, pero las impresiones dejadas por los nativos añaden el equilibrio necesario para entender holísticamente el trasfondo de la ambientación.
E. E. U. U. se ha vuelto un país totalitario y mientras los españoles luchan por controlar la frontera occidental, la facción inglesa se ha hecho cargo del Gobierno Civil y la francesa de la jerarquía religiosa. Los acontecimientos históricos están levemente cambiados y los Estados Unidos es practicamente una dictadura en la que los censores y procuradores son el brazo fuerte de la Ley.
Es notorio observar como, salvo un pequeño grupito, la inmensa mayoría del pueblo se rinde por completo al nuevo estilo de vida; se enfrentan a un mundo hostil y desconocido, que les ha impuesto un toque de queda, un racionamiento alimentario y ejecuciones sumarias ante lo que consideran subversivo, y sin embargo, como lindos corderitos se dejan hacer. Cierto es que una situación militar como esta puede asustar, pero una violación tan flagrante de las libertades humanas dudo que permaneciera sin ningún tipo de contestación por parte del pueblo.
Los personajes son bastante arquetípicos, pero están bien construídos y poseen una buena caracterización que los convierte en uno de los mejores puntos de la novela.
Los personajes principales parecen comenzar siendo meros espectadores, pero se van introduciendo paulatinamente en la historia hasta llegar a ser los elementos que añaden más jugo.
Merece mención especial el personaje de Linneth Stone, historiadora de esta Nueva América, que empatiza con los habitantes del pueblo y acaba renegando de sus anteriores convicciones aun a riesgo de su propia vida.

A mi modo de ver, la novela queda un poco coja. Se le podría haber sacado más chicha, pues el lector va rápidamente pasando los capítulos en aras de encontrar un elemento desequilibrante que nunca llega a ocurrir, mientras que la narración se va encaminando poco a poco hacia un final más o menos previsible y que deja un sabor agridulce.

No obstante, el valor final de la novela es bastante positivo y muestra a Robert C.Wilson como un buen escritor de Ciencia Ficción. Un escritor al que seguir la pista.

domingo, 8 de noviembre de 2009

El desierto de los Tártaros

Una mañana, el joven Teniente Giovanni Drogo, se despide de su madre, de sus amigos y de su pueblo para dirigirse al destino que le corresponde defender durante los próximos dos años: La fortaleza Bastiani.
Exultante y deseoso de llegar, atraviesa la llanura para arribar a su destino con la mente puesta en como afectará positivamente a su prometedora carrera.
Pero el tiempo irá pasando en la fortaleza y mientras la rutina se va apoderando inmisericorde de los inquilinos del Baluarte, Drogo será consciente del rápido fluir del tiempo mientras sus sueños se van marchitando junto a su vida.

Junto a Borges, Calvino o Cortazar, Dino Buzzati forma parte de ese Olimpo de escritores capaces de, con unas simples líneas que parecen no decir nada, cruzar un velo de pesadumbre ante tus ojos mientras suspiras.

Buzzati utiliza una escritura sin adornos, concisa pero fluente, casi minimalista, consiguiendo una lectura rápida y muy agradable, pero que te hace pensar renglón a renglón.

Observar como la rutina y los anticuados pero rígidos deberes militares se van apoderando de Drogo haciendo que sus sueños se vayan diluyendo en la vida militar se vuelve algo tristísimo.
Espera un momento que nunca llega, permanece en la Fortaleza esperando ese momento heroico que dé sentido a su vida militar, un momento de lucha, la defensa del País, a través de la Fortaleza Bastiani, de un posible ataque. Siempre mirando hacia el desierto, el desierto de los tártaros, pero ese momento nunca llega y la vida de Drogo se va apagando poco a poco.

La novela destila un cierto cariz antimilitar, en la figura del fugaz paso del tiempo frente a la inutilidad de la estricta vida militar, que poco a poco se va comiendo toda posible relación humana en aras de unos códigos de conducta.

Es una novela realmente triste, que consigue enfrentarte con uno mismo. Es imposible no echar la vista atrás y hacer recuento de las acciones que han dirigido nuestras vidas. Recordar aquellos sueños incumplidos que todos tenemos pero no nos atrevemos a decir en voz alta. Es imposible escapar de los sentimientos con esta novela.

Siempre he oído que este tipo de textos no son aptos para estados depresivos. Yo, la verdad es que no estoy de todo de acuerdo creo que, quizás sean este tipo de novelas, las que derriben este tipo de estados.

Poco más voy a decir, es una novela que hiere profundamente, pero que cada uno debe experimentar en su interior. Es de obligada lectura.
Sin duda, la mejor novela que he leído en lo que va de año.

martes, 3 de noviembre de 2009

Fragmentos de honor.

Al leer las novelas de Miles Vorkosigan siempre me he preguntado como habría sido el enamoramiento de los padres de Miles. Quería saber como había sido posible que Aral Vorkosigan, regente del militarizado planeta Barrayar y Cordelia Naismith, investigadora de la científica y democrática Colonia Beta hubieran unificado sus vidas. Esta duda, con el paso de los años, es lo que ahora me ha inducido a leer Fragmentos de honor.

La expedición de la Teniente Naismith es sorprendida por una avanzadilla de soldados de Barrayar. Varios miembros resultan heridos o muertos. Ella es hecha prisionera por el Capitán Aral Vorkosigan, el temido "Carnicero de Komarr", quien descubrirá un amotinamiento de su tripulación, que ha intentado matarlo también a él.
Cordelia ayudará a Aral a sofocar el motín y con ayuda de los supervivientes de su grupo expedicionario conseguirá escapar de la nave en que la retenían prisionera.
Más tarde se volverán a encontrar en la guerra que Barrayar a iniciado con Escobar, planeta aliado de la Colonia Beta.
Cordelia, volverá a ser hecha prisionera por los soldados barrayareses, pero esta vez será Aral quien la sacará de un nefasto destino y la intentará mantener a su lado.
Volverá a su lugar natal, pero descubrirá que las cosas allí no son como esperaba, además de descubrir que Aral se ha instalado en su corazón.
Juntos aprenderán que toda la guerra no ha sido más que una argucia política orquestada por el Emperador de Barrayar para asegurar el futuro de su reinado.

Lois McMaster Bujold consigue, de nuevo, una Space Opera original y entretenida, con un lenguaje fresco y dinámico que hace muy fluida la lectura.
Consigue una rápida cadencia narrativa al alternar buenos momentos de acción con situaciones más reflexivas ý/o políticas, mezclado todo ello con diálogos sumamente entretenidos y bien desarrollados.
Es ésta, una novela con un tinte más rosa de lo habitual en esta autora, ya que se centra en el romance de los padres de Miles.

Es interesante observar como Aral, un miembro de la casta guerrera (Vor) de Barrayar, planeta altamente militarizado, con un sistema de gobierno casi feudal se enamora rápidamente de una investigadora de un planeta tan opuesto y con una mentalidad tan diferente como la Colonia Beta. Son ambos, personajes de un gran carisma, dotados de un fuerte carácter y con potentes convicciones morales. Acostumbrados a mandar y a ejercitar la lógica respectivamente. Sin embargo, resulta muy grato observar como tras el flechazo inicial, ninguno de ellos intenta cambiar al otro, ni se considera por encima, como debe ocurrir en toda relación cuya intención sea la de perdurar en el tiempo.

McMaster Bujold recrea un universo altamente desarrollado, mostrando culturas muy dispares en apariencia pero que no lo son tanto tras bucear bajo su superficie, llegando a mostrar como incluso una sociedad altamente democratizada te intenta ajustar las clavijas si no encajas en el patrón previsto. Se ha de considerar esto último como una opinión personal, ya que uno de los puntos atractivos de la novela es, a mi modo de ver, que está exenta de cualquier tipo de moralina o moraleja.

Si bien no se terminan de solucionar todas las dudas desprendidas de las novelas de Miles, en esta novela se aclara el ascenso de Aral a la regencia de Barrayar, así como se esclarecen los motivos que conducen a la particular personalidad del Sargento Bothari. Mi intención es leer Barrayar en diciembre, para poder finiquitar la historia de los padres de un personaje tan esplendido como Miles Vorkosigan.

En definitiva, una novela agradable y que os animo a leer si queréis pasar un buen rato.

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